Arequito: El increíble caso de una docente que estuvo 12 años presa y era inocente

Tras pasar 12 años presa, la Corte Suprema absolvió a la docente María Antonia Gauna por el homicidio de Omar Carlos Bartolelli

Estuvo casi 12 años presa pero en diciembre, en un fallo inédito, la Corte Suprema de Justicia de la provincia la desligó del crimen de su marido al encontrar una tardía prueba de su inocencia. El máximo tribunal ordenó entonces volver a investigar el caso, que sigue impune, y tras nueve meses de espera acaban de asignarle a la causa un fiscal. «Dios me dejó viva para luchar para que el asesino de mi marido esté en una cárcel, en el lugar donde yo jamás debería haber estado», dijo la docente María Antonia Gauna, que ahora pedirá ampliar su declaración y señalar por el crimen a un familiar de su marido, Omar Carlos Bartolelli, al que apuntó desde el primer momento.

La primera vez que esta maestra de 48 años adjudicó el ataque a un pariente de su esposo fue a pocas horas de que sus vecinos encontraran a la pareja cubierta de sangre en el jardín de su casa de Arequito, el 6 de febrero de 2005. Omar, con quien se había casado siete meses antes, estaba muerto de ocho puñaladas. Ella agonizaba a su lado con profundos cortes en las muñecas.

 

Desde el primer minuto la policía la catalogó de sospechosa en una comunidad agitada por hechos de delincuencia. Había que encontrar rápido un culpable y el caso parecía cubrir con los requisitos del crimen «pasional». La teoría de la acusación fue que ella mató a Bartolelli para luego intentar suicidarse. Sólo que, según un informe médico incorporado al expediente una década más tarde (con ella ya condenada a prisión perpetua), los cortes en las muñecas le afectaron los tendones profundos. Es decir que jamás pudo inferirselos a sí misma. Eso concluyó la Corte en un fallo dividido al declararla inocente y dejarla libre.

 

                           Una casa perdida

Pero por esa telaraña propia de la institución judicial, la asignación de un nuevo fiscal demoró nueve meses . Y Gauna aún no pudo volver a la casa de Moneta 1105 donde quedaron todas sus cosas: su ropa, sus fotos, sus recuerdos. Allí guarda su título de maestra. Lo necesita para volver a dar clases y recuperar algo de la vida que se le escurrió tras las rejas. Por orden judicial ahora viven allí familiares de Omar de los que estaban distanciados. Por eso necesita el permiso de un juez para entrar.

 

«Lo que más deseo desde que salí en libertad es recuperar mi casa, que comience la investigación y ampliar mi declaración para buscar al asesino de mi marido, que tiene nombre y apellido. Quisiera decirlo, pero como todavía no se inició la investigación lo reservo. Dios me dejó con vida para que mi verdad salga a la luz. Siempre fui inocente y por eso la Corte me absolvió», dijo Gauna, que espera dar detalles de lo que pasó ante un juez antes de hacerlo públicamente.

De eso habló por primera vez cuando la indagaron. Recién se recuperaba de la anestesia tras ser sometida a dos cirugías para repararle las arterias, venas y tendones de los brazos. Entonces apuntó a un cuñado de Omar con el que estaban peleados. Dijo que ese hombre había entrado a su casa con un arma de fuego para robarles dinero de la venta de maquinarias agrícolas. Que tenía una capucha pero ella le reconoció la voz. Y que los ató y obligó a tomar sedantes. Luego sólo recuerda que la rescataron agonizante del jardín, a medio vestir.

                            Una pesquisa irregular

«Todos hablaban de un crimen pasional. Nadie pensó que yo iba a sobrevivir para contarlo», dice ahora. Quedó detenida apenas se recuperó del coma. Su defensa denunció numerosas irregularidades en la investigación policial, como actas falseadas y que se llegó a consultar a un carnicero en la pericia de una cuchilla. En febrero de 2008 fue condenada a prisión perpetua. Pero en diciembre de 2016 la Corte la absolvió en un fallo dividido de 4 votos contra 2. Fue el resultado de un recurso de revisión, algo que ocurre raras veces, cuando el máximo tribunal acepta valorar nuevas pruebas de un caso cerrado.

En este caso se aceptó el testimonio del cirujano que operó a María. El médico dijo que los cortes le habían afectado los tendones profundos de ambas muñecas y no sólo los superficiales, como por error hizo constar hace 12 años en la hoja de quirófano. Una omisión que atribuyó al cansancio de varias horas operando. También se incorporó un estudio por imágenes de las lesiones, una electromiografía de aquel momento. La conclusión es que María, siendo diestra, jamás pudo cortarse la muñeca izquierda y luego tomar un cuchillo con esa mano inhábil para cortarse la derecha.

