(Por Victor Calvigioni) El Padre Américo Ferrero conoció al revolucionario Ernesto “Che” Guevara cuando ya había triunfado en Cuba y llegaba para inmolarse en Bolivia. Ambos formaron parte de la historia latinoamericana y compartieron largas charlas, sueños y confesiones.
El sacerdote salesiano Américo «Che» Ferrero tuvo una vida entregada al prójimo, falleció en el año 2003 entre luces y sombras. El cura vivió largos años en Ferré. En sus charlas cuando tenía tiempo después de la dura actividad desplegada en cada jornada contaba a un grupo de amigos su relación con Ernesto Guevara Linch.
Sus conversaciones tenía el contexto en aquella batalla desigual y como se profundizo esa amistad cuando fue su confesor espiritual. El cura describía la dura historia de Guevara atravesando el país del altiplano y la entrega descarnada a sus semejantes.
En aquellos recuerdos describía al legendario revolucionario con un cuerpo débil debido al asma, pero con un alma y una convicción de acero. También hacía hincapié en la «entrega» que tenía aquel hombre por aquellos seres humanos que ni siquiera conocía pero que eran sus iguales. Ferrero decía con total naturalidad » que había sido el confesor de Guevara».
Sus misas en Colón
El padre Américo viajaba muy seguido a Colón y se reunía con los miembros del partido Comunista. Uno de los que todavía lo recordaba de aquel grupo era José Casalino. El objetivo primordial de Américo era combatir la pobreza y ayudar a la gente.
El «Che» Ferrero, fue un sacerdote comprometido en aquella época con la iglesia del tercer mundo. En varias ocasiones en la década de los setenta y principio de los ochenta, ofició Misa en la parroquia Nuestra Señora de la Merced de Colón y brindó a los presentes mensajes evangélicos de solidaridad. La última vez que lo pude saludar había venido una tarde con el padre Tiberi a dar misa. A la salida recordamos las charlas que brindaba en la Escuela Salesiana de Ferré, bajo la sombra de los paraísos, palabras que siempre quedaron grabada en mí memoria. En ese encuentro pude observar que ya no era el mismo, atrás había quedado ese hombre enérgico. Su cara reflejaba cansancio y tristeza. Con el tiempo supe que había viajado a la U.R.S.S y a su regreso estaba desilusionado. Nunca se recuperó. Lo invadió una profunda trizteza y comenzó a entrar en una zona de tinieblas.
Su mayor cualidad era ser un hombre de Dios solidario con el prójimo y profundamente convencido de la necesidad de llevar la justicia social a los «más necesitados».
Su biografía
La Familia Ferrero es oriunda de Volvera, un pueblito de Piamonte. Se instala en Díaz, provincia de Santa Fe.
Su progenitor Jose Cipriano Ferrero consigue que el gobierno de Santa Fe le otorgue una parcela de terreno en Fidela. En forma conjunta le brindan elementos de labranza. Allí lucha junto con su esposa Angela Pisani para cultivar la tierra a pesar de las mangas de langostas que llegaban desde Brasil. En una de esas “invasiones” de los voraces insectos lo único que dejan son los paraísos porque tienen hojas amargas. El matrimonio tiene diez hijos. El décimo es Américo que nace el 13 de octubre de 1921.
Comienza sus estudios en el Colegio Salesiano de Colonia Vignaud, luego viaja a Tu- cumán y se recibe en el Colegio Tulio García Fernández. El 21 de noviembre de 1948, se ordena sacerdote.
Sus viajes
En 1950 viaja a la Paz, Bolivia. Se desempeña como ecónomo y se ocupa de enseñar a usar los alimentos que se cultivan. En ese contexto importa al país del altiplano las primeras ollas a presión. Se define partidario de Victor Paz Estensoro y de la Reforma Agraria que había comenzado. Siempre fue combativo, En la capital de Bolivia mientras arengaba a la gente en el mercado de La Paz, miembros del ejercito infiltrado entre la las personas que lo escuchaban lo detiene y lo llevan preso. Rápidamente debe salir del país.
El año 1954, se encuentra misionando en el Chaco paraguayo. Después de un corto periodo en la Escuela Agrotécnica de Ferré pasa a Paraguay y luego a la provincia de Mendoza. En dos veranos cruza la cordillera a lomo de mula por el paso de las Nieves Negras.
En 1967, retorna a Bolivia y allí se producen sus encuentros con el Che Guevara.
En 1973, trabaja con Monseñor Angelelli en la Rioja a quien admira por su sencillez y por su opción por los pobres.
Su vivencia y pensamiento chocan con los del Proceso Militar y la congregación salesiana lo envía a Cuzco para preservarlo.
En 1991, empieza a sufrir altibajos emocionales y en diciembre de l991 es internado en la Casa de Salud Nuestra Señora de Pilar, de Luján, atendida por los Hermanos San Juan de Dios. El 22 de mayo de 2003, a los 82 años fallece
Las imágenes
El P. Alejandro Pujalski decía » El P. Américo vivía intensamente la pobreza franciscana: desprendido de todo lo material, no se guardaba nada para sí; lo ponía al servicio de los necesitados. Y lo que era de su uso lo cuidaba con escrupulosidad, como perteneciente a Dios para el servicio de lo demás».
«Se trataba siempre de una lucha pacífica, porque Américo fue un hombre pacífico no violento». Néstor Gastaldi lo recuerda cuando trabajando duro en un parador de Montaña, cortando leña y diciendo «Tengo que esforzarme para estar bien entrenado porque pienso viajar a Cuba para participar en la próxima zafra del azúcar y de paso conocer de cerca si las noticias que nos llegan sobre Cuba son auténticas o están filtradas por las agencias norteamericanas».
La vida de Ferrero, en una época difícil, pasó desapercibida para los grandes medios. Los parámetros que sembraron el Proceso Militar primero y los malos políticos después no «achicaron» el triunfo de su solidaridad. El «Chefe» se hizo en el andar por los caminos de América combatiendo para que el hombre viva.
No puede haber Justicia si el hombre no camina con dignidad. Su causa fue la misma que la del Padre Denis, el Padre Múgica….la del Nazareno.