(INFOBAE) Cada vez quedan menos piezas sueltas de la trama mafiosa detrás del crimen de Mauricio Cordara, el chofer del vicepresidente de la obra social de UATRE. En las últimas horas, la Agencia de Investigación Criminal (AIC) de Santa Fe capturó a Iván Alonso (19), quien ante la Policía provincial admitió haber conducido el Fiat Palio rojo del que bajó el sicario y mató al asistente de Pablo Ansaloni el 18 de noviembre pasado en la cuidad bonaerense de Colón.
Alonso, que tenía pedido de captura por homicidio agravado por ensañamiento y alevosía en calidad de coautor, se había teñido de rubio para evitar ser reconocido por los agentes que lo buscaban. Sin embargo, no logró engañar a la brigada de la AIC, bajo la dirección de Damián Meza, que lo seguía. Fue detenido el 27 de enero pasado en una estación de servicio ubicada en las calles Mendoza y Cullen, del barrio Belgrano, en Rosario.
En ese momento, según indicaron fuentes del caso, admitió que era la persona tras el volante del vehículo involucrado en el homicidio. Sus dichos deberán ser refrendados ante el Ministerio Público de la Acusación. Sin embargo, dijo que le habían pagado 50 mil pesos para conducir el coche y que nada sabía del encargo, indicaron fuentes del caso a Infobae. El día del crimen, lejos de denunciarlo, retomó el camino rumbo a Rosario, desde dónde habían salido, sin tener en cuenta que las cámaras de seguridad registraron su paso.
Aún resta atrapar a “Calamar”, el sicario que accionó el arma que se equivocó de víctima: están convencidos de que Ansaloni era el blanco del ataque. Las fuentes indicaron que el encargo salió desde el pabellón 8 del penal de Piñero y que descreen de la “confesión” de Alonso, que aún no declaró en la causa. Por el contrario, creen que ambos fueron contratados en “combo”, una de las modalidades utilizadas por el sicariato rosarino conformada por un conductor y un ejecutor.
¿Cómo llegaron hasta los autores materiales del crimen? “Cruce de líneas. Filtramos las líneas de Rosario que daban en Colón al momento del hecho y las seguimos con las antenas, había dos que iban y venían juntas al momento del hecho, intervenimos esas líneas y llegamos a los dos”, detallaron los investigadores que esperan las pericias de la veintena de celulares que secuestraron en el último allanamiento en el pabellón evangelista (el 20) de la cárcel de Piñero, donde estaba alojado Ochoa.
Lo curioso es que Alonso fue reducido por los agentes a bordo de otro Fiat rojo, esta vez, conducido por su hermano.
Chats
Gran parte de la investigación se basó en los chats encontrados en el celular de Ochoa, al que tuvo acceso Infobae, dedicado a la venta de autos robados desde prisión para cometer ilícitos. En ese dispositivo encontraron las pruebas sobre el Palio.
“Amigo necesitan un auto de los de Miami para hacer un laburo y lo descartan”, le pregunta Fernando Burgos. Ochoa responde: “Sí, tengo el Palio rojo. Yo lo pagué seis”, dice al negociar el valor del vehículo que guardaba en una cochera de México y República. Luego, los dos hombres charlan de la operatoria para hacer el intercambio.
Después del homicidio, tiene una conversación con quien sería otro interno en la que hace referencia al crimen en Colón. “Lo re gatilló”, “Le dio al que no era”, le dice su interlocutor. Los mensajes, en este punto, habían sido eliminados.
Luego, retoma el tema con otro compañero de encierro agendado como “Siervo negrito”, probablemente, en referencia a la religión predominante en el pabellón y por temor de ser desalojado del mismo tras allanamientos en las celdas en busca de pistas.
En esa conversación, Ochoa detalla la situación del auto que quedó filmado en el homicidio de Colón. Asegura que el vehículo fue vendido, pero no tiene la boleta firmada. “Yo el auto lo vendí una fecha 16 y el hecho fue un día 22 y el 19 el comprador lo denunció robado. Es decir que lo vendo, a los tres días se lo roban y a los seis días cometen el hecho en Buenos Aires”, intenta explicar.
Luego, menciona que una persona (Vallejos) fue detenida con ese auto en la ruta Nº 34 por la localidad de Ibarlucea y, por esa razón, entraron a su celda a realizarle una requisa buscando un celular. Siervo le replica en audio: “No me cierra nada de lo que me decís”.