La severa tormenta solar que llegó a nuestro planeta este viernes y que podría continuar todo el fin de semana dejó imágenes increíbles de cielos pintados con todas las variaciones del rojo en gran parte del país, sobre todo en Tierra del Fuego, donde las imágenes del fenómeno hicieron “estallar” las redes sociales. Sin embargo, algunos expertos difieren con respecto al origen de lo que se vio en el cielo, y aseguran que no se trató en rigor de lo que se considera una aurora austral.
Según contó a DIB una persona residente en Ushuaia, capital de la provincia fueguina, cuando volvía a su hogar advirtió el resplandor rojizo en el cielo y pensó equivocadamente que se venía una nevada, ya que “cuando está por nevar el cielo se pone anaranjado”. Pero enseguida “me di cuenta de que había estrellas, así que nevada no era”. Y entonces notó la aurora.
Las fotos del fenómeno en la provincia más austral de Argentina dieron la vuelta al mundo, pero lo cierto es que los cielos rojizos se advirtieron mucho más al norte, lo cual es completamente infrecuente. Así, se difundieron fotografías de lugares tan inverosímiles para la aparición de auroras como Monte Hermoso, en la costa bonaerense; Venado Tuerto, en la provincia de Santa Fe, y en Santiago del Estero.
Por lo general estas manifestaciones luminosas se producen en cercanías de los círculos polares, pero en periodos de intensa actividad solar pueden observarse en otras latitudes.
Por qué se producen
“El sol emite continuamente lo que se denomina ‘viento solar’ que básicamente es una lluvia de partículas que las desparrama por todo el sistema solar”, contó a Infobae Diego Bagú, astrónomo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Si bien la corriente solar es constante, las tormentas solares ocurren cuando “esa lluvia de partículas es más intensa, por lo que se emiten muchas más partículas que el promedio de cuando el sol está en una actividad normal”.
En consecuencia, la mayor afluencia de partículas distribuidas, en diferentes medidas, afectan a todos los planetas que componen el sistema solar. Sin embargo, Bagú señaló que las partículas, al ingresar en nuestro planeta, “interactúan con el campo electromagnético terrestre”, el cual cumpliría una función vital en el proceso, ya que las ondas que lo componen le permiten desviarlas hacia los polos magnéticos situados en el norte y sur del globo terráqueo.
De esta manera, el astrónomo indicó que, una vez que las partículas ingresan en los polos magnéticos, toman contacto con las moléculas de la atmósfera terrestre. “Ahí se producen descargas eléctricas que básicamente son las luces que se observan de las auroras tanto boreales como australes”, explicó al hacer referencia a los choques que se producirían entre las partículas solares y las moléculas atmosféricas.
La última vez que se vieron auroras en el sur argentino continental fue hace más de 20 años, en octubre de 2003.
Otra opinión
En tanto, otros expertos aseguran que los resplandores actuales no son exactamente auroras, sino el resplandor de la plasmasfera, o magnetósfera interna, bombardeada por partículas de alta energía. De hecho, el flujo de partículas solares “empuja” la plasmasfera contra la superficie de la Tierra y el brillo provocado por el bombardeo es más visible.
La astrofísica rusa residente en Chile Natasha Romanova señaló la diferencia en una publicación en sus redes: “Las auroras tienen una apariencia distintiva debido a la dependencia de las trayectorias de las partículas de las líneas del campo magnético a lo largo de las cuales se mueven y penetran en la atmósfera”, mientras que “el bombardeo de la plasmasfera por partículas energéticas es un proceso caótico y turbulento, no tiene una estructura clara. Es algo así como una ‘inflamación’ de la magnetosfera”.
De todos modos, afirma la experta, el fenómeno -que también se replicó en el hemisferio Norte, donde las auroras se vieron hasta en el norte de Italia- es tan llamativo que “a nadie le importa si es realmente una aurora u otra cosa, hasta una invasión extraterrestre”. (DIB)