La decisión del juez bonaerense Néstor Adrián Salas cobra relevancia porque ratifica que, si bien el Estado nacional tiene autoridad para aprobar la comercialización de transgénicos y agrotóxicos, son las provincias las que conservan la potestad para su liberación efectiva en los territorios porque tienen el dominio sobre los recursos naturales.
Según informa la agencia de noticias Tierra Viva, para el juez Salas la liberación del primer trigo transgénico aprobado en el mundo, podría generar un “daño grave e irreversible” en el ambiente y la salud humana. Se refiere tanto al cultivo como a los agroquímicos asociados; en este caso, el glufosinato de amonio, un herbicida más tóxico que el glifosato.
“Si se libera el material en territorio bonaerense, siendo este el primer evento genético que se aplicará a la semilla de trigo, podrá importar el cruzamiento del material con trigo no modificado genéticamente de forma irreversible”, advierte Salas. Para fundamentar su decisión, cita un documento de la Comisión Nacional de Biotecnología (Conabia) que detalla “la potencial transferencia horizontal o intercambio de genes” entre el trigo transgénico y las demás semillas.
La cautelar se fundamenta en el principio precautorio presente en la Ley General del Ambiente, que establece que ante peligro de daño grave o irreversible no deben demorarse las medidas tendientes a evitarlos con el argumento de falta de información o certeza científica.
La Comisión de Biotecnología y Bioseguridad Agropecuaria de la Provincia, que el juez exige poner en funcionamiento, tendría que haberse conformado hace más de 20 años, cuando se aprobó la Ley 12.822. Sin embargo, ninguna administración provincial reglamentó la norma ni conformó la comisión.
Una ley incumplida y una comisión que jamás se creó
La ley provincial 12.822, sancionada en 2001, ordenaba la creación de la Comisión de Biotecnología y Bioseguridad Agropecuaria. El objetivo de ese organismo es “elaborar un informe con sus recomendaciones, respecto a la introducción y liberación de material transgénico y anabólicos, sus efectos en los recursos naturales, la salud, la producción y la comercialización”.
En los fundamentos de la ley los legisladores de ese momento consideraron: “Ante el aumento vertiginoso en la utilización de semillas transgénicas, creemos necesario que debe existir un organismo provincial que tenga la función de controlar su utilización”.
Causa Federal
La comercialización del trigo HB4, de Bioceres -propiedad de Hugo Sigman y Gustavo Grobocopatel, entre otros empresarios- fue autorizada el pasado 12 de mayo por el Ministerio de Agricultura de la Nación. La decisión desoyó el reclamo de cientos de organizaciones sociales y campesinas y de miles de científicos que denunciaron la falta de transparencia en el procedimiento de aprobación del trigo HB4, la contaminación que producirá sobre otros trigos no transgénicos y el aumento del uso de agrotóxicos que supondrá su cultivo.
El 19 de mayo el fiscal federal Fabián Canda reiteró ante el juez federal Santiago Carrillo el pedido de suspender de manera urgente la autorización del trigo transgénico HB4 por “los perjuicios irreparables” que puede causar para el ambiente y la salud de la población. (InfoGEI)