(Por Andrés Lavaselli )La demostración de fuerza política que hizo Máximo Kirchner en el microestadio de Atenas expuso como nunca hasta ahora la interna que lo enfrenta a Axel Kicillof, en cuyo entorno creen estar ante una suerte de embestida final para condicionar su proceso de acumulación política. Pero no es el único efecto de esa jugada extrema: el Frente Renovador mira con expectativa una dinámica en la que intuye la posibilidad de una nueva oportunidad para Sergio Massa.
“Estamos sorprendidos, habló más de la interna que de Milei”, se sinceró un ministro de trato estrecho con Kicillof. Se refería al impacto que causó el tono y el contenido del discurso de Kirchner, tal vez el mejor articulado de todos los que desgranó hasta ahora el líder camporista, en el entorno del Gobernador. Lo inesperado fue sobre todo la voluntad de plantear a cielo abierto la pelea –Máximo la llamó “discusión”- sobre la conducción y la forma de cerrar los armados electorales en el kirchnerismo.
En el campamento de Kicillof se impone una explicación, aún provisoria: Máximo acelera para forzar una rendición ante él mismo, con Cristina como garante en última instancia, antes del debate por las candidaturas de 2025. ¿Una rendición para qué? No para expulsar a Kicillof, ni siquiera para evitar que sea candidato en 2027, sino para condicionarlo: que el esquema de poder que lo sustente no sea propio.
Nadie en La Plata cree que Máximo actúe con independencia de Cristina. Pero advierten que ella nunca llegó en público a los límites discursivos que ensayó su hijo el viernes. En esa diferencia, creen, se esconde la llave de un camino de retorno al acuerdo si aparece la fórmula que permita limar asperezas. “Nosotros no cuestionamos que sea ella la conductora, pero si va a delegar en Máximo la conducción lo tiene que blanquear públicamente”, es el difícil límite que manejan.
En espejo, desde el kirchnerismo afirman que Cristina no solo impulsó el acto, además avaló todo lo que se dijo allí. Las referencias de Máximo a los favorecidos por “el dedo” de su madre encierran más que un reproche porque Kicillof llegó a la candidatura a Gobernador por decisión de la expresidenta, “después de protestar por ser corrido de la política porteña”, señalan. Esas menciones buscan dejar en claror, en el contexto actual, que la lapicera para definir listas seguirá del lado del apellido Kirchner.
¿Kicillof se va bancar la presión de Máximo? Es uno de los interrogantes que cruzan el mundo peronista hoy. El gobernador no hablará de la interna salvo que no pueda evitarlo, y si lo hace dirá que la pelea es con Milei y por imponer un modelo de gestión que, en la práctica, demuestre que existe una alternativa viable al modelo libertario. Esta semana, el gabinete bonaerense se enfocó hasta la sobreactuación en la gestión, porque hubo una orden para acentuar el contraste con el discurso internista.
Otra derivación del acto linkea con Massa, que apareció de dos formas: 1) en un video de apertura del acto en el que se criticaba el acuerdo con el FMI que cerró Martín Guzmán pero él apoyó y 2) rozado por un tramo del discurso en el que se lamentó la caída de la candidatura presidencial de “Wado” De Pedro. Hay un contexto al que atender: las fricciones entre Máximo y La Cámpora (hasta ahora aliados) vienen desde hace un mes, cuando De Pedro cruzó al propio Massa, al que acusó de participar del gobierno de Milei.
En el Frente Renovador describen como “una chiquilinada” la interna Máximo-Axel y, más allá de encuentros reservados entre Cristina y Massa (el último habría sido el miércoles) y del enojo que perdura con el Gobernador, se muestran prescindentes. Más: el cuñado del exministro de Economía, Sebastián Galmarini, firmó esta semana carteles que proponen “Otro camino”. ¿Un indicio de la postura política de fondo? En ese campamento manejan encuestas que indican que los sectores moderados del peronismo y el polo liberal (LL+PRO) se están volviendo más relevantes. Traducción brutal: cuando le preguntan si quiere ser candidato el año que viene, Massa contesta que no tiene interés en ir al congreso a pelearse “con las Lilia Lemoines de esta vida”. Pero cerca suyo fantasean con que terminen yéndolo a buscar. La avenida del medio, redux.
Un dúo dinámico
En el radicalismo, la dupla Manes-Lousteau, determinante para que haya internas en la Provincia, asumirá un protagonismo polémico en la semana, cuando intenten que la Convención Nacional, órgano que define la política de alianzas del partido, prohíba un frente electoral con LLA en las elecciones nacionales de distrito. Es una derivación del episodio del cambio de postura respecto del aumento a los jubilados, pero podría tener impacto en la Provincia.
La evolución futura del radicalismo según gane una u otra alianza interna las elecciones de octubre varía según el observador y las novedades que semana a semana jalonan la marcha de gobierno. Para algunos, si gana la oposición, Manes podría ser primer candidato a Diputado por la Provincia. Para otros, si lo hace Miguel Fernández, el partido se incorporaría a un frente anti-Kicillof del que suena difícil excluir a los libertarios. Nadie confirma nada, por ahora.
Otro punto de atención en la oposición: la próxima sesión de la Legislatura –la única que habría antes de discutir el presupuesto y la ley de impuestos- podría traer la novedad de la unificación de los bloques liberales y libertarios. Es una movida que ya se anunció varias veces, hasta ahora sin éxito. Pero en esos espacios afirman que ahora podría concretarse, porque las negociaciones se activaron en la semana que pasó. Resulta clave la postura del liberal autónomo Guillermo Castelo, tentado a sumarse hace semanas, como se contó acá. Lo que está en juego es una relación de fuerzas en la oposición: si esa bancada unida tendrá o no más integrantes que PRO, disminuido tras la partida del ala que responde a Patricia Bullrich. (DIB)