(Por Marcelo Metayer, de la Agencia DIB.) San Nicolás es una ciudad del norte bonaerense que se derrama a orillas de un brazo del Paraná llamado arroyo Yaguarón. Desde la década del ’50 del siglo pasado su identidad estuvo vinculada con la producción metalúrgica y se la llegó a conocer como “la ciudad del acero”. Pero allá por 1983 una humilde vecina comenzó a recibir mensajes de la Virgen María, que le anunció que tenía intenciones de instalarse en el lugar: “Soy Patrona de esta región… Quiero estar en la ribera del Paraná”. Tres años después empezó la construcción del inmenso santuario de la Virgen del Rosario de San Nicolás. El templo aún no fue completado, pero recibe un promedio de 1.500.000 peregrinos anuales de todo el país y de naciones vecinas, atraídos por uno de los mayores fenómenos espirituales de Argentina, que le terminó cambiando el apodo a San Nicolás por “la ciudad de María”.
Todo empezó el mes de septiembre del año en que el país volvía a tener un gobierno democrático. El sábado 24 Gladys Herminia Quiroga de Motta, una mujer muy religiosa que en ese entonces tenía 46 años, vio iluminarse el rosario colgado en su habitación y rezó. Primero con vecinos presentes, que vieron el fenómeno, y luego sola. Al día siguiente, domingo 25, mientras rezaba se le apareció la Virgen María con el Niño Jesús en brazos y un rosario. Según contó Gladys, la aparición fue silenciosa: solo hizo ademán de darle a la mujer su propio rosario.
“Vi a la Virgen por primera vez”, escribió más tarde la mujer. Tres días después ocurrió la segunda aparición, exactamente igual a la anterior. Y el 5 de octubre, lo mismo.
Pero el 7 de octubre, en la fiesta del Rosario, la cosa fue distinta. Gladys de Motta se animó a preguntarle a la aparición “qué esperaba de nosotros. En ese momento la imagen se borró y apareció la visión de un Templo”.
El 12 de octubre Gladys se animó a contarle las apariciones a su confesor, el padre Carlos Pérez, presbístero de la catedral de San Nicolás. Y al día siguiente, 13 de octubre, la Virgen le habló por primera vez. “Has cumplido. No tengas miedo, ven a verme; de mi mano caminarás, y muchos caminos recorrerás”. Y agregó una referencia bíblica, “Ezequiel 2, 4 a 10”. Allí Dios se queja de su pueblo rebelde: “Son hombres obstinados”.
Los mensajes continuaron esporádicamente hasta el 15 de noviembre de 1983. Ese día, antes de la Virgen, Gladys afirmó que se le presentó Jesucristo por primera vez y le habló. Más tarde María sentenció: “Soy Patrona de esta región; haced valer mis derechos”. A partir de ese día los mensajes comenzaron a ser diarios.
Según cuenta el teólogo y especialista en apariciones marianas René Laurentin en “María del Rosario de San Nicolás”, Gladys reconocía que se iba a aparecer la Virgen cuando sentía “como un hormigueo en los brazos. Entonces sé que Ella viene. Cierro los ojos y aparece”. A veces las personas cercanas perciben un perfume de rosas o una sensación de calor.
El 24 de noviembre Gladys se dirigió con un grupo de personas al campo cercano a su casa, donde María le había dicho que quería su templo. En el medio de la noche apareció un rayo de luz que marcaba el lugar exacto donde se construyó el santuario; además de la mujer, también lo vio una nena de 6 años. Al día siguiente Gladys recibió este mensaje: “Elegido está el lugar de mi morada; todo queda en vuestras manos”.
El 27 de noviembre la mujer vio en la Catedral la imagen de la Virgen del Rosario, relegada al campanario por su estado de deterioro, y de inmediato reconoció a la aparición que le habla desde hacía ya dos meses. La Virgen le dice entonces: “Quiero estar en la ribera del Paraná”.
En su mensaje del 2 de diciembre, “la Virgen me dijo: ‘Gladys, debes hacer acuñar una medalla con mi imagen de la advocación María del Rosario, y en el reverso, la Santísima Trinidad con siete estrellas’”.
El 16 de noviembre de 1984 la señora Gladys de Motta recibe, como tantos otros místicos, los estigmas de la Pasión de Cristo en sus muñecas.
En 1985 el Municipio de San Nicolás donó el terreno para el Santuario (el “Campito”). El 25 de febrero del año siguiente se realizó la primera misa en el lugar. El mismo día pero en agosto monseñor Salvador Castagna anunció en su homilía la colocación de la piedra fundamental del Santuario. Y el 13 de octubre de 1987 comenzaron las obras.
Segunda etapa
En ese momento comenzó la segunda fase de esta historia. “En todo primer acontecimiento hay un mensaje, la Virgen se da a conocer a Gladys y después naturalmente el mensaje va dejando lugar al hecho por sí solo. Son procesos y etapas”, asegura a DIB el párroco Luis Prieto, actual rector del santuario. De hecho, el libro “Mensajes” atesora los casi 1900 dictados de la Virgen y de Cristo a Gladys Motta entre 1983 y 1990, año en que monseñor Castagna anunció la necesidad de poner fin a la divulgación de los mensajes “por considerarlos suficientes y para evitar que se desvirtúen”.
