La provincia de Buenos Aires cuenta en su territorio con tres pequeños lagartos únicos que están asociados a ambientes estrechos. Dos de estas especies fueron declaradas Monumentos Naturales, mientras que una tercera fue descubierta hace pocos años.
La “lagartija de las dunas” (Liolaemus multimaculatus), la “iguana de cobre” (Pristidactylus casuhatiensis) y la “lagartija oculta” (Liolaemus absconditus) son especies endémicas bonaerenses. Respectivamente, están relacionadas a ambientes costeros, a las sierras de Ventania y a las sierras de Tandilia.
La “lagartija de las dunas” y la “iguana de cobre” son del grupo selecto de Monumentos Naturales bonaerenses y gozan de protección absoluta. En tanto, la “lagartija oculta” fue dada a conocer a inicios de 2018 por un grupo de investigadores.
Camuflada en la arena
La “lagartija de las dunas” es un reptil pequeño que cuenta con una cabeza con forma de pala, petequias en su lomo y una cola corta de la que puede desprenderse para dejar como señuelo de sus depredadores. Se trata de una especie endémica de la Costa Atlántica bonaerense (en donde se considera que está aproximadamente el 90% de su distribución) y del extremo noreste de la provincia de Río Negro.
“Es un saurópodo, un pequeño saurio, de unos 10 centímetros en su estado adulto, que habita en el primer perfil de dunas costeras marinas donde las especies vegetales son escasas”, le explicó el año pasado a DIB el guardaparques Alejandro Leiss, a cargo del “Monumento Natural Lagartija de las Dunas”.
Y agregó: “Tienen una cola corta que pueden cortar parcialmente con un movimiento que hacen de un lado a otro. Cortan los vasos sanguíneos y eyectan la cola que queda moviéndose por sí misma. Es un cebo para que el depredador se entretenga. Ahora, esa cola la vuelve a regenerar solo una vez. Ya no puede volver a cortarla”.
La zona en que vive este animal costero, declarado Monumento Natural de la provincia de Buenos Aires en 2017, es muy acotada: comienza en la primera franja de médanos después de las playas y se extiende por unos 100 o 200 metros hacia adentro del continente. La mayor amenaza que afronta es el avance de proyectos urbanísticos sobre su hábitat.
Un reptil de metal
La “iguana de cobre”, también declarada Monumento Natural de la provincia de Buenos Aires en 2017, es un endemismo estricto de las sierras de Ventania: sólo se encuentra en esta formación montañosa.
Esta especie es un pequeño reptil de cola larga y cabeza triangular, con extremidades robustas que le permiten desplazarse. El macho tiene un color verde como oxidado y la hembra es más amarronada.
“Este reptil, parecido a una robusta lagartija, mide unos 35 centímetros de largo total, de los cuales la mitad pertenecen a su cola”, señala el Ministerio de Ambiente bonaerense en su web. Y agrega: “No está emparentada con las iguanas, las que habitan otras partes del mundo, pero sin embargo le han puesto este nombre probablemente debido al fuerte color verde como óxido de cobre que presenta el macho”.
La iguana de cobre se encuentra generalmente a partir de los 700 metros de altura sobre el nivel del mar. Declarada como una especie en peligro crítico por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, su conservación depende del manejo del pastizal serrano de Ventania.
El secreto de Tandilia
En febrero de 2018, un grupo de investigadores de Conicet, de la Universidad Nacional de Mar del Plata y de la Secretaría del Medio Ambiente de la Municipalidad de General Pueyrredon dieron a conocer en la revista internacional sobre taxonomía “Zootaxa” una nueva especie de lagartija: la “lagartija oculta”.
La “lagartija oculta” tiene aproximadamente unos 17 centímetros de largo. De coloración marrón, vive preferentemente en zonas rocosas y tiene poca tendencia a la exposición en ambientes abiertos. “Es una especie totalmente propia de las sierras de Tandilia”, contó en 2018 Oscar Stellatelli, uno de los investigadores del grupo que dio a conocer la especie.
En esa ocasión, Stellatelli explicó que “las sierras de Tandilia son el ecosistema con menor grado de protección del sudeste bonaerense y están constantemente amenazadas por la actividad expansiva agrícola-ganadera de la zona”.
“La conservación de la ‘lagartija oculta’, como así también de otras especies de flora y fauna nativa persiste debido al paisaje agreste que actúa como refugio y reservorio. Los avances de cualquier actividad económica hacia las sierras pueden poner en peligro a estas especies”, agregó. (DIB)