La Justicia condenó a 25 años de prisión al hombre acusado en Casilda de cometer una serie de delitos contra la integridad sexual de algunos de sus hijos desde que eran menores de edad y hasta que se fueron de la casa familiar, donde sufrieron un calvario.
Aunque la pena es más baja que la pedida por Fiscalía y la querella, que solicitaron 33 años, no deja ser contundente contra Oscar Pardini, quien, de quedar firme la condena, terminaría de purgarla cuando tenga 83 años.
El fallo fue dado a conocer ayer por el tribunal integrado por los jueces Carlos Pareto, Juan José Tutau e Ignacio Vacca, tras evaluar las pruebas presentadas y determinar la culpabilidad del imputado, que sólo resultó absuelto por el beneficio de la duda en uno de los cuatro casos de abuso que le atribuyeron, ya que la víctima optó por no presentarse a declarar en el juicio.
Los testimonios y evidencias aportadas fueron determinantes para establecer que Pardini, quien se mantuvo inmutable mientras se leyó la sentencia, es «penalmente responsable de los delitos de abuso sexual con acceso carnal agravado y abuso sexual gravemente ultrajante agravado, todo en concurso real con corrupción de menores».
Embarazada
Lo probado refleja la aberración de un padre que violó a una de sus hijas y la dejó embarazada de una nena que hoy tiene 19 años, lo que fue constatado a través de un estudio de ADN, además de haber sometido a actos no menos traumáticos a otros dos hijos —una mujer y un varón— que también mantuvieron en silencio sus padecimientos hasta que finalmente lo denunciaron.
Dos de las víctimas ayer fueron al edificio judicial aunque sin ingresar a la sala para conocer la sentencia que le trajo algo de alivio. Al menos esa es la sensación que mostraron al retirarse del lugar sin hacer declaraciones aunque con la tranquilidad de saber que lo sucedido allanó el camino para poder cerrar un ciclo de sus vidas.
«Espero que esto ayude a mis nietos a curarse de tanto dolor», dijo en medio de lágrimas la abuela materna de las víctimas poco antes de que el condenado saliera esposado en compañía de una custodia para luego ser trasladado al penal de Piñero, donde seguirá alojado con prisión preventiva hasta que el fallo quede firme.
Silencio e insultos
Durante el trayecto realizado hasta subir al vehículo policial, Pardini no esbozó gestos ni palabras ante el asedio de la prensa por intentar que pronunciara algún comentario. Sólo pudo escucharse el reproche de una mujer que a pocos metros le expresaba su indignación al grito de «bastardo, bastardo…»
Tanto los fiscales de la causa, Marianela Luna y Emiliano Ehret, como el abogado querellante de las víctimas, Roberto Casadei, se mostraron «conformes» con el fallo del tribunal, aunque aclararon que esperarán a conocer los fundamentos para evaluar los próximos pasos.
La sentencia no sólo implica una alta pena para el abusador, sino que marca precedente en la Justicia santafesina al entender que los hechos denunciados no prescribieron de la acción penal, a contramano de lo que pretendía la defensa para que prosperase el pedido de sobreseimiento, que fue rechazado.
Si bien ya había sido adoptada en tal sentido una resolución en primera instancia que luego fue ratificada por la Cámara de Apelaciones en lo Penal de Rosario, adquiere otro cariz que se haya aplicado el mismo criterio en una sentencia judicial.
Cerca de lo pedido
«El fallo se acercó mucho a las pretensiones que teníamos, por lo que esperaremos los fundamentos para evaluar si apelamos o no en relación a la magnitud de la pena, aunque estamos conformes porque logramos una condena importante», dijo Casadei. Y valoró la resolución del Tribunal al considerar que los hechos no prescribieron porque, si bien los argumentos aún se desconocen, los delitos denunciados fueron reiterados y continuados en el tiempo, tal como se determinó en los pronunciamientos judiciales surgidos en la instancia previa al juicio.
«Estamos satisfechos porque esta condena da por probado los hechos que trajo (al juicio) la Fiscalía y que vinieron a volcar las víctimas», sostuvo la fiscal Luna al tiempo que si bien admitió que «hubiésemos querido que la pena sea más elevada ya que pedimos 33 años, estamos muy conformes y una vez conocidos los fundamentos resolveremos los pasos a seguir».
La funcionaria judicial aseguró que en ningún momento temió por la posibilidad de que la causa se caiga ante el argumento de prescripción planteada por la defensa. Y en ese sentido sostuvo su convencimiento al señalar que «hay un marco normativo a nivel legal y convenciones que no iban a permitir que eso suceda ya que sentaron un precedente para no dar marcha atrás».
Luna valoró la valentía de las víctimas al sostener que «se animaron a (demostrar) que no importa el paso del tiempo para denunciar más allá de que no es fácil». Y destacó la satisfacción que implica para el Ministerio Público de la Acusación que hayan llegado al juicio «para exponer todo» lo que padecieron y que derivó en una sentencia. Asimismo, ponderó el trabajo llevado adelante por «todo el personal de Fiscalía y especialmente Eleonora Colussi y Laura Moriconi, quienes ayudaron en la litigación del caso».
Doble vida
A lo largo del juicio quedó al descubierto, merced a los testimonios aportados, la extraña personalidad del condenado, que ante la sociedad mostraba tener una vida normal apegada a la Iglesia y las buenas costumbres, mientras que en la intimidad del hogar abusaba de sus hijos. Y ese perfil oculto, al que Ehret describió en los alegatos de clausura como «un lobo con piel de cordero», le permitió no sólo ultrajar física y sexualmente a sus víctimas, sino psicológicamente, al punto de que «naturalizaron» comportamientos hasta alejarse de la casa familiar y descubrir que «no eran normales».
La causa, que se inició en 2017, tuvo como disparador una situación registrada en una escuela local, que alentó sospechas de que una alumna podría ser víctima de violencia intrafamiliar, lo que motivó la intervención de un equipo interdisciplinario. Al entrevistar a la jovencita junto a su madre, ésta terminó admitiendo que su hija fue fruto de una violación que ella sufrió de su progenitor, al que pocos días después denunció ante Fiscalía.
Y la misma acción penal impulsaron luego tres de sus hermanos —dos mujeres y un varón— que también padecieron una traumática experiencia en la casa familiar donde convivieron en medio de horrorosos episodios, que finalmente se atrevieron a contar. Sin embargo, una de las víctimas no se presentó al juicio porque, tal como ya dio cuenta LaCapital, no quería rememorar momentos que la afectaron, lo que posibilitó a Pardini, quien nunca mostró arrepentimiento, ser absuelto en ese hecho puntual ante el beneficio de la duda.(La Capital)