Antes de fin de año podría realizarse el Juicio Oral y Público contra Víctor Carrizo de 39 años acusado por el Fiscal Matías Merlo de homicidio simple por la muerte del colonense Ariel García. El episodio ocurrió en la localidad santafesina de Labordeboy el viernes 28 de agosto de 2015. El cuerpo de García apareció en una vivienda ubicada a trescientos metros de esa localidad. Carrizo se dedicaba a la albañilería y había alquilado la vivienda al propietario de la pequeña chacra residente el pueblo de Villa Estela por 600 pesos al mes. El contrato por seis meses vencía el 30 de setiembre de ese año y según declaro el dueño no iba a ser renovado.
El colonense había llegado al sitio a reclamar una posible deuda de droga (sería un kilo de cocaína)unos 200 mil pesos.
En el predio y luego del homicidio la policía santafesina encontró 80 gramos de cocaína en un envoltorio . Al momento de su muerte García tenía 69 años. En el expediente, el abogado defensor dispuesto por el Estado dijo que Carrizo actúo en legítima defensa.
García al llegar los agentes de la Policía de Labordeboy estaba agonizando por un golpe en la cabeza dado con un hierro y en su mano se encontraba una pistola 9 milímetro. Al sitio, que se encuentra cruzando las vías ferroviarias que unen Pergamino con Venado Tuerto, había llegado en un auto marca Honda Civic, modelo 1998, patente ABO 003 que había sido prestado por otro colonense.
La mujer del albañil que mató a García,(tiene dos hijos de corta edad) declaró en el expediente judicial que García llegó al sitio para reclamar la deuda de un kilo de cocaína y que si no pagaba le llevaría el hijo que en ese momento tenía seis años de edad.
Según esa declaración Carrizo fue avisado por un teléfono celular del requerimiento del colonense (se encontraba en otra parte de la población) y al llegar observó la escena. Tomó una barreta de hierro y asestó el golpe mortal a la víctima.
Un poco de historia
Cuando Carrizo le descargó la barreta de hierro que causaría la muerte de su oponente, ignoraba que había atacado a un hombre de vasta historia delictiva. Ariel García, nació el 4 de agosto de 1946 en Colón está acusado en los anales policiales, como responsable de decenas de secuestros extorsivos y casos de piratería del asfalto en el denominado «Triángulo de las Bermudas», conformado por una línea imaginaria que pasa por Venado Tuerto-Colón y Pergamino. También en el 2013, una banda narco que operaba en el norte de la provincia de Buenos Aires y sur de Santa Fe fue desarticulada tras varios procedimientos realizados en Colón y en las localidades santafe-sinas de Rosario, Rufino y Wheelwright.
Como resultado de veinticuatro allanamientos llevados a cabo por personal de la delegación Drogas Ilícitas de Pergamino, la policía detuvo a ocho personas que integraban esta banda criminal que actuaba en ambas provincias, donde distribuían la droga.
En el cabaret que está sobre la Ruta Nacional Nº 8, entre Colón y Wheelwright, realizó el procedimiento judicial el auxiliar de Justicia Adrián Ródriguez. En el sitio de nombre de fantasía «Oasis» el agente judicial, con efectivos de Gendarmería Nacional con el exhorto judicial emanado del Juzgado Federal de Rosario fueron a detener a Ariel García.
El colonense se habría encontrado descansando y no opuso resistencia. (el viviría en ese lugar)
Una fuente indicó que al momento del allanamiento había trabajando doce mujeres, y que se encontraban según normativas vigentes en la provincia de Santa Fe.
Por último, en el lugar la Justicia secuestró un arma de fuego y cocaína.
En Colón como se recordará en julio de 2007, la Policía antinarcótico al mando de Horacio Oldani, secretario del Fiscal Dr. Juan Andrés Gracia, realizaron dos allanamientos en un casa del barrio Barracas y una casaquinta cercana al barrio «Sol de Mayo» y secuestraron bagullos de marihuana listos para comercializar y un arma de fuego por tenencia ilegal.
Los procedimientos se hicieron en una quinta, ubicada camino a la Escuela Nº 14. En la edificación las fuerzas del orden detuvieron a una persona que tenía pedido de captura desde hacia dos meses, emanada del Juzgado de Garantías Nº 1 de Pergamino y que resultó ser Juan José Ríos alias el Puntano o el Herniado. En tanto en la casa allanada de calle 42 entre 23 y 25, donde vivía Ariel García se halló un arma de fuego. Juan Ríos fue detenido en cercanías de Rufino luego de estar prófugo dos años. Se dice que falleció en prisión.
Más casos en la Justicia
Los tiempos de «esplendor» cuando su banda se movía en una amplia región y tenía hasta un sistema de postas realizaron un resonante caso. Su subalterno oriundo de Pergamino, Juan Cafese era un asiduo visitante a Colón por los años 80 y habría estado cuando lo trajeron al empresario rosarino José Díaz Franco a la casa de un «contador» detrás de la que era la fábrica Lamopi. En ese lugar lo habrían matado al empresario lácteo y de allí lo llevaron al puente de Pearsón para arrojarlo a sus aguas.
El secuestro de José Luis Díaz Franco, de 32 años, ocurrió en Rosario el 18 de diciembre de 1988. La víctima, de fuerte contextura física era el hijo del distribuidor de productos La Serenísima en toda la provincia de Santa Fe. El auto donde se trasladaba fue interceptado en Urquiza y Rodríguez de Rosario. Pocas horas después pidieron 300 mil dólares de rescate y, aunque hubo negociaciones, Díaz Franco nunca apareció.
A raíz del secuestro de un juez de Instrucción en Melincué que fue traído a Colón y que además le sacaron una serie de fotos para luego extorsionar en un hecho que marcó a la banda. En las negociaciones un comisario reconoció las voces grabadas de los captores como las mismas que aparecían en las cintas del caso Díaz Franco. El imputado por ese hecho era Jorge Rivas entonces detenido por una causa federal, aunque poco después se escaparía.
En 1994 una anónimo reavivo el caso. La misiva indicaba que los huesos de Díaz Franco estaban en un arroyo de Pearson. El Juez Carlos Carbone pidió ayuda y el propio jefe de la policía bonaerense estuvo en el lugar. Se encontraron huesos humanos entre ellos una fémur y una tibia.
Los mismos pertenecían a un hombre y una mujer. Nunca se pudo saber a quienes pertenecían por falta de presupuesto para realizar ADN.