El ex cura Carlos Eduardo José, de 62 años, fue absuelto este martes en el juicio al que llegó acusado de haber abusado sexualmente de una alumna del colegio parroquial que dirigía en la localidad bonaerense de Caseros, entre sus 12 y sus 21 años, mientras otras dos víctimas aguardan la decisión de la Suprema Corte bonaerense para poder impulsar sus propios procesos.
El fallo del Tribunal Oral Criminal número 2 de San Martín se conoció en horas del mediodía, y tras ello se registraron una serie de incidentes en la puerta del tribunal, debido al enojo de la gente que esperaba una condena.
“Los abogados y los jueces son cómplices de un pedófilo. No lo puedo creer, no lo puedo creer…”, dijo entre lágrimas Mailín Gobbo, la denunciante, minutos después de conocida la sentencia. “¿Cómo dejan libre a alguien que corrompe a los niños? Esto es violencia”, agregó y cuestionó a los allegados al acusado, que celebraron dentro de la sala el fallo absolutorio.
Según los jueces Raúl Luchelli Ramos y Mónica María Carreira, absolvieron al ex cura debido a que prescribió el delito de abuso sexual gravemente ultrajante triplemente agravado por el que era enjuiciado. “Es una vergüenza, nunca se negaron los hechos”, aseguró el abogado Héctor Silveira, representante de la joven.
Al menos otras tres mujeres denunciaron al exsacerdote por abusos, y ahora esperan que la Justicia resuelva si las causas prescribieron o pueden avanzar hacia el juicio oral.
El religioso había llegado a juicio acusado de abusar entre 1999 y 2008 a una alumna del colegio parroquial que él dirigía -el Instituto San José Obrero-, en Caseros. Tanto la querella como la fiscalía habían pedido una pena de 20 años de prisión, mientras que la defensa había solicitado la prescripción de la causa o la absolución.
La denunciante, Mailín Gobbo, contó que los ataques denunciados ante la Justicia se reiteraron entre sus 12 y 21 años. En segundo año de secundaria decidió cambiarse de colegio, pero no pudo perder contacto con el sacerdote, que seguía concurriendo a su casa como amigo de la familia.
La chica necesitó muchos años de terapia psicológica para asumir lo que había vivido con el entonces cura y animarse a denunciarlo. Incluso, según contó su madre tiempo atrás, tuvo que abandonar la facultad. “Cuando me llevaba a confesar me hacía sentarme en su pierna y ponía su mano en mi zona”, le reveló la joven a la fiscal de Delitos Sexuales de ese distrito, Mariana Piwarczuk.
Su declaración coincide con la de otra ex alumna que también habría sido agredida sexualmente; ambas dicen que muchos de los abusos se daban en la pileta del colegio: “Me acuerdo que él me agarraba con el motivo de enseñarme a nadar y por debajo del agua me manoseaba”, aseguró esta otra denunciante. (DIB)