Los armadillos son una familia de mamíferos exclusiva de América. Llamativos por sus corazas de placas óseas y su cola, hoy existen una veintena de especies de estos y seis de ellas pueden encontrarse en territorio de la provincia de Buenos Aires.
Las especies de armadillos de la actualidad están emparentadas con los extintos y gigantes gliptodontes (que llegaban a pesar una tonelada), aunque sus tamaños son mucho menores. Se trata de animales de patas cortas, ágiles y grandes cavadores.
En 2019, los investigadores Agustín Abba, Emmanuel Zufiaurre, David Bilenca y Sergio Vizcaíno, publicaron en la revista de divulgación científica Ciencia Hoy el artículo “Los armadillos de la provincia de Buenos Aires” en el que dieron cuenta de las diferentes especies que se encuentran en territorio bonaerense y cómo estas responden a las alteraciones del ambiente.
Los científicos -de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y del Conicet- explican en esa publicación que en la provincia se hallan seis especies de armadillos: el peludo (Chaetophractus villosus), el piche llorón (Chaetophractus vellerosus), la mulita pampeana (Dasypus hybridus), el piche patagónico (Zaedyus pichiy), el pichiciego menor (Chlamyphorus truncatus) y la mulita de nueve bandas.
Asimismo, señalan que “hasta alrededor de 1930 formaba parte de ese grupo el mataco o quirquincho bola (Tolypeutes matacus), una especie del ecosistema chaqueño que hoy no parece estar presente en latitudes más australes que el norte de San Luis”
Uno por uno
Los investigadores explican el armadillo más distribuido y abundante de Buenos Aires es el peludo. Este puede avistarse en todo el territorio provincial, tanto “en hábitats naturales como modificados”. Un ejemplar adulto pesa unos 3 kilogramos. “Como casi todos los armadillos, su dieta es omnívora, pero a diferencia de otras incluye carroña, por lo cual es común verlo merodear ganado muerto”, señala el artículo publicado en Ciencia Hoy.
Otro armadillo distribuido ampliamente por el territorio bonaerense es la mulita pampeana, típica de los ambientes de pastizal. Esta especie se encuentra en toda la provincia, a excepción del extremo sur, y tiene un peso promedio de 2 kilogramos. Entre sus características distintivas está la poliembrionía, mecanismo a través del cual “las hembras gestan crías genéticamente idénticas que provienen de un único óvulo fecundado”.
El piche llorón, de unos 800 gramos de peso, tiene dos poblaciones separadas en territorio bonaerense: una se encuentra en gran parte del oeste provincial y la otra abarca el este costero del Río de La Plata (en la zona de la bahía del Samborombón y alrededores), “asociada con los cordones de conchilla”. “La especie prefiere suelos sueltos y arenosos, y es la única que, ante una amenaza, emite gritos similares al llanto de un niño”, detallan los científicos.
El piche patagónico se puede avistar hoy en el oeste y sur bonaerense, aunque en otros tiempos supo llegar hasta el centro de la provincia. Pesa en promedio unos 900 gramos y tiene capacidad de hibernar para sortear periodos de escases de alimentos y bajas temperaturas.
Asimismo, el pequeño pichiciego menor está presente en un sector medanoso del sudoeste provincial. El mismo, explican los investigadores, pesa nada más que unos 100 gramos y “vive bajo tierra y posiblemente sólo emerja en contados momentos de su vida”.
Finalmente, también se encuentra en un sector pequeño de la provincia la mulita de nueve bandas, que también tiene entre sus características la poliembrionía. Esta especie no se conocía en territorio bonaerense hasta el 2008, cuando se empezó a registrar en el Delta. Un ejemplar adulto alcanza los 4 kilogramos.
Cambios en el hábitat
En el trabajo publicado en Ciencia Hoy se señala que en las últimas décadas hubo grandes cambios en los campos bonaerenses por las formas de producción agropecuaria. En este marco, “tanto el peludo como la mulita pampeana están modificando su patrón de uso del hábitat”.
“Al parecer, los primeros se han visto favorecidos y están más activos en lotes agrícolas, en especial en rastrojos de soja, pues parecen seleccionar terrenos con menor altura de la vegetación, que les permitirían desplazarse con más facilidad y escapar mejor de predadores como perros domésticos y seres humanos”, señalan los investigadores.
En tanto, advierten que “la mulita pampeana está menos presente en campos agrícolas que en ganaderos” y que sus poblaciones se verían afectadas por la acción humana como “el uso de insecticidas, que disminuyen la abundancia de hormigas, uno de los principales componentes de su dieta”.
Además, indican que “la abundancia de la mulita pampeana aumenta en campos más alejados de los centros urbanos, y que disminuye con mayor abundancia de perros”. “Todo esto produjo una declinación de sus poblaciones, las que habrían disminuido entre 20% y 25% en la última década”, explican.
Por otro lado, los investigadores advierten que en el este bonaerense el piche llorón está amenazado por “la extracción comercial de conchilla” y especulan con que la distribución de la mulita de nueve bandas “continúe en expansión”. (DIB)