(Relato de Eduardo Cormick, escritor *). El Padre Denis nació y se crió en Belfast, fue un luchador del catolicismo en un ambiente de confrontación con el protestantismo. Fue incorporado al ejército británico durante los últimos cuatro años de la segunda Guerra Mundial. Al ser licenciado se quedó en Londres trabajando como actor de teatro. Después se instaló en París como profesor de inglés. Allí le surgió la vocación sacerdotal pero él quiso hacer los estudios eclesiásticos en el país de Jesús y se fue a Jerusalén donde fue admitido en el Seminario de la Iglesia Oriental. Esta Iglesia estuvo separada de Roma durante 1.000 años y luego volvió, conservando sus propias estructuras.
Los sacerdotes de la Iglesia Oriental pueden casarse. Previo a su ordenación deben decidir si van a permanecer célibes o van aspirar al matrimonio. Denis optó por el celibato. Menos mal, porque ninguna mujer hubiera soportado su turbulenta, aunque santa vida. Al ser ordenado el Patriarca lo asignó a una parroquia de Jerusalén. En esa función tomó partido por la causa palestina en contra de los sionistas, a los que el calificaba como “los nazis modernos”. Se transformó en un dolor de cabeza para el Patriarca.
Un sacerdote argentino que estaba de turista trabó amistad con él y le abrió el interés por radicarse en nuestro país. Lo consultó con el Patriarca quien vio una oportunidad de sacarse un problema de encima y le facilitó los trámites para ser trasladado a una parroquia del rito oriental en Rosario. Una vez instalado en Argentina fue habilitado para oficiar en el rito latino, además del oriental original. Con el tiempo se fue integrando progresivamente a la Iglesia Católica Romana.
En algún momento consiguió permiso para trasladarse a Brasil e incardinarse en una diócesis de ese país. Allí demostró públicamente su profunda antipatía hacia el gobierno militar lo que provocó que cuando se le venció la visa no se la renovaran. Tuvo que volver a la Argentina.[…] Al tiempo le pidió permiso al obispo para realizar un viaje por países de Latinoamérica, que en ese momento hervía de movimientos guerrilleros. El permiso le fue concedido con la recomendación de que tuviera mucha prudencia en sus manifestaciones políticas. A los pocos días apareció una foto en un diario importante de Denis, en la selva, abrazado con con “Inti” Peredo, un jefe guerrillero famoso. El obispo quedó sumamente contrariado.
Al volver lo recibió la Diócesis de San Nicolás, que siempre tuvo las puertas abiertas para él. Lo mandaron a una pequeña localidad donde se peleó con un grupo de viejas que cuidaban la capilla y, que según él, se habían tomado muchas atribuciones. Desde allí lo mandaron como teniente cura a Colón, mi pueblo.
Quiero aclarar que Denis siempre fue profundamente religioso a pesar de sus actitudes políticas. Todo lo hacía con la mayor autenticidad.
Lo invité varias veces a comer a mi casa y pude disfrutar de su amena conversación y profunda cultura. Después de cada visita le regalaba una botella de whisky. Me decía: “ponela en un paquete, Barny, para que no se vea, porque la gente no nos entiende a los irlandeses”. […]
Estando Denis en Colón se suscitó un conflicto con el Consejo de Administración de la Cooperativa de Electricidad. Como siempre, Denis se puso en contra del poder y participó en manifestaciones y polémicas que llegaron a adquirir singular virulencia. El párroco, Marciano Alba (carismático sacerdote español) lo dejó hacer, nunca lo desautorizó ni lo apoyó en ese tema.
Respondiendo al pedido de un obispo peruano que pedía sacerdotes voluntarios para aldeas aisladas en la cordillera, Denis se anotó, omitiendo consignar su edad, que superaba largamente el máximo que había establecido el obispo solicitante. Fue aceptado y destinado a un pueblo de la montaña. No tuvo empatía con sus feligreses. No pudo aceptar sus pautas culturales ni sus hábitos higiénicos. Pero, por si eso fuera poco, reformó el templo de acuerdo con su criterio estético y arrojó a la basura un ambón que los feligreses consideraban una reliquia. Además Denis había iniciado una campaña en contra del general jefe de la región militar. Para peor, el general era hermano del obispo. Por supuesto que devolvieron a Denis a la Argentina sin agradecerle los servicios prestados.
De vuelta en la diócesis de San Nicolás fue destinado a Pergamino, donde es muy bien recordado.
Denís cobraba en libras esterlinas la pensión militar como ex combatiente del ejército británico.Con el cambio argentino era mucha plata. Debido a su generosidad la paga le duraba tres días porque le dada a todo el que necesitaba. Después pasaba necesidades, hasta días enteros sin comer, porque su orgullo le impedía pedir.
Cuando ya estaba viejito, un sobrino le ofreció llevarlo a Irlanda para vivir con su familia. A él le pareció bien la idea. Le hicimos una hermosa y muy concurrida despedida en Pergamino. Con tristeza, como se despide a un amigo muy querido a que no se volverá a ver. Al tiempo estaba de vuelta. […]
Fue recibido por un párroco, el padre Nadur, quien le consiguió una casa en un barrio popular. Denis siguió trabajando en la viña del Señor.
Una vez entraron a robar en su casa y él sorprendió a los ladrones. Sin dudarlo el viejito la emprendió a trompadas contra los tres jóvenes. El resultado fue una paliza que resintió la salud de Denis.
Fue un hombre auténtico, apasionado y santo.
Yo nunca coincidí con sus ideas políticas pero respeto su testimonio.
Estoy seguro que está en el Cielo y QUE BRILLA PARA ÉL LA LUZ QUE NO TIENE FIN.
El padre Denis Fitzpatrick, irlandés nacido en Belfast en 1917 era, para los asuntos legales, británico. Tal vez eso explique que no me resultó fácil encontrar alguien de la comunidad irlandesa de Argentina que me supiera contar de él, hasta que me acordé de Bernardo Sheridan, a quien agradezco y felicito por su relato.
Agradezco también a Gustavo Ng, que me despertó el interés por esta maravillosa persona.
* Fitpatrick murió en Pergamino el 17 de julio de 2014.
* Eduardo Cormick es miembro fundador e integrante del Consejo 2020-2022 de la Asociación de Estudios Irlandeses del Sur.