(Por Andrés Lavaselli )Axel Kicillof ensaya tres vías de respuesta en los hechos al apretón financiero nacional que le complica la gestión, todas las cuales tienen trasfondo político: 1) Trabaja con el resto de los gobernadores en una unificación del precio del pasaje de colectivos para el interior. 2) Aumentó el sueldo a los docentes pero no pagará el Incentivo, lo que asegura un inicio conflictivo de las clases cuya responsabilidad será eje de disputa entre él, Javier Milei y los gremios 3) Extremará la pelea judicial por los fondos, lo que seguramente termine en la Corte. Suprema
Ese triple escenario se desarrolla contra el fondo de una disputa de Milei con los gobernadores que puede entrar en mutación. Hasta ahora es una pelea dura, pero en las últimas horas aparecieron signos de distención. En principio, hay que anota el viaje del ministro de Interior, Guillermo Francos, a Salta para ver a Gustavo Saenz y un posible encuentro con varios mandatarios en la CABA esta semana. Atención: con guiños que podrían profundizarse si prospera algún tipo de acuerdo entre Milei y Mauricio Macri. Por lo pronto, Ignacio Torres, de Chubut, no solo salió a apoyar a Lali Espósito: también dijo que él y Rogelio Frigerio están para construir. Es una declaración con menos rebote mediático pero más sustancia política.
No es esa, claro, la sintonía del Gobierno con el peronismo más cercano a Cristina Kirchner. Y especialmente no la es con Kicillof. En la cima del poder libertario usan una palabra para describir lo que le espera al gobernador bonaerense: “asfixia”. La metáfora es dura, pero da cuenta precisa de lo que viene pasando hace dos meses en términos de financiamiento. En La Plata lo saben bien. Por eso archivaron las primeras hipótesis que entendían al nuevo gobierno como una especia de neo menemismo político, que iba a apretar pero evitando que la sangre llegue al rio. Nada de eso: el temor a un desborde en el Conurbano que derrame a la Casa Rosada no parece inquietar a Milei, que en ese plano, como en otros, razona por fuera de los marcos de la política tradicional.
La respuesta que atina a dar Kicillof se desarrolla tanto en el plano político como en el de la gestión. La cuestión de la tarifa lo ilustra bien. Kicillof trabaja en un pasaje a $1000 para el interior, unificado con el resto de las provincias. Es una ingeniería complejísima porque la situación de caja de cada una es muy diferente. Pero es el precio que quedaría luego de eliminar el Fondo Compensador. Si bien la existencia de empresas que operan en varios distritos favorece un acuerdo, la política vuelve cualquier entendimiento frágil. Otra vez, el temor es al factor Macri. De todos modos “Si Llaryora y Pullaro (Córdoba y Santa Fe) respaldan la movida”, podrían avanzar sin los mandatarios de PRO, se envalentonan en la Gobernación bonaerense. El golpe de efecto buscado es simbólicamente doble: mostrar consensos por fuera de Nación, y hacerlo para crear un pasaje de “Mil-ei”.
Si en el caso del Transporte Kicillof decidió, por motivos políticos, no cubrir el bache que deja Nación ($1.000) aunque podría hacerlo –la idea es no facilitarle a Milei un ajuste con el que no está de acuerdo-, en el capítulo docente de lo que se trata es de una imposibilidad. La Provincia vería aún más complicadas sus finanzas si desembolsara montos que en enero ascendieron a %15.500 millones durante todo el año. Por eso, el Gobernador dio un aumento que se aplica al componente salarial que paga provincia que casi equilibrará lo que dejarán de percibir por FONID. Para los docentes, entonces, en el mejor de los casos no habrá aumento. La estrategia de Kicillof busca que los gremios hagan pagar el costo del conflicto a Milei. En FEB y SUTEBA evalúan si un paro es la herramienta más conveniente para hacerlo.
El tercer plano, el del reclamo formal por el financiamiento, se abrió con la carta del Gobernador al ministro Luis Caputo. Allí pide por el Fondo de Fortalecimiento Fiscal, que Alberto Fernández creó que direccionar recursos a la provincia durante la crisis policial de 2020. Como se trató de un decreto, Nación cree que podrá recortarlo con otro decreto. El otro ítem grueso son los dineros del Pacto Fiscal, recursos que María Eugenia Vidal cedió con Macri a cambio de rediseñar el Fondo del Conurbano. Aquí hay una batalla legal en puerta que probablemente llegue a la Corte. Además de los tiempos, será determinante la inclinación del trío Rosatti, Maqueda y Lorenzetti.
Un pliegue interno, partidario, del enfrentamiento Milei – Kicillof es la tregua que propició entre el Gobernador y Máximo Kirchner. Se expresó en el proyecto de Ley para prorrogar el FONID. Kicillof y Kirchner tiene intereses divergencias y nunca serán amigos. Pero en el corto plazo tal vez el Presidente logre que se asiente una convivencia nueva entre ellos. En La Plata dicen que un factor de unificación es la conducción común que ejerce Cristina Kirchner. Es una forma elíptica de plantarse ante el documento político de la ex vicepresidenta. La lectura del núcleo político de Kicillof es que ella salió al ruedo para reposicionar ante un eventual acuerdo Milei-Macri. “Quiere dejar en claro que el gobierno será del expresidente”, especulan. Mientras, aprovechan: si Cristina recupera centralidad, Kicillof puede retrasar la instalación de su figura a nivel nacional. “Si somos mencionados ya, en febrero 2024, como posibles recambios presidenciales, no llegamos al 2027”, explican. (DIB)