Agustina Julieta Lima (Agencia CTyS-UNLaM) – En el marco de la campaña global “Julio sin plástico”, en donde se alienta a la población a reducir la utilización de este material en la cotidianeidad, expertos del CONICET dialogaron con la Agencia CTyS-UNLaM sobre su labor en el Río Paraná, en donde estudian las consecuencias de la alta presencia de residuos plásticos en la fauna y el ambiente. Entre las cifras más impactantes, aseguraron que actualmente se pueden registrar 220 envases como botellas o vasos, cada 100 metros cuadrados.
Martín Blettler, investigador adjunto del CONICET (INALI–UNL), explicó: “Queríamos saber cuán problemática es la contaminación por plástico, hasta dónde se expande y cuáles son las consecuencias ambientales de su presencia.
Una vez que empezamos a tener datos generales sobre cantidades de plásticos transportados por la corriente y depositadas sobre la margen del río Paraná, y a entender la dinámica, que es muy variada debido a que está sujeta a las condiciones ambientales naturales -como los vientos, lluvias, fluctuaciones de los caudales y arroyos que confluyen -, empezamos a estimar también el impacto sobre la fauna”.
En este mismo sentido, continuó: “En el año 2016, comenzamos abordando primero los lugares más cercanos y después empezamos a ampliarnos un poco más. Hoy, estamos centrados en lo que es el Paraná Medio, pero sobre todo lo que queríamos con el equipo era ponerle un número a la contaminación plástica y darle relevancia científica a un problema a un problema bien conocido por cualquier ciudadano o ciudadana. Cuantificar su presencia y dar a conocer los resultados mediante publicaciones científicas, es clave para comprender su significancia y planear apropiadas estrategias de mitigación y reducción de residuos plásticos”.
“Es por esto que decidimos no centrarnos en una especie o en un grupo faunístico determinado, sino por el contrario, la idea es tener una visión lo más general posible y ver hasta dónde se expandía. Lamentablemente, dimos con resultados no muy alentadores, ya que encontramos microplástico, es decir pequeñas partículas menores a 5 milímetros, en el tracto intestinal de aves y peces del Paraná y su planicie. Con estos resultados, lamentablemente, confirmamos que los microplásticos están siendo ingeridos por muchas especies, incluso de importancia comercial como el sábalo”, aportó Blettler.
“A su vez, estudiamos el comportamiento de algunas especies de aves que utilizan enormes cantidades de residuos plásticos como material de nidificación, trayendo aparejado graves problemas ecológicos -bruscos cambios de la temperatura y humedad interna del nido, enredos, ingesta por parte de los pichones, entre otros-”, dijo el director del proyecto.
Asimismo, Blettler aseguró que incluso hallaron restos de microplásticos en peces predadores, lo cual indica un estado de alerta: “Esto implica que se está dando el proceso de biomagnificación, que significa que el predador ingirió una presa que a su vez había ingerido microplástico. Así, los microplásticos se están pasando a diferentes niveles tróficos, lo cual genera que la situación esté fuera de control. Por supuesto, habrá algunas que estén exentas, pero, en las que hemos estudiado hasta el momento, en todas encontramos microplástico”, aseveró el biólogo.
En cuanto a los microplásticos depositado en las márgenes del Río Paraná Medio, se pueden encontrar una media de más de 5 mil por metro cuadrado, en tanto que se registraron macroplásticos como botellas, envases, vasos y artículos similares completos, en una medida de 220 cada 100 metros cuadrados. Estos números sitúan al río Paraná como un ambiente altamente contaminado por plásticos.”, según los especialistas.
Ciencia ciudadana: un trabajo en conjunto con la población
Desde el equipo de investigación afirman que otra de las problemáticas se debe a las interacciones que ocurren entre las especies de fauna que habita en la zona del Paraná con los plásticos externos: los llamados “enredos”, que se producen cuando un animal, como un ave, un pez o un mamífero, queda atrapado en un residuo plástico, como por ejemplo tanzas de pesca, un fragmento de red, una botella o una bolsa.
En este sentido, se registraron más de 45 especies (aves, peces, mamíferos e invertebrados) directamente afectadas por enredos y otras interacciones con macroplásticos, es decir plásticos mayores a 2,5 cm, trayendo aparejado una reducida movilidad y capacidad de alimentación hasta incluso la muerte en muchos casos.
Por su parte, la ingeniera Clara Mitchell, investigadora en la Universidad Nacional de Rosario (UNR), indicó que, para poder realizar el trabajo científico de observación en esos casos, se abrió una convocatoria bajo el concepto de “Ciencia Ciudadana”, “para que ciclistas, caminantes, pescadores, y ciudadanía en general que vean este tipo de encuentros de una especie interactuando con un residuos plástico, lo registre con fotografías mediante una serie de pautas que les indicamos”.
En poco más de seis meses y gracias al aporte de la gente, se pudieron registrar aproximadamente 90 casos de especies interactuando con residuos plásticos de todo tipo, muchas de ellas con consecuencias letales, que no habían logrado evadir la trampa que les originó el fragmento plástico, en las cuales su mayoría se trataron de líneas de pesca y de redes rotas, así como de empaques de alimentos, como bolsas. En esta misma instancia, se cuantificaron también 30 especies de aves atrapadas por estos mismos mecanismos y cerca de diez especies de peces.
“Es necesario difundir más el impacto del plástico en cuanto a su toxicidad, sobre la salud humana y también en cuanto al ecosistema fluvial y el terrestre, incluso la polución en el aire. Todo es un problema y muchas personas no lo ven como tal”, aseguró el doctor en Ciencias Biológicas, Elie Abrial (INALI-CONICET-UNL), parte del equipo de trabajo.
Plásticos con dueños: La responsabilidad de las marcas como generadoras de residuos
¿Qué sucede cuándo se puede reconocer la marca en los envases que no se degradan y sólo generan contaminación? “Creo que también estaría bueno que pongamos atención en quienes los están originando. Nos pasó de encontrar plásticos enterrados que, en algún momento, quedan expuestos producto de la erosión, que estaban en un estado de fragmentación avanzada por el paso del tiempo, generando y dispersando en el ambiente enormes cantidades de microplásticos”, afirmó Blettler.
En esta misma línea, para buscar soluciones ante estos elementos que fluyen por las aguas del Paraná, Blettler y Abrial resaltaron que se encuentran trabajando en un proyecto paralelo, financiado por National Geographic, en el cual “la idea es crear barreras flotantes y determinar si son efectivas o no, y medir su grado de efectividad a la hora de retener plásticos en un intento de evitar que pasen de los arroyos urbanos hacia el río Paraná”.
“Es muy importante, y sobre todo en estas fechas de concientización, poner sobre la mesa de discusión estos temas en forma interdisciplinaria y holística. Pero esto debe ser desde el conocimiento y resultados científicos, que avalen nuestras opiniones. Y desde trabajos realizados acá, en Argentina, con nuestros problemas puntuales y nuestras miradas locales”, concluyó Blettler.