(Por Andrés Lavaselli )Bajo supervisión estrecha de Cristina Fernández, Axel Kicillof y Sergio Massa conformaron una especie de equipo de emergencia para delinear y aplicar una receta para intentar sortear la crisis cambiaria, una operación0 de la que puede depender el rol de ambos en el escenario electoral. Mientras, la irrupción de José Luis Espert en Juntos por el Cambio abrió un nuevo capítulo del tironeo entre halcones y palomas PRO.
Hay dos escenas públicas que retratan bien los polos entre los que se mueve Kicillof hoy. Una ocurrió en la mini gira por el interior bonaerense del viernes. El gobernador aceptó en una de sus paradas el desafío de Victoria Tolosa Paz a jugar una interna provincial. Fue una forma de confirmar su objetivo reeleccionista, mientras sus operadores –intentando ser irónicos- pedían que la eventual candidata mencionara los cinco o seis intendentes que, dice, puede sumar al espacio.
Pero dime de qué alardeas y te diré de qué careces: Kicillof está lejos de sentir la seguridad que muestra. En realidad, venía de quedar impresionado por lo que había vivido el jueves en el Teatro Argentino. Allí fue, obviamente después de la vicepresidenta, el único dirigente ovacionado ¿Y cuál sería el problema? Que si la vice finalmente no es candidata termine por imponerse una suerte de “operativo clamor” que lo eyecte a la candidatura nacional.
Además de esa escena, pesan en el cálculo de Kicillof motivos que considera objetivos. 1) El deterioro económico puede transformarlo en el kirchnerista que mejor mida, a excepción de CFK, por el impacto que tendría en la figura de Sergio Massa. 2) Tras la declinación del Presidente, ve más difícil que su sector arme realmente listas para una PASO. 3) El desafío de Daniel Scioli no termina de arrancar, más allá de la voluntad de embajador. 4) “Wado” de Pedro mide muy poco.
No es casual que en el entorno del Gobernador ensayen argumentos para un eventual cambio de escenario. El principal se resume del siguiente modo: si el FdT tuviese un candidato nacional que mida menos que Kicillof en la Provincia, podría arrastrarlo a una derrota aun siendo el postulante que mejor mide en PBA. Y perder la reelección es asomarse al “efecto Vidal”: la licuación de su carrera. La inversa, ser derrotado para Presidente pero representando al PJ en una elección difícil le aseguraría una sobrevida política.
Claro que Kicillof trabaja para reelegir. Por eso, tiende puentes con Massa bajo las directivas de CFK. Son órdenes que van más allá de enfocar a Javier Milei como el principal adversario. La Vice está preocupadísima por la evolución de la economía, al punto que tomó esa gestión casi en sus manos. Kicillof coordina con Massa ese hacer, bajo una premisa que es casi una cláusula de seguridad: advierte que si el plan que se aplica se aleja de lo conversado, lo marcará en público.
Una de las primeras concreciones de ese esquema, que en parte ya venía operando pero ahora lo hace con prescindencia casi total del Presidente Fernández, es el intento de acuerdo con Brasil. Kicillof participa de la triangulación para intentar que Lula Da Silva acepte financiar las importaciones desde ese país a Argentina, lo que implicaría un menor gasto de reservas. Eso acercaría, a su vez, la posibilidad de un rediseño del acuerdo con el FMI.
El clima en que se llevan adelante esas conversaciones es, por momentos, dramático. “Son dos o tres semanas”, dicen en La Plata. Si no se alcanza y sostiene una cierta estabilidad cambiaria en ese período, la pendiente puede ponerse pronunciada para Massa. El ministro, para colmo, deberá explicar otro mal número de inflación. Y detrás de la caída de Massa, Kicillof ve su –indeseado- ascenso. Eso, si CFK no aparece con una sorpresa, incluida su propia postulación. Alqo que nadie que conozca su historia puede descartar.
El factor Espert
La foto de unidad de PRO en la casa de Jorge Triaca demostró que Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta puede posar juntos. Pero dejó fuera de plano el principal punto de discordia actual: de qué modo se incorporará el liberal José Luis Espert al espacio.
Expediente presentado para contrarrestar la fuga de votos por derecha, el desembarco de Espert está lejos de ser neutral: el liberal siempre orbitó en torno a Rodríguez Larreta, aunque dicen que esta vez la negociación la llevó Diego Santilli. Obviedad: la que acepta en superficie pero está que trina es Patricia Bullrich, que cree que acaban de plantarle un candidato a Presidente que le saca votos a ella. Por eso, jura que hará todo lo posible para que Espert represente una línea interna, pero como candidato a Gobernador.
El que mira, tal vez divertido, es Milei, se llevó a su espacio a muchos dirigentes que hasta su irrupción estaban con Espert y ya tiene casi definida a Carolina Píparo como su representante bonaerense. Es algo que le importa relativamente: él sabe que su fuerza es él mismo y casi nada más. Y con eso le alcanza y sobra, por ahora. (DIB)