“Los mensajes anunciaron la llegada de la Virgen y luego pasaron a un segundo plano. Ahora el acontecimiento habla por la imagen de la Virgen, el Santuario que está, la casa donde la Virgen vive, María convoca a través de la imagen”, afirma Prieto.
Si los mensajes a Gladys Motta dejaron de publicarse en 1990, eso no significa que no los continúe recibiendo. “Ella lo que recibe se lo entrega en un sobre al obispo, que decide si ve o no la publicidad. La vidente, más allá de que recibe esta gracia, es una persona de carne y hueso. Entonces puede generarse alguna repetición. Por eso monseñor Castagna decidió no publicar más los mensajes, no es que haya algún secreto”.
Allá por 2016, el obispo de San Nicolás, monseñor Héctor Cardelli, declaró que “las apariciones ocurridas en San Nicolás serían de carácter sobrenatural”. “Monseñor Cardelli se lanzó un poco solo y hace su afirmación como obispo diocesano, no es que haya venido algo del Vaticano y lo manifieste”, reconoce Prieto.
De esa manera, en 2017 el nuevo obispo de San Nicolás, monseñor Hugo Santiago, determinó “poner fin, de manera definitiva, a la difusión de los mensajes de la señora Gladys de Motta referidos a la Virgen María” en su advocación de María del Rosario de San Nicolás. “El Vaticano me contestó afirmativamente que eso era lo más conveniente para la fe mariana”, aseguró el prelado.
Ladrillo sobre ladrillo
Mientras tanto, el Santuario se fue construyendo paso a paso. “En 1989 se terminó la primera etapa de la construcción. Las bases de la cúpula se finalizaron en 2000. La obra siempre fue al ritmo de las donaciones. Aquí no hubo grandes dádivas. Como manifestaba siempre monsñor Castagna, ‘el único padrino del Santuario es el pueblo’. Nadie hizo grandes aportes, solo los pequeños aportes de la gente sencilla, que pone de manifiesto su amor a la Virgen.”
“Vamos a cumplir 38 años del acontecimiento y la parte edilicia del templo está terminada -continúa el sacerdote-. Faltan terminaciones, las luces, un ambulatorio que está dentro del templo, barandas, el piso, las dependencias externas y el revestimiento final del templo”.
Una vez finalizado, “el Santuario tendrá una capacidad para 6.000 personas. Nosotros los 25 -de mayo y septiembre, cuando reciben más gente- usamos el Campito, lo que llamamos el Templo exterior. Allí hay un altar y toda una explanada donde entran más de 70.000 personas”.
Búsquedas y milagros
¿Qué busca tanta gente? “Fundamentalmente, el sacramento de la Reconciliación, que es el gran milagro de San Nicolás”, afirma el rector del Santuario. Hay otros milagros, claro. Se habla de curaciones milagrosas, de conversiones, de búsquedas. También, de uno de los fenómenos más mencionados, y que también aparece en otros lugares donde se manifestó la Virgen: la llamada “danza del Sol”. “Yo fui testigo de ese fenómeno el 25 de mayo de 1986, ese día fue muy masivo. Era seminarista y estaba acompañando la imagen de la Virgen que salía de la Catedral hacia el Campito. Cuando íbamos en la procesión el Sol estaba muy fuerte. Pero levanté la vista y tuve una sensación de que el Sol iba y venía y lo podía mirar sin que me hiciera daño a los ojos. Entonces le digo a mi compañero, que iba atrás mío: ¿Vos ves lo que yo estoy viendo? Me responde que sí. Cuando el portador de la cruz, que iba encabezando la procesión, pone el pie en el Campito, apareció una nube chiquitita que se abrió y se formó como una cruz, en un cielo completamente despejado”, cuenta Prieto.
Muchos otros testigos vieron manifestaciones similares. Así, Marina Giaveno, que participó de una multitudinaria misa en el Campito, relata a DIB que “era por 1991 o 1992. Sentía perfume como a lirios, otros hablaban de perfume a rosas. En el momento de la consagración todos empiezan a decir ‘miren, miren’. Levanté la vista hacia el Sol, que no me lastimaba. Se puso rosa y giraba. De golpe, del Sol rosa salió otro Sol, que parecía blanco. El Sol bailaba, giraba y en un momento se dividió”.
Celebración en pandemia
El año pasado, con la pandemia de coronavirus, las multitudes dejaron de ser bienvenidas en todas partes. También pasó en San Nicolás. “Cerramos el santuario el 15 de marzo del año pasado. Ahora está abierto y viene gente. Lo que no recibimos, y así lo estamos expresando, son peregrinaciones masivas, micros ni nada de eso. Mientras tanto seguimos transmitiendo las misas por Facebook y YouTube. En Semana Santa tendremos las celebraciones normales”, asegura el rector.
¿Qué sucederá este 25 de septiembre? Imposible preverlo, todavía. Pero más allá de la asistencia física o no, es seguro que el corazón de muchísima gente estará puesto en esa ciudad del norte bonaerense, donde un día de 1983 un rosario comenzó a brillar y la historia cambió para siempre. (DIB)