(Por Marcelo Metayer, de la Agencia DIB) El 26 de septiembre de 2011 los noticieros dejaron de informar sobre las próximas elecciones presidenciales y el índice de pobreza. Había ocurrido una explosión sin parangón en Monte Grande, en el partido de Esteban Echeverría. Las imágenes mostraban un caos de escombros, autos amontonados, persianas de negocios arrancadas, ventanas destrozadas. En el epicentro había dos viviendas que quedaron en ruinas. Murió una mujer y hubo ocho heridos. Varios vecinos aseguraron que hubo un gran resplandor antes de la onda expansiva y otros mencionaron haber visto “una bola de fuego en el cielo”. La explicación oficial fue la explosión de un horno pizzero. Pero tanto vecinos como investigadores independientes afirmaron que eso es imposible y que la verdad del suceso se ha ocultado a lo largo de una década.
El hecho sucedió pasadas las 2.10 de ese lunes en cercanías del cruce de la avenida Vernet con la calle Los Andes, del barrio El Zaizar. Una mujer residente frente a las casas destruidas contó esa mañana en televisión que “antes de que pasara la explosión yo sentía como que caían piedras arriba del techo. No le hice caso, pensé que era algún chico que las tiraba. Pero como a la hora y pico se sintió esa explosión que tiró la puerta y las ventanas. Salí y enfrente ya no había nada”.
La explosión destruyó dos casas, tres autos y un local, además de provocar destrozos varias cuadras a la redonda. Ocho personas fueron rescatadas entre los escombros, mientras que la víctima fatal fue identificada como Silvia Espinoza (43), de nacionalidad peruana. La mujer, de visita en el lugar, estaba durmiendo y la vivienda de su familia se le cayó encima.
En el local comercial había un horno pizzero, además de otras tres garrafas. Si bien al principio tanto los bomberos como personal de Defensa Civil que acudieron a la escena del desastre aseguraron que lo ocurrido no se parecía en nada a una explosión vinculada a un escape de gas, más tarde la explicación oficial fue la del estallido de ese horno por una conexión clandestina.
El ufólogo Luis Burgos dijo en su momento con sorna: “El horno pizzero es el ratón hocicudo de Monte Grande”, en referencia a la pretendida explicación de las mutilaciones de ganado de 2002.
Zona de guerra
Lo que haya sido, dejó un desastre. Una zona “de guerra”, como coinciden en llamarla Andrea Pérez Simondini y Pablo Warmkraut, dos investigadores que llegaron ese día al barrio El Zaizar. Simondini -presidenta de la Comisión de Estudio del Fenómeno OVNI de la República Argentina, Cefora– contó a DIB que “me enteré de la explosión cuando me convocan, a eso de las 7 y media, las autoridades de Esteban Echeverría. Vi en las noticias que los vecinos declaraban que algo había caído del cielo y despertó mi interés”. Y continuó: “La primera impresión al llegar al lugar fue horrible, porque estaba lleno de vecinos que andaban sobre de las ruinas”.
Andrea aseguró que “entrevisté a unas 70 personas, pero solo tres me dijeron haber visto una luz en el cielo. De ellas, dos me hablaron de un misil”. También vio a un chico que mostraba una foto a los periodistas: “Decía que era de días anteriores, como prueba de que habían aparecido ovnis”.
Ese joven terminó detenido y más tarde, contaría a la prensa que estaba con un amigo a la hora del estallido y sintió “un zumbido, una luz que nos cegó y la explosión. Hicimos un pique de tres cuadras entre mi casa y el lugar que voló el meteorito. Ahí vimos una piedra roja incandescente y un círculo que parecía ser de carbón. No había fuego, sólo salía humo con olor a azufre. Y la Policía se llevó rápido lo que cayó del cielo”.
De hecho, en el lugar quedó un cráter alargado como una tumba y con un metro de profundidad. Pero ese mismo día el lugar quedó limpio de escombros y se tapó todo con cemento.
“Nunca van a saber qué pasó”
Pablo Warmkraut, director del grupo de investigación ovni Aurora, llegó a El Zaizar “casi al mediodía. Me encontré con Beirut en plena guerra, una zona llena de gente asustada. Llegué hasta muy cerca del lugar de la explosión y empecé a hablar con los vecinos, que coincidieron en decirme que había caído algo y produjo una implosión. Por eso las persianas de los negocios de los alrededores habrían quedado tiradas hacia afuera, y los coches sobre los escombros”. En el lugar, relató, “no solo tres garrafas habían quedado intactas, sino también unas botellas de cerveza”.
“Lo que más me impactó”, contó Pablo, “es que apareció el intendente Fernando Gray y nos dijo ‘ustedes nunca van a saber lo que pasó acá’. Ahí ya me di cuenta de que estaban ocultando algo”.
Warmkraut terminó armando un grupo de Facebook llamado “El Roswell argentino de Monte Grande”, comparando lo ocurrido en 2011 con la famosa caída de un ovni en 1947 en Nuevo México, EE.UU.
Ambos investigadores coinciden en un detalle llamativo: afirman que varios testigos “cambiaron sus declaraciones” al tiempo del hecho.
El horror que ¿cayó del cielo?
Más allá del horno pizzero, las hipótesis sobre lo ocurrido son muchas. Sobre el barrio donde ocurrió la explosión cruza una línea de alta tensión. Se especuló con que se pudo haber producido un arco voltaico que inflamó gas metano procedente del subsuelo. También se sugirió que la explosión la pudo haber provocado el choque de un microcometa de hielo.
Pérez Simondini y Warmkraut tienen sus propias teorías, que en ambos casos involucran algo que vino del cielo. “Yo estoy segura de que cayó un misil”, afirmó la investigadora; para ella, las piedras que oyeron los vecinos sobre los techos eran las partículas que arroja un avión para eludir un arma antiaérea. En tanto, según su colega se trató de un ovni “pequeño, tipo sonda” que habría pegado en un poste que apareció quemado y de ahí cayó en la casa.
Lo cierto es que el lugar donde sucedió uno de los grandes misterios del siglo XXI en Argentina estuvo mucho tiempo deshabitado, y así se lo puede ver en Google Street View. Hace muy poco tiempo, ubicaron allí una verdulería. Pero la causa judicial está estancada, las familias que vivían allí el 26 de septiembre de 2011 jamás volvieron y el horror continúa siendo una pregunta sin respuesta. (DIB)