«Acá en Melincué llegamos a vender 1.000 litros de sangría en un día»

(Por Carlos Walter Barbarich para La Capital) Carlos conoció la gloria y el ocaso del balneario de Melincué. Atendió varios años ayudando a su padre en una cantina que estaba cerca del Hotel Provincial, que se había construido en la década de 1930. Desde finales de 1950 y hasta mediados de los 70 vio pasar a miles de visitantes de todo el país y hasta incluso se jacta de tener un récord muy difícil de igualar: “Allá en los años 60, en un solo día llegamos a vender 1.000 litros de sangría en la cantina”. Suena a mucho, pero entonces la laguna de Melincué atraía a muchísimos turistas, que años más tarde dejaron de ir, aunque tanto él como muchos de los “lomo salado”, como se les dice a los originales vecinos del pueblo, sostiene que “la laguna ya va a recuperar aquella gloria”.

 

El viejo hotel de Melincué fue construido en 1933 por Bartolomé Terzasno y Arístides Maguensani, y se mantuvo funcionando, con algunos intervalos por las distintas crecidas de la laguna, hasta el año 1975. Una de las cocineras del hotel, Esther Tacconi, siempre recuerda como ese tremendo día tuvo que huir de la laguna porque el agua se los llevaría puestos con hotel y todo. No obstante haber sido fundado por capitales privados, en 1940 una gran inundación (la primera en cuanto a su importancia) obligó a cerrar el hotel. Tras idas y venidas “la provincia vio que empezaba a volver gente de todos lados y encaró la reinauguración del hotel. Eso pasó en 1967, que es cuando se habilitó nuevamente el hotel. “Nosotros ya estábamos con la cantina desde 1959, que estaba a varios metros del hotel”, contó Carlos Pellegrini, aquel mozo que repasó la historia con La Capital.

Pero no todo el balneario estaba vinculado al hotel sino que había varios entretenimientos y lugares para estar. En la isla donde estaba el hotel había cantinas, juegos para niños y para no tan niños.

Las cantinas eran muy conocidas también y muy visitadas, sobre todo por tener precios más populares. La cantina donde estaba Carlos Pellegrini fue licitada a finales de la década de 1950 y por un año. “Todos los años teníamos que presentarnos a la licitación”, contó el mozo, quien aseguró que durante varios años ganaron consecutivamente los llamados.

El viejo hotel de Melincué fue construido en 1933 por Bartolomé Terzasno y Arístides Maguensani. Fue reinagurado en 1967.

El viejo hotel de Melincué fue construido en 1933 por Bartolomé Terzasno y Arístides Maguensani. Fue reinagurado en 1967.

No obstante la tuvieron varios años y ya no era una cantina la que atendían sino que había otra lado que era de su tío. «Acá venía gente de todos lados. Era realmente impresionante. Los años que yo recuerdo como los mejores son los que sucedieron en gran parte de la década de 1960 y parte de 1970 ya que en el año 1975 vino una gran inundación que se llevó puesto todo», recordó Carlos.

 Además del complejo turístico, de moda por cierto, que estaba ubicado en la isla, había otros balnearios más populares que estaban sobre la ruta 90, en dirección a Elortondo. De hecho dos de los clubes de esa localidad, Atlético Elortondo y Peñarol, tenían sus balnearios propios. Pero todo se desvaneció con esa inundación, aunque luego y con el pasar de los años fue paulatinamente recuperando brillo; aunque jamás como el de antaño.

No obstante, a partir de los primeros años de la década del 90 volvió a tomar impulso la localidad con su actividad turística. Había varios balnearios que congregaban multitudes, tales como el balneario Los Flamencos y el Club Náutico Melincué, entre otros. Duró muy poco ya que las inundaciones de los años 2002 y 2003 tiró por la borda todo el renacimiento turístico de aquellos años.

Éxodo

Carlos recuerda que en 1978 “fue el año que sufrimos el peor éxodo de melincuenses o lomos salados, como nos dicen. La mayoría de los profesionales se fueron por las inundaciones”. También sucedió que Melincué no tenía la misma concentración de los juzgados aunque es la cabecera del departamento General López. Año tras años fueron repartiéndose en localidades como Rufino, Venado Tuerto y también Firmat.

Pellegrini recuerda que “mucha gente te daba la casa a cambio de pagar los impuestos o directamente te regalaba los terrenos porque nadie quería quedarse en un pueblo que había tenido varias inundaciones. Habíamos pasado de tener los mejores años de la laguna entre 1966 y 1967 a que la gente se quisiera ir a vivir a otro lado a partir de 1975”.

Otro de los recuerdos hermosos es del día “que más gente vi en la laguna fue cuando iba a venir a cantar Leonardo Favio, que finalmente no vino. La gente asistió igual y había más de 25 mil personas. La cola de gente iba desde el hotel hasta la estación de servicios que está en el pueblo, a unos cuatro kilómetros de acá”.

El ex mozo, Carlos Pellegrini, contó como fueron los gloriosos años del balneario Melincué. De fondo las ruinas del viejo hotel.

El ex mozo, Carlos Pellegrini, contó como fueron los gloriosos años del balneario Melincué. De fondo las ruinas del viejo hotel.

Se busca «oro»

Se sabe que la laguna está atravesando una de las bajantes más importantes de su historia como consecuencia de la sequía más importante de los últimos 70 años en la región y gran parte del territorio de la provincia de Santa Fe. Es tal la bajante que esa situación permitió que baqueanos y conocedores de la laguna alertaran sobre la presencia de restos arqueológicos en las orillas del espejo de agua.

No sólo eso sino que también aparecieron los exploradores que con rastreadores de metal lograron alzarse con algunas piezas de oro, o plata u otro metal, que había en las orillas o en zonas donde la profundidad es casi nula. Este fenómeno fue advertido por un baqueano que prefirió mantener su nombre en reserva.

El razonamiento es sencillo. Por ese espejo de agua pasaron desde década remotas y a lo largo de la historia de la laguna, centenares de miles de turistas de los cuales muchos habrán perdido en el agua sus anillos, collares, relojes o aritos, entre otras cosas. Ahora se pueden observar con claridad por la gran bajante que está experimentando la laguna. Por eso, algunos de esos exploradores están haciendo su “verano” con los rastreadores de metal. Eso sí, de vender tanta sangría, hoy nadie lo imaginaría

La histórica bajante de la laguna de Melincué permitió que afloraran restos arqueólogicos y también metales preciados como el oro. (Foto A.S)

La histórica bajante de la laguna de Melincué permitió que afloraran restos arqueólogicos y también metales preciados como el oro. (Foto A.S)