El control biológico es una figura de muchas caras, una de ellas es el uso de enemigos naturales conocidos también como macrobios. El “secreto del éxito” en el uso de los enemigos naturales como biocontroladores está en abordar su aplicación de manera integral: “Muchas experiencias han fracasado por no haber contemplado todos los aspectos que deben cuidarse. Es la atención a todos los detalles lo que permite finalmente lograr un control efectivo”, sintetiza Andrés Polack, director del INTA AMBA.
El control biológico debe realizarse dentro del contexto más amplio del manejo integrado de plagas. Para que los enemigos naturales puedan ser efectivos la población de plagas debe fluctuar en niveles donde depredadores y parasitoides sean capaces de ejercer un buen control. Esto se logra maximizando las medidas preventivas que apuntan a reducir el nivel de inóculo de plagas. Es importante que el cultivo se desarrolle bajo condiciones ambientales que estén dentro del rango óptimo para el desarrollo de los enemigos naturales. Por otro lado, «un cultivo desbalanceado y en condiciones de estrés es un ambiente muy desfavorable para realizar el control biológico y favorable para el crecimiento de las plagas”, explica Polack.
Se refirió como ejemplo a invernaderos de dimensiones inadecuadas. Por su mala ventilación generan altas temperaturas que afectan el desarrollo del cultivo y la acción de los enemigos naturales y, en cambio, son beneficiosas para las plagas.
El especialista indica que “no puede lograrse un control biológico efectivo sin el uso de prácticas compatibles. Además, se hace clave la calidad de los insectos o ácaros liberados”. Un insumo biológico es mucho más delicado en su manipulación y forma de conservación que un insumo químico.
Existen prácticas que pueden ser muy buenas aliadas del control biológico, destaca el director del INTA AMBA, como el uso de abejorros en la polinización del cultivo de tomate. Favorecen la implementación del control biológico y motivan a los productores a ser cuidadosos en el uso de plaguicidas. Los abejorros reemplazan el uso de hormonas y contribuyen a aportarle mayor calidad al producto cosechado.
Compatibilidades y estrategias
Un aspecto al que hay que brindar particular atención, principal motivo de muchos fracasos, es compatibilidad de los plaguicidas con el control biológico. “En un inicio discriminábamos en dos grandes grupos, los plaguicidas selectivos y los de amplio espectro. Hoy sabemos que esa idea de selectividad, controlar a la plaga y respetar al enemigo natural, se debe analizar caso por caso. Los plaguicidas sistémicos afectan a enemigos naturales como las chinches Orius y Tupiocoris», advierte Andrés Polack, y agrega que «de forma alternativa se alimentan respectivamente de polen o picando la planta. Hay base de datos disponibles en internet en las que se pueden conocer el efecto de un número importante de principios activos de plaguicidas sobre las principales especies de enemigos naturales». Por ejemplo, recuerda el especialista, «en el AMBA realizamos una tabla que nos muestra los plaguicidas a utilizar en el cultivo de tomate: cuáles son los más aptos y cuáles no, con relación a los enemigos naturales de este cultivo».
Otra cuestión clave para que sea exitoso el control biológico, es que los enemigos naturales se instalen en el cultivo lo más tempranamente posible ya que algunas especies de estos macrobios tienen un ciclo relativamente largo en relación al de las plagas que controlan. Por esto es importante lograr anticipar lo que más se pueda esa instalación.
“Aquí se presenta un problema difícil de resolver porque el enemigo natural necesita que la plaga que es su fuente de alimento se instale primero.” ¿Cómo resolver esto? Una posibilidad, responde el técnico, es hacerlo en algunos casos mediante la suplementación con un alimento alternativo como los huevos de la polilla de los cereales o de la harina. Se han logrado en algunos buenos resultados utilizando esta técnica.
Control efectivo
Polack comenta que a lo largo de distintas experiencias se fueron estableciendo los candidatos más promisorios para el control biológico como es el caso de un microhimenóptero Pseudapanteles dignus que «parasita la polilla del tomate y puede hacerlo a lo largo de todos los estadios larvales a diferencia de otros parasitoides que tienen una ventana de tiempo mucho más acotada y, por lo tanto, su control es menos efectivo. En una experiencia donde se aplicaron plaguicidas selectivos se pudo observar como aumentaba el parasitismo a lo largo del cultivo”.
Uno de los casos más representartivos fue la experiencia que se realizó en Los Hornos, La Plata, para manejar las principales plagas del pimiento, el trips y la mosca blanca Bemisia tabaci con un manejo integrado sobre la base del control biológico. Esta última plaga había puesto en crisis la forma tradicional cuando el control químico no solo dejó de ser efectivo, sino que contribuía enormemente a la explosión poblacional de la plaga al eliminar a los enemigos naturales.
“Unos años había ingresado al mismo establecimiento -recuerda el especialista- y literalmente había una nube de moscas blancas”. Nos preparamos para esta experiencia con un esquema de manejo compatible con el control biológico realizando semanalmente el monitoreo de plagas y enfermedades en el cultivo y con una elección muy meticulosa y restrictiva de los insecticidas que se iban a usar.”
Al observar la evolución de la población del trips de las flores, Frankliniella occidentalis y del enemigo natural, Orius insidiosus liberado para su control, se pudo observar como a partir del aumento del O. insidiosus en el cultivo, la población de trips comenzó a disminuir y ser controlada. El hallazgo promisorio fue que una avispita, Eretmocerus mundus, que apareció espontáneamente en el cultivo, tuvo un alto nivel de parasitismo sobre la mosca blanca.
Así, «en las experiencias supervisadas de control biológico en tomate y pimiento, cuando comparamos la cantidad de plaguicidas utilizados respecto al manejo tradicional, la diferencia fue enorme”.
Resumidamente, el manejo de plagas sobre la base del control biológico, cuando se tienen en cuenta todos los aspectos que se fueron mencionando a lo largo de la entrevista, resulta ser ya una herramienta efectiva en los cultivos de tomate y pimiento. Aludiendo a la frase de Thomas Edison, teniendo en cuenta todo el esfuerzo invertido en el desarrollo de esta tecnologías, el director del INTA AMBA, concluye que “el secreto del éxito se logró con un 90 por ciento de transpiración y un 10 por ciento de inspiración”.