Ramón Carrillo el gran sanitarista argentino, en el 115º aniversario de su natalicio

Ramón Carrillo entre 1946 y 1954 fue el primer Ministro de Salud de la Nación. Creó por todo el país centenares de establecimientos sanitarios, la mayoría hospitales, e institutos de especialización como los Institutos del Quemado y de Gastroenterología, imponiendo que todos fueran gratuitos.

Dirigió un equipo de personas muy jóvenes en campañas que lograron vencer numerosas enfermedades infectocontagiosas como el paludismo, la sífilis y las venéreas, terminando las epidemias de tifus y brucelosis.

Redujo drásticamente el índice de muertes infantiles de 90 a 56 por cada mil, y disminuyó las muertes por tuberculosis de 130 a 36 cada cien mil.

Creó gran número de escuelas para formar a los agentes de salud -médicos, enfermeros y auxiliares-; fundó EMESTA, primera fábrica nacional de medicamentos; impulsó la creación del Instituto Nacional de la Tradición, seguro de que la buena salud se promueve al cultivar las raíces culturales y artísticas.

Integró la tradición científica conocida como escuela neurobiológica argentino-germana, activa en el Hospicio de la Mercedes y el Hospital de Alienadas, luego llamados Hospital José T. Borda y Hospital Braulio Moyano, y produjo asimismo trabajos de antropología filosófica, dejando esbozada una «Teoría general del hombre».

Exiliado, enfermo (hipertensión mal atendida), políticamente perseguido (sus libros y cuadros en Buenos Aires fueron saqueados) y tras padecer con su familia grave pobreza, falleció en Belem do Pará, Brasil, el 20 de diciembre de 1956, asistido por su hermano, el Dr. Santiago Carrillo, discípulo y principal colaborador en las tareas ministeriales y científicas.

No obstante tales condiciones, durante ese último año de vida produjo trabajos de antropología filosófica.

Ramón Carrillo inventó técnicas de diagnóstico: la yodoventriculografía; la tomografía, que por falta en la época de medios electrónicos no pudo integrar la computación, pero fue precursora de lo que hoy se conoce como tomografía computada; su combinación con el electroencefalograma, llamada tomoencefalografía.

Logró valiosos resultados investigando las herniaciones del cerebro que ocurren en sus cisternas (hernias cisternales) y las consecuencias de una conmoción o traumatismo cerrado cerebral (síndromes postconmocionales); descubrió la enfermedad de Carrillo o papilitis aguda epidémica; describió en detalle las esclerosis cerebrales durante cuya investigación realizó numerosos trasplantes de cerebro vivo entre conejos (en el Bioterio del Hospital Borda, parte del Monumento Histórico Nacional situado allí), y reclasificó histológicamente los tumores cerebrales y las inflamaciones de la envoltura más íntima del cerebro (aracnoides), inflamaciones llamadas aracnoiditis.

Propuso una «Clasificación de las enfermedades mentales» que fue ampliamente empleada antes de las actuales.

A los treinta y seis años de edad (1942) ganó por concurso el cargo de Profesor Titular de Neurocirugía de la Universidad de Buenos Aires.

No obstante, en brusco viraje profesional, abandonó su brillantísima carrera como neurobiólogo y neurocirujano y renunció al prestigio y la tranquilidad que le podía brindar tal carrera para dedicarse al desarrollo de la medicina social, desde donde podía realizar y concretar sus ideas sobre salud. Hoy su breve vida, se recuerda como ejemplo. (*) Prof. Lic. Teresita Carrillo y Prof. María Cristina Carrillo, presidenta y vicepresidenta respectivamente de la Fundación Dr. Ramón Carrillo. (InfoGEI)