 

«Llevo nueve meses esperando para volver a mi casa. Todavía no pude ampliar mi declaración ni recuperar mis cosas. Tengo que estar sufriendo este calvario sin poder buscar al culpable del crimen de mi marido», lamentó la mujer nacida en la localidad correntina de Sauce como parte de una familia de 12 hermanos de los cuales cinco viven en Casilda y otros en Arequito. A través de ellos conoció a Omar y tras una relación a distancia se casaron. Se instalaron en la casa de Moneta 1105 e iniciaron un tratamiento para tener un hijo. Ahora quiere retornar a la docencia (enseñaba en 4º grado, luego dio clases a otras internas en la prisión de Casilda) pero necesita una copia del título que quedó en su casa de Arequito.

               La fe y la familia

«Lo que me pasó es muy fuerte, difícil y triste. Pero voy a seguir luchando para recuperar lo que me corresponde», remarca María, enfática. Dice que se sostuvo fuerte gracias a su fe religiosa, su familia (nombra a su hermana Ingrid y su cuñado Mauricio, que la asistieron en la cárcel cuando no podía usar las manos vendadas hasta los codos), y a su psicóloga. Y no deja de agradecer a los ministros de la Corte, aún a los que votaron en su contra, «porque se tomaron el tiempo de leer una causa muy larga y compleja».

 

«Casi pierdo la vida por los cortes que me hicieron —dice María—. Pero siempre supe que iba a ser absuelta y se iba a saber la verdad. Tengo la conciencia tranquila. Creo mucho en Dios y desde el primer momento de este aberrante crimen tuve señales. Creo que Dios me dejó viva para luchar por Omar, para que la verdad salga a la luz. Yo jamás debería haber estado en una cárcel».

Por eso, pide que la investigación arranque cuanto antes. «Estuve privada de la libertad 11 años y 10 meses para demostrar que era inocente. Quisiera que el asesino de mi marido pase por lo mismo, pagando su condena en una cárcel y no que ande libremente caminando por las calles de su pueblo. Siento un dolor y una gran impotencia. Esta persona mató todos mis sueños. Queríamos tener hijos y formar una familia», expresa, y se le quiebra la voz.

«He sufrido muchísimo», sigue María. «He sufrido un calvario porque siempre desde la Justicia obtuve respuestas negativas. Sabía que tarde o temprano la verdad iba a salir a la luz. Pero me pregunto es hasta cuándo vamos a naturalizar las fallas del sistema. Ahora espero seguir adelante con la investigación, por la memoria de mi marido. El me daba fuerzas y por eso nunca bajé los brazos».

                Una larga espera para la designación del fiscal

La investigación del crimen del productor agropecuario Omar Carlos Bartolelli está cerca de recomenzar. Tras el fallo de la Corte que absolvió a María Antonia Gauna, la causa retornó al juzgado de Sentencia 7, donde ella había sido condenada a prisión perpetua. El juzgado actualmente está vacante dado el proceso de achicamiento que transita el viejo sistema penal. No obstante, el expediente fue asignado al juez Julio Kesuani. Pero según Hernán Martínez, abogado de Gauna junto a su padre Hernán José, la asignación de un fiscal demoró mucho.

Primero fue designado el fiscal Gonzalo Fernández Bussy. Como fue destinado full time a la causa contra la banda de Los Monos, el expediente fue remitido al fiscal Donato Trotta. Éste fue quien acusó a Gauna durante el juicio escrito que culminó en su condena, por eso se excusó y el caso fue derivado a la fiscal Ana Rabín, quien entendió que debía intervenir Trotta.

 

                            Recursos y demandas

Así, se generó un conflicto de competencia resuelto la semana pasada. El fiscal de Cámara Guillermo Corbella remitió el caso a Fernández Bussy, quien será suplido por otro fiscal mientras dure el juicio a Los Monos. Mientras tanto, Corbella espera el resultado de un recurso que interpuso contra la absolución de Gauna ante la Corte Suprema de la Nación.

El abogado Martínez, por su parte, presentó un pedido para que Gauna actúe como querellante en el expediente donde antes estuvo acusada. Pidió que se cite a declarar a testigos y solicitó medidas que aún no se concretaron ante la ausencia de un fiscal. En simultáneo, Gauna impulsa una demanda civil contra el gobierno santafesino por daños y perjuicios.

«Con toda esta cuestión funcional ya pasaron 9 meses y María no puede entrar a su casa a recuperar sus cosas. Y necesitamos una orden del juzgado», dijo el abogado, consciente de que el tiempo que pasó conspira contra las posibilidades de encontrar al responsable: «Lidiamos con muchos años que transcurrieron desde el día del crimen. Y lo que no se hace en los primeros diez días no se recupera más». (La Capital)