Investigadoras de UBA-CONICET estudian la presencia de material de alfarería como práctica
social en tiempos prehispánicos y su vinculación con las comunidades actuales que aun
desarrollan la actividad en forma artística, comercial, en la enseñanza o en proyectos de
instituciones locales, para reflexionar sobre su pasado.
En el marco del proyecto de Extensión Universitaria UBANEX, perteneciente a la Facultad de
Filosofía y Letras (UBA), que difunde información sobre los procesos de poblamiento de
sociedades cazadoras-recolectoras y pescadoras, se profundiza en la apropiación cultural de la cerámica local, tanto en factores sociales e institucionales que los condicionan como en
prácticas sociales que las producen.
Según la doctora Virginia Salerno, investigadora del Instituto de Arqueología de la UBA y del
CONICET, “el proyecto tiene que ver con dar visibilidad a las prácticas de ceramistas actuales y cómo ellos recuperan sentidos de la historia indígena, ya que algunos comenzaron a hacer
cerámica inspirados en antiguos modelos con técnicas tradicionales”.
“Se formuló como continuidad de investigaciones previas desarrolladas a partir de entrevistas con ceramistas.
En esta ocasión se está trabajando en colaboración con los alfareros para la
elaboración de una muestra itinerante que pueda circular en las diferentes localidades de la
microrregión representando las prácticas alfareras que en la actualidad recuperan técnicas
prehispánicas”, mencionó Salerno.
En la cuenca del Río Salado provincia de Buenos Aires, se encuentra una amplia variedad de
materiales asociados a la historia indígena regional, que data de 2700 años, la cual fue
desconocida en los discursos oficiales. Actualmente, estos materiales forman parte de ámbitos rurales, colecciones privadas y públicas, se exponen en museos locales y son estudiados por especialistas. El equipo de investigación trabaja en el área desde el año 1986. Sin embargo, en esta instancia, se proponen realizar una relación entre pobladores e historia. “La particularidad es que son sitios donde hay evidencias de aprovechamiento de los barros locales para hacer cerámica”, afirmó.
En la actualidad, algunos objetos se utilizan como elementos decorativos, se coleccionan a
modo de souvenirs y amuletos, se regalan e intercambian por otros objetos antiguos, se
venden y compran, o se entregan a instituciones en términos de antigüedades.
“El grupo de ceramistas de la microrregión con el que estamos trabajando está vinculado por
el paisaje del Río Salado y lagunas asociadas, integra en sus producciones procesos
tecnológicos prehispánicos mediante el uso de técnicas específicas, así como también replica y se inspira en parte de los diseños”, aseguró la investigadora.
“Que comunidades cazadoras-recolectoras tuvieran semejante tecnología y se sostenga así en el tiempo nos invita a repensar los estereotipos que la historia oficial cuenta respecto de la historia indígena local, nosotras como arqueólogas y antropólogas buscamos aportar a ese trabajo de deconstrucción”, remarcó la directora del proyecto.
Repensar la historia de la alfarería local
Estos sitios arqueológicos bonaerenses, a lo largo de la cuenca del Rio Salado, fueron ocupados por grupos cazadores-recolectores que contaban con recursos tanto animales como vegetales, disponían de los bosques de tala para refugio, madera y leña, así como de materias primas como agua y barro que utilizaron para elaborar alfarería de excelente calidad.
La complejidad, calidad y la variedad técnica empleada por estos antiguos pobladores
reivindica el pasado indígena como la historia de un grupo humano en un territorio sentido
como propio. “El conocimiento tecnológico se trasmitió de generación a generación ya que
estos grupos se movían por amplias regiones y conformaron extensas redes de intercambio en las que la cerámica jugó un papel importante”, destacó Salerno.
Asimismo, aseguró que “con la producción de cerámica actual se genera un vínculo que remiteal pasado de un lugar y se expresa también en el momento en que se reflexiona sobre la venta y exposición de las piezas reproducidas”.
“Varios de los ceramistas con los que trabajamos reflexionan sobre la importancia de incluir la información de la fuente cuando se venden piezas reproducidas, como una forma de dar
visibilidad a la historia indígena”, concluyó Salerno.
Participó también como co-directora del estudio la doctora Dolores Estruch, investigadora en la Sección de Etnohistoria del Instituto de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA).
La investigación cuenta con el aval de los seis municipios involucrados: San Miguel de Monte, Chascomús, Lezama, Lobos, General Paz y General Belgrano, además del Instituto de
Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA).