¿Qué se encontró en la laguna el Doce y en la zona de la laguna Las Lágrimas en los distintos trabajos que se realizaron?
En el año 2003 comenzaron a desarrollar estudios arqueológicos sistemáticos en los ambientes lagunares del sur de Santa Fe. Específicamente en el departamento General López. Allí identificaron varios sitios con concentraciones de material arqueológico y específicamente intensificaron los trabajos en la Laguna El Doce, dada la gran cantidad de material arqueológico que se desplegó sobre la playa, luego de la bajante de las aguas.
José María Bustos, vecino de la localidad de San Eduardo que se encontraba trabajando en campos aledaños, fue quien dio aviso de los materiales en ese momento. En la Laguna El Doce se logró identificar la ocupación humana más antigua conocida para el sector en estudio.
Las dataciones radiocarbónicas ubican a las primeras ocupaciones durante el Holoceno temprano, con un fechado sobre restos óseos humanos en 8.274 años antes del presente y en el Holoceno medio con 7.026 años, datado sobre huesos de guanaco con evidencias de corte antrópico.
De acuerdo con los análisis macro y microscópico sobre mineralogía y texturas de las rocas se determinó que los posibles lugares de obtención eran los Sistemas Serranos de Tandilia y Ventania (ortocuarcita, metacuarcita, ftanita y esquisto) y las Sierras de Córdoba y San Luis (cuarzo, sílices, ortogneis y granitos), afloramientos que se localizan a más de 300 kilómetros de la laguna.
Para el Holoceno tardío, pudieron registrar varias ocupaciones humanas en los ambientes lagunares, como en El Doce y Las Lágrimas, en Las Marías, Villa Cañás, y localidades arqueológicas Las Encadenadas, lagunas La Grigera, El Pedernal y Melincué.
En estos sitios se registraron áreas de inhumaciones, con lo que se pudo determinar la modalidad de los entierros, edad y sexo de los individuos, aspectos tafonómicos que modificaron los restos, dieta a lo largo del Holoceno y en la actualidad se están realizando nuevos estudios sobre morfometría ósea y ADN antiguo.
¿Quiénes colaboran en este estudio?
Los trabajos de investigación que se vienen realizando se enmarcan en el proyecto “Investigaciones arqueológicas de grupos cazadores-recolectores holocénicos en los ambientes lagunares del sur de Santa Fe (Campo de Dunas del Centro Pampeano, Argentina)”, radicado en la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, dirigido por el antropólogo Juan David Avila y co-dirigido por la antropóloga Mariela Gallego.
Cabe aclarar que este equipo de investigación pertenece al CEIA (Centro de Estudios Interdisciplinarios en Antropología, de la Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario) y está integrado por diferentes especialistas en análisis cerámico, lítico, restos óseos humanos y faunísticos: Carolina Píccoli, Carolina Barboza, Silvia Avila, Susana Pusterla y estudiantes de la carrera de antropología, Mariela Carvallo, Magalí Torri, Alejandro Alonso, Facundo Victorio y Morena Vélez Pérez.
Además se fueron incorporando miembros del equipo técnico profesional del Área de Antropología y Paleontología del Museo Provincial de Ciencias Naturales “Dr. Ángel Gallardo”, del Ministerio de Cultura de la Provincia de Santa Fe, Germán Giordano, Fernán García y Belén Molinengo.
También se sumaron a los análisis químicos específicos sobre elementos residuales de las superficies activas de artefactos de molienda y restos de vasijas cerámicas, integrantes del Laboratorio “Luis Pasteur” de la Escuela Superior de Comercio de la UNR, bajo la dirección técnica de Paloma Moreno.
Ahora se trabaja en forma conjunta con la profesional Ludmila Menéndez, antropóloga biológica de Conicet, que está investigando desde la Universidad de Bonn (Alemania) y la Universidad de Viena (Austria) sobre la aplicación de métodos morfométricos y estadísticos para observar la variación anatómica de las poblaciones humanas que habitaron las lagunas del Sur de Santa Fe y así discutir los patrones dietarios y de movilidad.
