Colón: Las casas de tolerancias y la mafia «Zwi Migdal»

(Por Victor Calvigioni) Las mafias en la Argentina se fueron reacomadando a través de la historia de acuerdo con las épocas, las leyes, la situación económica de la sociedad y la capacidad represiva de las fuerzas de seguridad.

Una investigación que puede dar a luz la actuación de las organizaciones delictivas es la prostitución o la trata de blancas (hoy trata de personas) . En nuestra ciudad prácticamente desde la misma fundación  se levantaron prostíbulos y normativas comunales dictadas por los concejales de aquella época  que reglamentaban la actividad.

El primer pedido al Concejo Deliberante de Colón,  para la instalación de una casa de tolerancia se produce a principios de 1895. El «tema central «para que el árbol no tape el bosque es como se aprovisionaban  las alternadoras a  estos  sitios que tenían una mirada permisiva de parte de la sociedad y era un gran negocio que se generaba con miles de mujeres rotando por locales distribuidos en localidades bonaerenses y santafesinas.

Las investigaciones que realizamos sobre las mafias en la región llega  a la profundidad del barrio 9 de Julio . En las primeras décadas de nuestro siglo, la mayor organización que proveyó prostitutas en el sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires fue la temible mafia de rufianes polacos denominada «Zwi Migdal».

La sede central de estos delincuentes era una lujosa mansión ubicada en la calle Córdoba al 3100 de Rosario. En esa «oficina» encubierta se dirimía el destino de más de 30 mil mujeres que trabajaban en un circuito de 2000 prostíbulos diseminados la mayoría por Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires.

Se calcula que los socios de «Zwi Migdal» eran más de 500 y que sus ganancias eran varias veces millonarias. Las mujeres casi todas de origen europeo con mayoría de polacas, eran explotadas al máximo y tratadas como verdaderas esclavas.

El tráfico de mujeres destinadas a la prostitución entre una Europa empobrecida y una América prospera era cuantioso y contaba con la complicidad de las autoridades nacionales.

En la actualidad solo basta recorrer la calle Mitre de Rosario, San Jeronimo en ciudad de Córdoba, la sexta sección de la capital mendocina o las adyacencias de la ex terminal de San Miguel de Tucumán, para darse cuenta que existen organizaciones «hijas» que siguen operando con total impunidad y que además serían responsables de otros delitos como tráfico de niños y drogas.

El ejemplo más cercano es la provincia de Santa Fe. Los periodistas capitalinos señalaban tras el crimen que involucro al juez Fraticelli que en Rufino había solamente un cabaret de «mala muerte», que contaba con dos o tres prostitutas.

Los trabajadores de la prensa le restaban importancia a la situación. Estaban equivocados. El tema central -para determinar su verdadera dimensión- era quién abastecía de mujeres esos lugares y quienes se encargaban de rotarlas todos los meses por decenas de prostíbulos extendidos en decenas de localidades del sur santafesino.

Una consulta realizada por este medio a lo que puede ser una fuente confiable, nos señaló que sumando los prostíbulos de todas las localidades del sur y centro de Santa Fe, se puede llegar a cifras que superan largamente las doscientas casas de tolerancia.

El negocio se centraliza en quien provee las alternadoras que seguramente dejan «pingues» ganancias a organizaciones que tienen protección desde las más altas esferas del Poder.

                                                   Un Colón tolerante

Uno de los mayores prostíbulos que hubo en Colón estaba instalado en calle 54 y 24 (en sus cercanías) en el corazón de lo que es en el presente el barrio 9 de Julio. La edificación principal todavía está en pie. Cada cliente pagaba mostrando su libreta de enrolamiento un peso. La “madame” le daba una chapita (como una moneda). Al final de la jornada cada mujer entregaba las chapitas recaudadas y les daban un porcentaje en dinero en efectivo descontando comida y alojamiento.

Algunas personas consultadas recuerdan que entre las alternadoras se encontraban las «famosas» polacas. En este sentido, es una certeza señalar que las mismas eran provistas por la temible banda de rufianes polacos «Zwi Migdal» y su origen era Rosario.

Por otro lado, se puede determinar en la inscripción de las mujeres en la Secretaria Municipal de aquella época y su nacionalidad de origen. Las mujeres que trabajaban se ingresaban en un libro tapa azul con sus datos personales y además su foto. También constaba cuando eran revisadas  por un médico. El libro de tapa azul desapareció misteriosamente del viejo corralón en la década del noventa

Lo notable es que por ordenanza de los ediles colonenses, las mujeres debían tener cuando llegaban a nuestra ciudad un reconocimiento sanitario a cargo de un médico municipal que además debía realizar dos visitas semanales con fines sanitarios.

Las revisaciones debían constar en una especie de libreta sanitaria donde constaba el «alta» para poder trabajar y la fotografía de la alternadora para que no exista ningún tipo de equivocaciones en cuanto a la mujer titular.

El cuidado sanitario central de aquella época era las enfermedades venéreas que además al no estar descubierta la famosa «penicilina» tenía tratamientos curativos para el hombre en extremo dolorosos. Por otro lado, el temor a estas enfermedades era muy grande.

Este último párrafo queda demostrado debido a que se dictó una ordenanza que especificaba que las mujeres enfermas no podrán estar en el prostíbulo y que además se debían retirar del propio municipio.

                                       La ordenanza colonense

La ordenanza colonense de  25 artículos sale en l897. En la misma se especifica -entre otras cosas- que la regente o la regenta deberá notificar los partos o abortos que realicen sus pupilas. Por otro lado, se zonificaba su instalación diciendo que debe «estar a más de tres cuadras del templo parroquial o Escuela».

También en la legislación se establecía un canón que debía pagar el propietario del local por cada prostituta al municipio. Si en el prostíbulo con la llegada de los peones de campo  y se organizaba bailes -sobre todo los fines de semana- se debía pagar por el permiso.

Las autoridades de aquella época también legislaron para penar severamente la prostitución callejera o ilegal. Las quejas de los propietarios de las casas autorizadas era: “ yo pago todos los impuestos y existe prostitutas clandestinas que no pagan y lugares que no están fiscalizados». Según las constancias esta problemática era algo común a principios de siglo.  Los prostíbulos funcionaron hasta 1937.

                                            El último intento

El último intento para instalar un cabarets, sucedió hace pocos años. Podemos ubicarlo en 1992. El mismo iba a estar ubicado sobre la Ruta Nacional 8 y se iba a llamar “Carrousel”.

La habilitación Municipal había sido otorgada. Pero…La presión del  entonces cura párroco, hizo que en una noche de lluvia el funcionario actuante de habilitaciones (en el presente fallecido)  fuera visitado por el Intendente y que la orden fuera «no se como lo vas a hacer pero la habilitación no corre”.

Mañana a primera hora te encargas de esto». A la mañana siguiente el permiso comunal le fue «sacado» a la empresa y todo quedo como era antes