(Por Andrés Lavaselli )El lanzamiento del paquete de medidas anti inflacionarias que, el miércoles pasado, realizó el Gobernador Axel Kicillof tuvo un contenido –y un objetivo- más político que económico. Se trató de la enésima advertencia/pedido a Martín Guzmán para forzar un cambio de rumbo drástico, justo en momentos en que se debate la posibilidad de que haya modificaciones en el gabinete nacional. Mientras, en la oposición, la reunión a solas, de una hora y cuarto, que compartieron Mauricio Macri y Diego Santilli, altera presunciones previas.
¿Por qué hizo los anuncios, entonces? Fue su manera de sumar un ultimátum más a Guzmán: o la política económica cambia, o el futuro se pondrá negro para el Frente de Todos. El hecho de que el invitado estrella fuese Roberto Feletti, adversario económico del albertismo, es un signo.
Pero lo que en realidad preocupa en Gobernación es la procrastinación (en La Plata usan términos menos elegantes) de Fernández los preocupa. Dicen que desde que lanzó la guerra contra la inflación, justo antes de dar a conocer el índice de precios de febrero, hasta ahora, no hizo nada contundente. Para ellos, el problema no solo es impacto de la suba de alimentos en los sectores más pauperizados del Conurbano –en torno al 20%- base sociológico-electoral del cristinismo, sino que la inflación está mellando la adhesión de es el asalariado de ingreso medio que, al inclinarse hacia uno u otro lado del espectro ideológico-partidario suele definir las elecciones.
En la Gobernación dicen estar a ciegas respecto de los cambios de gabinete que podría ensayar el presidente Alberto Fernández, cuyo contenido, cronograma e incluso realización misma estuvieron sujetos a mil versiones en los últimos cuatro días. Pero se preparan para resistir un eventual pedido, que pese a versiones que se publicaron dicen no haber recibido, para que Augusto Costa, el ministro de Desarrollo Productivo, se transforme en el reemplazante de Guzmán.
Hay dos razones básicas: 1) Costa pasa por ser el funcionario que mejor decodifica a Kicillof internamente, y por lo tanto es muy difícil de reemplazar. 2) Y más importante: para Kicillof no tiene sentido que Costa migre en soledad, si no cambian a la vez el ministro de Producción (Kulfas), el de Agricultura (Domínguez) y el titular del BCRA (Pesce). Los nombres son indicativos del tipo de política que querría que se aplique.
El razonamiento en La Plata es: si ellos siguen, Costa fracasa y ese fracaso lo pagamos nosotros. “Cuando estaba Coki Capitanich de jefe de Gabinete, a Axel lo empoderaba Cristina, es difícil que eso pase con Augusto y Alberto”, malician en el círculo íntimo del Gobernador. También descartan una versión que juzgan “descabellada”: que Kicillof sea el nuevo ministro. Contra lo que se deslizó, no la atribuyen a La Cámpra. Más bien, miran a Olivos. ¿Un vuelto por el juego más duro del Gobernador?
Cómo fuere, en lo inmediato, habrá que mirar un escenario clave: Qué hará Kicillof –que en los últimos días habló con el secretario de Energía, Darío Martínez y su segundo, Federico Basualdo- con el precio de la electricidad en el interior y La Plata. Sabe que no puede congelarse, pero cree excesivo el 40% promedio que subirá a nivel nacional.
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En la oposición, el cara a cara Macri-Santilli refuerza la posición del diputado en su carrera por quedarse con la candidatura de Juntos para suceder a Kicillof. Dicen que allí el expresidente fue hermético con su propia postulación, pero locuaz con la del “Colo”. No lo respaldará en público, pero los rivales que soñaban con un veto, sobre todo por alguna cicatriz en la relación de la época en que uno comandaba la Legislatura porteña y el otro la jefatura de Gobierno, tal vez deban dejar de lado esa ilusión. Incluso, cerca de Santilli juguetean con la posibilidad de una aparición conjunta en los próximos días.
La novedad se produce justo cuando Néstor Grindetti lanza junto a Julio Garro el partido Juntos Hacemos, la herramienta con la que buscan competir con Santilli. La situación es típica del inicio de las carreras electorales: Santilli, el candidato de Larreta (apoyado por Pichetto, Valenzuela, y con sintonía con el radical Maxi Abad y la CC de Lilita Carrió), logró una señal de Macri. Grindetti, más ligado a al expresdiente, corre por ahora sin objeciones del jefe de Gobierno, más allá de que su preferido sea otro. Ritondo (apadrinado por Vidal) también se anota. Todos están a la espera de que el radicalismo mueva sus fichas. (DIB)