(Por Victor Calvigioni) El Padre Denis Firtzpatricks tuvo una vida “novelesca” cumpliendo con su principal prioridad. Ser un sacerdote comprometido con los que menos tienen. En su larga trayectoria viajó a los territorios más peligrosos del mundo. En plena guerra de medio oriente estuvo oficiando misas en Damasco y Egipto. En américa latina, fue trasladado a pedido suyo y en la efervescencia guerrillera a Chiapas (México). En esa tierra tuvo grandes inconvenientes porque sus enemigos decían que dialogaba con el famoso Comandante “Cero”.
El Obispo de esa región y sin mediar excusas, “regresó” al cura a nuestro país. En Colón en la década de los ochenta en medio del escándalo de la Cooperativa Eléctrica por presuntos manejos fraudulentos “tomó” con un grupo de seguidores, el salón del Concejo Deliberante. Con determinación se puso delante de las bancas de los ediles y con su particular acento les grito “Choros”…”Choros”. En una corta oratoria los acusó de ser cómplices de la presunta corrupción en la distribuidora eléctrica. Solo quedaron en el recinto, un par de concejales.
Una anécdota de que aquella época graciosa ocurrió un día sábado. Por mi parte viajaba mucho y casi no estaba en la ciudad, y cuando regresaba me gustaba reunirme con el sacerdote. Otro amigo participaba de las charlas y siempre llegaba con una botella de whisky “Vat 69”
El tiempo en esa jornada pasó rápidamente. En forma repentina, Denis se levantó y se “tomó” la cabeza… corrió hacia su famosa moto que estaba en el garaje y salió a toda velocidad hacia la Parroquia. Un día después nos enteramos que había pasado. Se había olvidado que tenía un casamiento. Los novios y feligreses, esta vez debieron esperar al cura.
La última reunión que pude conversar con su persona, fue un día que llegó en remis a media mañana a mi casa situada en calle 44. Me pidió ayuda y difusión para la conformación de la organización “Infancia Robada” de Pergamino donde trabajaba junto a la monja Marta Pelloni. Su trabajo en poco tiempo dio los resultados esperados
Su infancia
El padre Denis Fitzpatrick nació en Irlanda en una vieja casa construida en 1790 y en el seno de una familia acomodada. Las guerras civiles contra los ingleses y entre las propias facciones irlandesas empobreció a sus progenitores que debieron mudarse a la ciudad de Belfast. En esa localidad terminó los primeros niveles de una férrea educación e ingresó a la facultad de medicina estudiando en ella dos años. La segunda guerra mundial, lo encontró en Londres, internado en un Hospital con una enfermedad de origen intestinal que le llevó más de tres años curar. Una vez restablecido regresó a Irlanda, pero poco tiempo después dejó los estudios de medicina. El destino le preparaba un futuro impensado. Sería médico de almas.
La guerra
Los horrores de la guerra lo llevaron a compartir una vida de artista con una compañía de teatro que iba pueblo por pueblo llevando sus obras. El señalaba que hizo de todo y hasta actúo en varias presentaciones. Así recorrió su país durante un año. Sin embargo el deber y la solidaridad era algo que lo llevaba muy adentro. Sentía que sus semejantes lo necesitaban e ingresó a la Cruz Roja irlandesa. El destino lo condujo a Holanda. Contó que fue un buen enfermero ante el “espanto” de atender a los refugiados de guerra con heridas físicas y espirituales. La realidad lo golpeó muy duro. Las personas desfilaban ante sus ojos como esqueletos humanos. Solo había horror y sufrimiento luego del holocausto.
El sacerdote
Muy pronto ese espanto la convirtió en esperanza. El padre Denis comenzó sus estudios de sacerdote a los 37 años. La decisión la tomó un día que observó un cartel con miles de personas y que decía «Quién partirá el pan de vida para toda esta gente». El seminario sacerdotal lo hizo en Jerusalén. Sus primeros pasos como sacerdote los dio en Medio Oriente. La guerra de los seis días ocurrió cuando él estaba en Siria. Fueron días difíciles porque todo extranjero era sospechoso y tomado como un potencial espía. El ejército y los servicios de inteligencia sirio lo persiguieron e incluso fue amenazado de muerte. Con un salvaconducto pudo salir dirigiéndose a Damasco.
El obispo de esa ciudad le dio un destino en el interior del Líbano en la localidad de Zahale.
Trabajó mucho a favor de los desposeídos. En ese sitio estuvo un año en contacto con la comunidad cristiana. En ese entonces se dio cuenta que américa latina lo necesitaba y pidió ir a Guatemala. El obispo se lo concedió. En Guatemala fue destinado a un pequeño y moribundo pueblito del interior. En las misas se congregaban todo la población. Pero… luego de algunas homilías a favor de los pobres fue prácticamente expulsado del lugar. El obispo le había avisado que no tocara esos temas, pero la injusticia y la pobreza extrema nuevamente lo reveló y debió partir.
Argentina
A nuestro país llegó en avión. Un día en su pequeña pieza me contó que su compañero de asiento, un fuerte empresario le relató un plan económico que se iba a cumplir en nuestro país. Pocos años después, llegó Carlos Menem y lo que reveló ese hombre en confianza aconteció al pie de la letra. En Argentina tuvo diversos destinos. Primero las provincias del norte y una larga lucha social en la ciudad de Corrientes. En forma posterior lo destinaron a Colón. En nuestra ciudad fueron épocas de duros enfrentamientos. En ese duro contexto lo acompañe, con el poco tiempo que tenía. Tuve el honor con otras tres personas de firmar el “manifiesto” que comenzó la dura lucha por un posible fraude económico en la Cooperativa Eléctrica. Pasó el tiempo, y entre traiciones, pagos a una parte de la justicia y fraude electoral el grupo comenzó a disolverse. El tiempo me indica que otra hubiera sido la historia de la ciudad. Al perderse esa lucha, pidió nuevamente estar al lado de los pobres. Las autoridades eclesiásticas lo trasladaron a Tacna, Perú, donde estuvo en una pequeña capilla en una localidad perdida en la montaña y donde solo se podía llegar a lomo de burro o mula.
Sus mayores enemigos eran las pulgas, los piojos y un alcalde demasiado conservador. Luego vino Chiapas y sus denuncias que irritaron al obispo y lo obligaron a volver a nuestro país, para instalarse definitivamente en la localidad de El Socorro. Poco después se retiró del sacerdocio. Pudo volver a Irlanda y también al Líbano, pero finalmente regresó a El Socorro, porque eligió pasar sus últimos años en la tranquilidad.
El día del rumor
Sus enemigos colonenses no lo dejaban en paz con los rumores. Los embates se debían a que enfrentaba a enemigos poderosos y como dicen los manuales se debía crear un contrarumor más poderoso. Un día el grupo de amigos hizo correr la versión por la ciudad que el padre Denis se había ahorcado en la piecita que ocupaba en la parroquia. La especie ganó la calle y en menos de una hora se instaló en todo el casco urbano.
En ese momento apareció el padre Denis en su ciclomotor recorriendo las calles de Colón con una amplia sonrisa y saludando a todo aquel que se le cruzara. Nunca más lo molestaron con este tipo de ataques. En esta bibliografía no existe algo que siempre quedó flotando en el aire. El Padre Denis habría dejado documentación. Una parte del expediente judicial y una misiva escrita a mano. La misma se la habría dado a dos personas de confianza. Si existe, no se sabe que contiene y su verdadera importancia en los actuales contextos.
El otro misterio que el mismo Padre Denis no pudo determinar, era el sujeto que dejaba un sobre de madera con mil pesos de aquella época y los pasaba por el buzón de la Parroquia. El dinero con mano de hierro era utilizado para realizar trámites en la justicia, abogados, pagar viajes a la Capital Federal y financiar gastos del grupo que “enfrentó” a miembros de la Cooperativa Eléctrica de aquellos tiempos.
El asaltante que casi lo mata
El padre Denis había sido trasladado en el 2003 a San Nicolás y luego de un breve lapso regresó a Pergamino. El cura en esa época contaba 87 años.
El sacerdote está a cargo en la Capilla Virgen de Guadalupe en el barrio denominado de las 512 viviendas de Pergamino.
Entrada una noche el pastor sintió que lo llamaron a la puerta de la parroquia y al abrir un sujeto lo atacó desde las sombras. El sacerdote se defendió y se trabó en lucha desigual.
El malviviente en el forcejeo intentó ahorcarlo con la propia bufanda del cura y casi lo sofoca.
El caco dueño de la situación tomó de rehén a la víctima y lo obligó a entregarle el dinero en efectivo que había en el lugar.
Antes de huir el atacante ató de pies y manos a Denis y lo encerró en una dependencia. A duras penas escapó con vida. Lo rescataron con sangre en la cabeza y el rostro. Sin embargo…siguió luchando con más fuerza por todos los que la sociedad marginó. Un ejemplo. En su corto paso por Rosario se hizo muy amigo del obispo Carlos Ponce de león. El prelado fue asesinado en cercanías de Ramallo y todavía se busca la verdad.