Este lunes 3 de julio se produjo un hito vinculado al cambio climático que no tiene nada de positivo: desde que se toman registros y estadísticas, se consagró como el día más caluroso jamás registrado a nivel mundial.
La temperatura global promedio alcanzó los 17,01 grados Celsius, superando el récord de agosto de 2016 de 16,92 grados, informó el Centro Nacional de Pronóstico Ambiental de Estados Unidos.
“Este no es un hito que debamos celebrar”, dijo la climatóloga Friederike Otto del Instituto Grantham para el Cambio Climático y el Medio Ambiente en el Imperial College London de Reino Unido, y sostuvo que “es una sentencia de muerte para las personas y los ecosistemas”.
Los científicos apuntaron que el cambio climático, combinado con un patrón emergente del fenómeno de El Niño, son los responsables de esta preocupante situación planetaria.
El objetivo de que el calentamiento mundial sea menor a 1,5 grados centígrados está cada vez más lejos de alcanzarse, según expertos en clima, ya que los países no han fijado metas más ambiciosas a pesar de meses de calor récord en tierra y mar.
La temperatura promedio mundial de la superficie del mar alcanzó los 21ºC a finales de marzo y se ha mantenido en niveles récord para la época del año durante abril y mayo. La agencia meteorológica australiana advirtió que las temperaturas de los océanos Pacífico e Índico podrían ser 3ºC más altas de lo normal en octubre.
Cambio climático y degradación de selvas y bosques
El cambio climático es una amenaza constante desde hace décadas, y los acuerdos entre potencias internacionales no se llevan a la práctica como deberían.
Las actividades productivas y la explotación masiva de fuentes de oxígeno, como tala y degradación indiscriminada en bosques y selvas, no cesan, y se pierden cantidades de hectáreas por minuto.
En esa línea, más de un tercio de los bosques del Amazonas fueron degradados por la actividad humana, advirtió la semana pasada un equipo de 35 científicos en un artículo publicado en la revista Science.
La degradación se diferencia de la deforestación en que el uso de la tierra afectada no cambia -es decir, que continúa siendo bosque-, a pesar de que desaparezcan la mayoría de árboles y la vegetación.
Y explicaron que las principales causas de degradación identificadas son los incendios forestales, la tala ilegal, los cambios en la vegetación que se producen junto a zonas deforestadas y la sequía extrema.
Los científicos agregaron que la cantidad de emisiones contaminantes derivadas de esta degradación es igual, o incluso superior, a la que se produce por la deforestación del Amazonas.
En concreto, encontraron que el 38% de la zona boscosa se vio afectada, temporal o permanentemente, por la actividad humana, una extensión diez veces superior a la del Reino Unido.
“A pesar de la incertidumbre sobre el efecto total de estas alteraciones, está claro que su efecto acumulado puede ser igual de importante que la deforestación en lo que se refiere a emisiones de carbono y pérdida de biodiversidad”, explicó uno de los autores del trabajo, Jos Barlow, a través de un comunicado. (DIB)