En el Día Mundial del Microbioma, el Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires, promueve la investigación científica en esta temática con la conformación del Grupo de Estudio de Nutrición y Microbiota.
En el interior del cuerpo humano, oculto a simple vista, reside un universo diminuto pero poderoso: la microbiota intestinal. Conformada por billones de microorganismos (bacterias, hongos, arqueas, virus y parásitos) que habitan en nuestro cuerpo, esta comunidad microbiana juega un papel crucial en la salud y bienestar de las personas, influyendo en una amplia gama de funciones corporales que van desde la digestión hasta posibles consecuencias en el estado de ánimo.
En los últimos años, la investigación científica arrojó luz sobre la importancia de la microbiota intestinal, revelando su conexión con diversas enfermedades y condiciones de salud. Desde la obesidad y la diabetes hasta las enfermedades inflamatorias del intestino y los trastornos mentales, la composición y el equilibrio de la microbiota intestinal parecen tener un impacto significativo en nuestro bienestar general.
En ese sentido, durante 2023, el Grupo de Estudio de Nutrición y Microbiota del Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires realizó el trabajo de revisión “Probióticos en el Síndrome de Intestino Irritable (SII) del adulto: análisis de la evidencia internacional” con el objetivo de relevar y examinar las recomendaciones propuestas por guías y consensos internacionales avalados científicamente sobre el uso de probióticos en el tratamiento de SII.
En este trabajo se revisaron 12 guías y consensos internacionales sobre gastroenterología de organismos oficiales que identifiquen como parte del tratamiento del SII en adultos el uso de probióticos y se obtuvo como resultado que Bifidobacterium longum y Lactobacillus plantarum son los más recomendados. Específicamente, Bifidobacterium longum 35624 fue la cepa de mayor frecuencia encontrada, logrando mejoría en distensión abdominal y flatulencias. “El uso de probióticos es seguro, existe gran evidencia demostrada, aunque es importante establecer las especies y cepas con mayor especificidad junto a dosis y tiempo”, remarcó la licenciada en Nutrición (MP 3157), Vanesa Brolli.
En conclusión, a partir de este trabajo se informaron mejoras significativas para los síntomas individuales típicos (dolor, hinchazón, flatulencias, regularización de la frecuencia evacuatoria y mejora en la consistencia de las heces) como también en la calidad de vida y satisfacción general en los participantes de los estudios, mejorando la adherencia al tratamiento.
“Actualmente estamos en proceso de crear un registro de probióticos disponibles en el país, detallando sus aplicaciones para diferentes síntomas, recomendaciones de dosificación, tipos de cepas específicas y demás información relevante para facilitar su elección y uso adecuado”, destacó la licenciada en Nutrición (MP 6252), Patricia Mariela Chávez, quien integra el Grupo de Estudio de Nutrición y Microbiota del Colegio de Nutricionistas bonaerenses junto a sus colegas Vanesa Brolli, Mercedes Furlong, María José Luna y María Rioja.
Es crucial resaltar que las investigaciones en este campo están en constante avance. Un ejemplo reciente es el descubrimiento de la bacteria intestinal Dysosmobacter welbionis, productora de butirato. Esta bacteria presenta un potencial beneficioso para el manejo de trastornos cardiometabólicos específicos asociados con la obesidad y la diabetes tipo 2, aunque se requieren más estudios para confirmarlo. “Esto va en línea con el descubrimiento de la bacteria comensal Akkermansia muciniphila hace unos años atrás, asociada a la mejora de la salud metabólica de las personas con obesidad, permitiendo la regulación de la respuesta inmunológica, la sensibilidad a la insulina, la prevención de enfermedades inflamatorias y la salud metabólica”, señaló la nutricionista María Rioja.
El uso de bacterias aisladas de la microbiota intestinal, permitió el desarrollo de probióticos de nueva generación. Si bien los estudios en humanos aún son limitados, los candidatos con mayores beneficios son la Akkermansia muciniphila y Faecalibacterium prausnitzii. Actualmente el uso de probióticos (en su mayoría Lactobacilos y Bifidobacterias) son una alternativa prometedora para ayudar a mejorar la microbiota, junto con la alimentación, el descanso, ejercicio físico y manejo del estrés. Cabe aclarar que el uso de antibióticos afecta a la composición de la microbiota intestinal. “Respecto a la alimentación, muchas veces surgen dudas con los alimentos fermentados que utilizan microorganismos para su elaboración, si bien su consumo es beneficioso para la salud, por varias razones no podemos llamarlos a todos probióticos”, concluyó Brolli.