A su vez Nicolás Rascovan, de la Unidad de Paleogenómica Microbiana del Instituto Luis Pasteur de Paris, se encuentra analizando los restos óseos humanos de las lagunas El Doce y Las Lágrimas a fin de estudiar las enfermedades infecciosas de las poblaciones humanas durante el Holoceno, utilizando secuenciación masiva de ADN y bioinformática.
¿Tiene algún correlato lo encontrado en San Eduardo con lo que recientemente se encontró en la laguna de Melincué?
Sí, es la presencia de evidencias de asentamientos de pueblos originarios, donde la materialidad es semejante a los eventos de ocupación registrados para el Holoceno tardío, es decir, a partir de los 4.000 años antes del presente.
En ese período, las poblaciones indígenas desarrollaron industrias líticas no solo de artefactos e instrumentos tallados, sino principalmente tuvieron gran importancia los artefactos manufacturados por picado, pulido y abrasión, como son los molinos, morteros y sus manos de piedra, ya que este mobiliario tiene larga duración en el tiempo y, por ende, fue dejado en los sitios para ser reutilizado en diferentes momentos de ocupación. También se destacó la presencia de armas arrojadizas como fueron las bolas de boleadoras utilizadas para la caza de grandes presas como lo fueron el guanaco y el ñandú, así también como arma de defensa.
También se pudieron observar como semejanza entre los asentamientos de finales del Holoceno de Melincué, Las Lágrimas y El Doce, la gran variedad de rocas utilizadas para la talla de artefactos cortantes, punzantes y raspadores. Ello lleva a pensar que estas sociedades tenían vinculaciones con diferentes grupos cazadores-recolectores de distintas áreas de la región pampeana y de otras aledañas, con los cuales intercambiaron y circularon información no solo sobre las rocas, sino también sobre los distintos aspectos y saberes de la manufactura cerámica. Esta situación implicaría diferentes procesos de intercambios e interacciones sociales que se estarían desencadenando en estos ambientes lagunares.
¿Los hallazgos sorprendieron o están dentro de lo previsible?
Lo sorprendente de estas investigaciones arqueológicas fue poder reconocer el evento de ocupación de pueblos originarios más antiguo para la provincia de Santa Fe y uno de los más antiguos de la región pampeana. Esto sucedió a finales de 2010 con la recepción de los resultados de los fechados radiocarbónicos realizados sobres restos óseos humanos y de guanaco.
Esto dio una repercusión a nivel mundial de los estudios y nuevas perspectivas de abordaje de los sitios en discusión y trabajos conjuntos con otros colegas del país y del extranjero, comparando con otros sitios de la región pampeana. Actualmente los hallazgos fechados de la Laguna El Doce están presentes en publicaciones científicas internacionales dada la importancia de la presencia humana de alrededor de 9.000 años antes del presente.
Las lagunas cercanas a San Eduardo tienen una carga mística. Incluso llegó a decirse que Las Lágrimas era por el calvario que sufrieron los aborígenes asentados en ese lugar. ¿Esto es así o es sólo un mito?
Las leyendas que circulan por el pueblo y la región sobre el origen del nombre Las Lágrimas de esta laguna que se encuentra frente al pueblo de San Eduardo, remiten a un suceso que pudo haber ocurrido a orillas de ella hacia finales del siglo XIX, en un encuentro fortuito entre un grupo de arrieros y otro de indígenas. Según las versiones escuchadas, se pudo haber producido un ataque a los arrieros por parte de los indígenas del cual sobrevivió una sola persona, que en unos relatos hacen referencia a un arriero criollo y en otros a un indígena de la región. Entonces se menciona que ese sobreviviente, debido a las heridas recibidas y a la pena por haber perdido a sus compañeros, lloró largamente por varios días escondido entre los pajonales. La veracidad de este relato no la podemos corroborar, lo único que nos queda es la transmisión oral del mismo por varias generaciones que va incorporando diferentes matices a la historia.(Foto Tapa El Litoral)