Paradoja del despegue. El satélite argentino SAOCOM 1B que lleva un radar que por su resolución penetra la nubosidad, se tuvo que hacer un lugar entre las nubes en el lanzamiento que se realizó recientemente en el centro espacial de Cabo Cañaveral, Estados Unidos. Esta tecnología en órbita aportará datos para una agricultura más precisa y una mejor toma de decisiones: “La serie de los dos satélites SAOCOM en órbita (en 2018 se lanzó el1A) nos van a permitir hacer una agricultura sostenible. Y podrá cubrir, además, áreas hortícolas periurbanas del AMBA “, afirmó Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA.
Andrés Polack, director de INTA AMBA, destacó la importancia de contar con esta tecnología: “Estos satélites generarán datos valiosos que cooperarán con los informes que elaboren los técnicos de la estación experimental, fundamentalmente para las áreas periurbanas del AMBA, que será de gran valor en la toma de decisiones para una agricultura más sustentable”.
SAOCOM 1 A y B aportarán información precisa para agricultura, forestación, hidrología, oceanografía, gestión de los desastres naturales y de los inducidos por el hombre, medio ambiente, cartografía, geología, minería, petróleo y salud. Y serán clave para atenuar catástrofes ambientales.
María Gabriela Herrera, especialista en ambiente del INTA AMBA, subraya que “podrá ser de gran aporte a las organizaciones de la agricultura familiar brindando información concreta para poder cuantificar daños y pérdidas materiales”.
En esta línea, Mercuri aporta: “Puede ser útil para las áreas periurbanas como los cordones de producción hortícolas de La Plata, o detectar excesos hídricos o sequías en la cuenca de Luján”.
Con detalle la técnica del INTA AMBA Herrera indica que “cuando esté operativo el 1B y tenga una revisita de seis días, permitirá contar con información continua. Por ejemplo, para el caso de monitoreo de enfermedades. Este satélite es de gran aporte para conocer alertas tempranas frente a las crecidas de la cuenca del Rio Lujan y cuenca del Río Reconquista, ya que permite contar con un sistema de alerta de inundaciones”.
“También –agrega – se aplica para la expansión territorial demográfica y la demanda de la misma en planos bajos. La pujanza entre uso del suelo residencial y uso del suelo productivo también se visibiliza claramente a través de los productos que ofrece este satélite.”
Alta resolución
El INTA trabajó desde el inicio del proyecto SAOCOM con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) en el desarrollo de aplicaciones que van a tener las informaciones y las imágenes que esta serie de satélites genere. Por lo cual el satélite llevó a órbita una serie de aplicaciones necesarias para cubrir con nuevas tecnologías en el sector agropecuario. “Como por ejemplo un mejor monitoreo y estimación de la humedad de suelos, de todo lo que tiene que ver con la dinámica del agua en los sistemas de producción agropecuaria y los distintos territorios”, indicó el director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA.
Para la especialista del INTA AMBA: “Este aporte también se aplica para el caso del programa EuroClima+, y también para las actividades de compostado en unidades demostrativas, entre otras. Los datos provenientes permitirán correlacionar la información meteorológica y para los casos donde no haya datos disponibles, se podrán obtener en forma indirecta a través de los productos que ofrece”.
“Los organismos de investigación pueden solicitar la programación de tomas en una zona de estudio, en una zona de interés o el seguimiento de un sector que está, por ejemplo, ante una emergencia o situación de riego agropecuario, para el monitoreo de una situación de déficit hídrico y sequía o en una situación de exceso de agua”, recordó Mercuri, y añadió que “además de hacer la agricultura más precisa y aportar tecnologías para una mejor toma de decisiones, la serie de los dos satélites SAOCOM en órbita nos van a permitir hacer una agricultura sostenible”.
Usos múltiples para la producción
Resulta novedoso que, debido a su tecnología de punta, el mismo posee un radar de alta resolución que penetra las nubes un día de nubosidad o lluvia. El sensor penetraría la copa de los árboles y llegaría al suelo para determinar qué tipo de cobertura vegetal hay debajo y su altura, destacan desde el INTA.
Álvaro Soldano, subgerente de Aplicaciones y Productos de Observación de la Tierra de la CONAE, precisó a la prensa que la señal óptica del radar es muy sensible a la variación de la humedad en el suelo y puede medir (y no estimar) su valor y registrar sus cambios en el tiempo. En la Pampa Húmeda, puede penetrar en la capa superficial del suelo, entre 10 y 50 centímetros, según la cobertura vegetal, el tipo de suelo y el contenido de humedad.
Los SAOCOM aportan datos para generar Mapas de Humedad del Suelo diariamente, con aplicaciones centrales dirigidas a la agricultura (tarea conjunta con el INTA) y a la hidrología (con el Instituto Nacional del Agua-INA). “Esto permite hacer más eficiente el riego, así como la incorporación de insumos para el caso de cultivos bajo cubierta, cultivos a campo y extensivos.”, explicó María Gabriela Herrera.
En suma, brindarán soporte en: procesar toma de decisiones para la siembra, la fertilización y el riego en cultivos tales como soja, maíz, trigo y girasol, lo que permite optimizar el uso de fertilizantes, por ejemplo; utilización del uso de agroquímicos (fumigación) para el control de enfermedades en cultivos, en particular para la fusariosis en el trigo; mejorar la gestión de riesgos y emergencias hidrológicas, potenciando la capacidad de modelación y de pronóstico, de manera de minimizar las pérdidas económicas por inundaciones; detectar suelos muy secos con riesgo de incendios; conocer la cantidad de agua disponible en nieve para riego; o elaborar mapas de desplazamiento del terreno y mapas de pendientes y alturas, entre otras aplicaciones.
Junto al SAOCOM 1A, el SAOCOM 1B integra la Constelación SAOCOM que fue desarrollado y construido, además de por la CONAE e INVAP, por la firma pública VENG, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), el Laboratorio GEMA de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y aportes del INTA, entre otras 80 empresas de tecnología e instituciones del sistema científico tecnológico de la Argentina.