Análisis: Gracias por creer

(Por Jorge Deboli-Infogei) A lo largo de los dos primeros años de gestión de Cambiemos, la mayoría de la sociedad argentina fue renovando su crédito en los gobiernos nacional y provincial, creyendo de buena fe, por ejemplo, en lo de “la pesada herencia”, tal como se manifestó en las elecciones legislativas de octubre pasado.

Sin embargo, a poco de transcurrido ese pronunciamiento popular, en diciembre pasado, Cambiemos profundizó el ajuste, con una la quita a los haberes de los jubilados a través de un cambio en la forma de actualizarlos; generalizó los despidos en el Estado, y aplicó los tarifazos en toda su magnitud  a los servicios públicos, sólo por nombrar los más graves en sus consecuencias.

Este brutal ajuste se lo intentó justificar con un discurso cargado de cinismo e hipocresía, al decir que lo hacían para “generar inversiones”, “crear más empleo”, y otras promesas que lograron en la sociedad el efecto contrario, tal como se puede verificar en las encuestas, que desde entonces  muestran un derrumbe de la imagen positiva de Macri y Vidal, y un aumento exponencial de la negativa, que en el caso de la gobernadora iguala la de la ex presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, dato ocultado por el monopolio mediático y sus aliados, pero que InfoGEI y algunos otros medios independientes dieran cuenta el pasado 23 de abril (https://goo.gl/8w1ihS).

Agotamiento

El discurso “duranbarbista” aunque dicho con palabras amables y bonitas, ha perdido credibilidad. El ajuste en los servicios públicos es tan fuerte, que ya sobrepasó la capacidad de pago de los usuarios domiciliarios; de las pequeñas y medianas empresas; de los clubes y entidades barriales, que lo hacen inviable y con impredecibles consecuencias.

En ese bombardeo continuo de mentiras, también hizo que la sociedad creyera que los subsidios a los individuos por el consumo de energía era un despropósito, y como tal, había que eliminarlos; creencia sostenida por los medios de comunicación que a diario construyen la agenda periodística de la argentina. Pero que este fin de semana el mito se cayó a través de las redes sociales con la revelación que se hizo desde una cuenta de Twitter.

Patas cortas

En dicha red social, “@elbosnio” reveló la existencia de un documento del Fondo Monetario Internacional (FMI), que coloca a la Argentina en materia de subsidios por debajo de la media mundial, documento que este domingo fue claramente explicado en Página 12, por el periodista Alfredo Saiat, y también por un video que se viralizó en las redes, relatado impecablemente por el diputado provincial del PJ, Carlos Urquiaga (ver video).

Según el organismo, el detalle del monto de los subsidios energéticos en 2015, ubica a la cabeza a Estados Unidos, con U$S 2.177 por habitante; a China con 1652; Canadá (1283); Australia (1259); Japón (1240); Israel (1113); Bélgica (909); Alemania (684); Inglaterra (635); España (521); y Chile (515). Mucho más abajo, está Argentina subsidiando con 413 dólares a cada habitante, un 35 por ciento menos que el promedio mundial de subsidios a la energía eléctrica que ese año fue de 640 dólares por habitante.

Como en la ficción

Cualquier parecido con la actualidad argentina, es pura casualidad. En la sátira dirigida por Jason Reitman, “Gracias por fumar”,  el actor Aaron Eckhart personifica a un portavoz de las tabaqueras, realizando una “cruzada en  defensa de los productos nicotinados, en un ambiente social y político poco favorable a sus intereses empresariales”, es decir, equivalente a querer sostener que el ajuste en nuestro país es para que vivamos mejor.

Según la crítica publicada en “Million Dollar Movies”, “Gracias por fumar” es una película “divertida, llena de cinismo e ironía” que muestra las técnicas del protagonista para convencer al público sobre las bondades del tabaco, pero además, muestra “algo todavía más grave: la manipulación de la sociedad”.

Como así también lo expresa el periodista, investigador y especialista en medios de comunicación, Luis Lázzaro, en su columna “La política en el panóptico de las redes”, en la que cita la “vieja recomendación de Francis Bacon al cardenal Richelieu en el siglo XVII, `Gobernar es hacer creer´”,  que se convirtió en “la partida de nacimiento de una nueva forma de ejercicio del poder, mediante la publicidad”