(Por Marcelo Metayer, de la Agencia DIB) Corre 1981. Una pareja sale del cine con su hijo de siete años. Acaban de ver “Los cazadores del arca perdida”. El chico le dice, serio, a su madre: “Yo voy a ser arqueólogo”. Esta escena debe haberse repetido muchas veces, pero en el caso de Carlos Landa, cumplió su sueño.
Y de sentirse Indiana Jones pasó a descubrir la verdadera arqueología, la que tiene algo de aventura pero mucho más de disciplina científica. Así Landa, que se especializó en arqueología histórica en campos de batalla, llegó a ser parte de los trabajos en la Vuelta de Obligado y la batalla de La Verde, en la localidad de 25 de Mayo. “Nos dimos cuenta de que la arqueología podía dar cuenta de eventos que duran horas, no solo de civilizaciones a lo largo de las épocas”, asegura, mientras prepara un trabajo sobre Malvinas y busca una solución al “problema” de los detectoristas.
De ahí llegó a la arqueología de campos de batalla, que “comenzó en los ’80 a partir del trabajo paradigmático en Estados Unidos de la batalla de Little Bighorn”. “Con el tiempo se empezó a entender que la arqueología podía dar cuenta de algún evento que dure solo unas horas, cuando los estudios tradicionales estudian asentamientos humanos que tienen años, décadas, siglos. ¿Qué pasa cuando se juntan 6.000 personas en un lugar, dirimen sus asuntos violentamente y se van? Ese es el desafío de la arqueología de los campos de batalla”, afirma Landa.
“En nuestro país el trabajo pionero en esta perspectiva y que a mi juicio es un modelo mundial es de la Vuelta de Obligado. Ahí empezó a trabajar el doctor Mariano Ramos hace más de 20 años. Es el estudio arqueológico del campo de una batalla que duró ocho horas en 1845 y hoy en día continúa arrojando información sobre ese evento. Ahora, por la bajante histórica del Paraná, aparecieron gran cantidad de sitios a lo largo de todo el río, y en Vuelta de Obligado salieron a la luz las cadenas ‘in situ’ y fijadas”, cuenta el doctor en Arqueología.
La Verde
La Vuelta de Obligado es muy conocida y desde hace unos años hasta tiene su feriado. Pero no pasa lo mismo con la batalla de La Verde, parte “de una revolución casi olvidada, la de Mitre contra la elección de Nicolás Avellaneda en 1874”, cuenta con entusiasmo Landa, que dirigió los trabajos en el lugar.
Mitre desplegó un gran ejército de unos 7.000 hombres contra apenas 800 de José Inocencio Arias, que obedecía órdenes del presidente Domingo Faustino Sarmiento. Arias se ve rodeado y “se mete en un corral de vacas, en la estancia La Verde. Mitre comete el error de atacar esa posición y pierde, se retira y cuando se entera en Junín que su lugarteniente José Miguel Arredondo había sido vencido por Roca se rinde y lo meten preso en Luján”, resume el arqueólogo.
“Llegamos ahí por casualidad”, admite Landa, y continúa: “Alguien se enteró de que yo era arqueólogo y me dijo ‘en mi campo hubo una batalla, la batalla de La Verde’. Yo no la conocía. Llegamos al lugar y si mirabas el campo todavía veías brillar los plomos en superficie que sacaba el arado”.
Afirma que “un episodio de tres horas en el tiempo estaba dejando un registro arqueológico superficial que se puede estudiar de forma sistemática. Una bala es más que una bala, es una bala de plomo, de tal arma, la comparás con las que están alrededor, te termina dando la distribución del poder de fuego, dónde se combatió, cómo fue el movimiento de tropas”.
El problema de los detectoristas
Una gran preocupación para Landa y todos los arqueólogos nacionales es el despliegue de personas con sus detectores de metales por todo el territorio. “Es un problema que creció en los últimos cinco años por el acceso a la tecnología. Esta gente viola la ley 25.743 de protección del patrimonio arqueológico, van y saquean, se llevan cosas de los campos de batalla como suvenires o, peor aún, entran al tráfico ilícito de bienes. Están pelando el país”, lamenta.
Y continúa: “Son grupos que se asocian ilegalmente y explotan el placer de la búsqueda y el hallazgo, pero lo que no dimensionan es que están destruyendo el patrimonio arqueológico. Cuando vos sacás materiales sin estar dentro de un estudio sistemático lo que hacés es dejar agujeros en la tierra y agujeros en el conocimiento”.
Carlos afirma que “estamos trabajando en este asunto con varios colegas viendo cómo abordar el tema. La ley argentina es muy clara en cuanto a la protección de ese patrimonio pero no legisla sobre el dispositivo. Todo el país es un potencial sitio arqueológico y entonces eso requiere un control de las autoridades. Hay dos posturas entre los arqueólogos, una más punitiva y otra más integradora. Quiero que quede claro que ir con aparatos y sacar artefactos protegidos es un delito. Después podemos dialogar”.
Malvinas y las cosas
Se han hecho todo tipo de estudios y trabajos sobre la Guerra de Malvinas, de la se cumplirán 40 años en poco tiempo. Pero Landa está en un proyecto novedoso: “Entrevisto veteranos, por ahora argentinos pero por qué no, en un futuro, británicos, en función del estudio de la cultura material, desde lo antropológico. La idea es charlar en función de su experiencia en relación con las cosas, con los objetos”.
“Las entrevistas, de varias horas, hablan sobre Malvinas y las cosas”, asegura. “Presentamos un proyecto para ver si se puede ir a las islas pero eso por ahora no es muy viable”, reconoce para finalizar. (DIB)