Los números oficiales hablan de casi 300 casos de tuberculosis (TBC) en las cárceles bonaerenses. Sin embargo, la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) sostiene que serían más y asegura que hay «ánimos de encubrir». En tanto, desde el Ministerio de Salud admiten que la detección de contagios en contextos de encierro podría mejorar.
«Te dicen que vengas al otro día y te quieren mantener con una pastilla», «estás solo, te podés morir que no viene nadie», «la médica me atendió como a un perro», «estoy abandonado a la buena de Dios». Las declaraciones, recopiladas por la CPM en su informe anual, pertenecen a reclusos de las localidades de Olmos y Sierra Chica, y dejan al descubierto problemáticas sobre atención médica, detección de enfermedades y tratamiento en los penales bonaerenses.
Según datos de la Dirección Provincial de Salud Penitenciaria (DPSP) la cantidad de enfermos de tuberculosis ascendió de 187 en 2016 a 436 en 2017, mientras que cayó a 299 en 2018. Sin embargo, desde la CPM detectaron varias inconsistencias en la información brindada, por lo que descartan su validez y aseguran que la cantidad de infectados sería superior.
«Nuestra hipótesis es que está aumentando la enfermedad. Lejos de incrementarse las estrategias, el sistema de atención está cada vez más desorganizado y las ideas que están pensando no son efectivas», dijo Roberto Cipriano García, secretario de la CPM.
En su Informe Anual 2019, el organismo de derechos humanos advierte que la información sobre tuberculosis brindada por el Servicio Penitenciario es «incompleta», dato que «surge de comparar lo relevado con el listado de personas con TBC recibiendo tratamiento al momento de las inspecciones realizadas por la CPM a distintas unidades sanitarias asentadas en unidades penales».
El informe de la CPM, «tomando con pinzas» la información oficial, señala también que entre 2017 y 2018 «se produjeron 29 muertes por TBC de personas detenidas de un promedio de edad de 43 y 34 años, respectivamente». Y, en relación a los errores en los datos, advierte que se trata de una «enfermedad de notificación obligatoria» por lo que «no informar el total de casos» es «un acto de incumplimiento de los deberes del Estado en relación a la salud pública».
Desidia
«¿Sabés a cuántos internos habré contagiado? Yo tomaba mate con todos», cuenta uno de los presos enfermos. Otro señala que estuvo con vómitos y traspiración durante cuatro meses antes de que un médico lo atendiera. Uno más detalla: «Tenía un compañero en el pabellón al que le detectaron TBC hace 8 o 9 meses. Sospechaban porque tosía mucho. Luego de diagnosticarlo no le hicieron controles al resto de las personas del pabellón. Estaba alojado en el pabellón colectivo con otras 45 personas».
Desde la CPM aseguran que los pacientes tuberculosos en las unidades penitenciarias «llegan al diagnóstico con un gran deterioro físico, generalmente con una importante pérdida de peso y mucho tiempo de malestar».
A la falta de una atención médica adecuada y a tiempo se le suman los factores de riesgos propios a los que están expuestas las personas en contextos de encierro: la mala alimentación, cuestiones vinculadas a las adicciones, otras enfermedades (como el VIH) y el hacinamiento. Según la CPM, en diciembre «se alojaban más de 42 mil personas en poco más de 20.000 plazas» habilitadas en las cárceles bonaerenses.
Crecimiento en el país
La tasa de enfermos de tuberculosis en el país se incrementó un 2% en los últimos años y llegó a los 26,5 cada 100.000 habitantes. En provincia de Buenos Aires los contagios ascienden a 35,7 cada 100.000. Además, el distrito aporta la mitad de los casos notificados a nivel nacional (52.1%).
Sarobe explicó que se trata de una problemática que se da a nivel mundial y detalló que en el país el crecimiento de la tasa se da tanto por la aparición de nuevos contagios como por una mejor detección. «Es la patología infecciosa de mayor mortalidad en todo el planeta», agregó.(DIB)