(Por Andrés Lavaselli )La situación social y el temor a su inminente deterioro, el avance del narcotráfico y una novedad clave para combatirlo y, claro, las negociaciones por algunas medidas contenidas en la “Ley Ómnibus”, como el nivel de retenciones y el manejo de los hidrocarburos, forman parte de una agenda que se activó esta semana, pero que está lejos de la atención todavía. Es la que conversan Axel Kicillof y varios de sus pares de PRO, la UCR y el PJ no K, especialmente tres de la zona núcleo, que gobiernan territorios fronterizos con Buenos Aires.
No se trata de una acción de conjunto, ni tampoco de una red en la que todos participen de todo lo que se conversa. Mucho menos de la instancia preliminar de algún acuerdo formal. Es más más bien de un conjunto de contactos coincidentes, a veces directamente entre gobernadores y otras por cuenta de funcionarios de primer nivel. Da cuenta, eso sí, de los intereses y las preocupaciones en común y de las difíciles relaciones que todos mantienen con Javier Milei.
La acción del narco impulsó uno de esos vínculos. Ocurrió cuando Kicillof, hace unos días, a Maximiliano Pullaro, su par de Santa Fe, para solidarizarse por las amenazas que sufrió. El bonaerense dudaba de la veracidad hasta que su ministro de Seguridad, Javier Alonso, certificó que era creíble y le dio detalles. El caso es estremecedor: asesinaron a un gomero “al voleo” solo para decirle a Pullaro que le iba a “pasar lo mismo”. El santafesino y el bonaerense hablaron y comenzó a aparecer una agenda concreta y compartida.
Lo que ocurre en Rosario y su puerto, y en la vecina San Nicolás y el suyo, es uno de los ejes de preocupación común. Hace unos días, Alonso se vio con su par santafesino, Pablo Cococcioni, con quien ya tenía contactos. Quedaron en intentar sumar a los ministros de Córdoba y Entre Ríos a un trabajo coordinado. “Estamos en otro momento, ya pasó la era Nordelta, ahora se esconden en la zona núcleo”, dicen en el gabinete bonaerense. La referencia es, obviamente, a la deportación desde córdoba de la familia del “capo” ecuatoriano “Fito” Macías.
El otro nudo de esa red es la Nación. Patricia Bullrich le dijo a Kicillof en Bahía Blanca que está interesada en la idea de que los delitos de narcomenudeo vuelvan a ser federales. Alonso ya se vio dos veces con ella por este tema. La idea es que las investigaciones no desvinculen lo que ocurre a gran escala con los articuladores locales. En Santa Fe, que conversa con Bullrich soluciones específicas para el distrito, está de acuerdo con la idea de Kicillof. Si Córdoba y Entre Ríos se suman podría haber una coincidencia a cinco puntas.
El cordobés Martín Llaryora, un peronista no K, habló esta semana con Kicillof. Le adelantó lo que luego ocurriría: su negativa a la suba de las retenciones a las economías regionales. Uno de los pedidos que, si termina de tener el OK de Milei, podría destrabar la sanción de la Ley Ómnibus en Diputados. Las relaciones del bonaerense con Rogelio Frigerio, su par entrerriano, son fluidas desde antes del 10 de diciembre. Aunque Frigerio viene de PRO, los unió la coordinación para intentar revertir los efectos de la baja de ganancias y ahora el diálogo es frecuente.
La preocupación por el agravamiento de la situación social sobrevuela todas estas charlas. Está en la base del temor a la expansión narco, pero también del impacto sectorial de algunas medidas nacionales. Kicillof lo habló con Ignacio Torres –Chubut, JxC- respecto de la industria pesquera, así como exploró con Claudio Vidal –Santa Cruz, sindicalista peronista ahora no K- la materia de hidrocarburos, otro ítem que Nación quiere modificar. Una cosa quedó clara en estas charlas: nadie sabe demasiado de la estrategia presidencial a mediano plazo.
Reunión para apoyar el paro
Los gobernadores del peronismo opositor también extremaron sus contactos entre sí. De ese núcleo salió la cumbre del jueves con la conducción de la CGT y las CTA, para apoyar el paro del miércoles. Aunque hay que hacer una primera excepción: no participó el tucumano Raúl Jaldo, el que tiene la relación más cercana con el ministro del Interior, Guillermo Francos. Ese vínculo, de todos modos, lo preserva de una ruptura. Es que funciona como “nexo” de todo el grupo con el gobierno nacional.
La otra ausencia fue la de Máximo Kirchner ¿Recelará de la exposición de Kicillof, que aparece lejos de la idea que atribuyen a Cristina Fernández –compartida por Sergio Massa- de esperar en segundo plano a que la crisis termine de mellar el ánimo colectivo antes de accionar? Si así fuese, se equivocaría: el Gobernador estará presente en la calle esta semana pero eso no significa que haya cambiado su estrategia de elegir los combates que da.
Aunque haya aparecido más expuesto, no hay “sindicalización” en el caso de Kicillof, sino una intención de dar una señal de acompañamiento a la sociedad en un contexto complejo. Salirse de la mira del presidente, no ser un “blanco estático” sigue en su agenda, aunque Milei lo confunda –casual o intencionadamente- en las redes con un fake. (DIB)