A contramano de las conversaciones para avanzar en una “flexibilización” de los alcances de la cuarentena, la mayoría de los municipios del interior bonaerense optó por incrementar los controles y restringir aún más la circulación de personas, ante el temor de que la aparición del virus desbarate los esfuerzos realizados tras casi un mes de aislamiento.
Mientras el gobernador Axel Kicillof define, en diálogo con el Gobierno nacional, cómo implementar una “cuarentena administrada”, según las palabras del presidente Alberto Fernández, muchos intendentes de localidades que no registraron casos hasta ahora adelantan que prefieren “no innovar”.
Por el contrario, en algunos distritos se aplicaron medidas más restrictivas, como el cierre de más accesos, la desifección de los vehículos que provienen de otras localidades, el establecimiento de protocolos para recibir mercadería y hasta la restricción del horario de los comercios.
“No es el momento de abrir la puerta para todos. Vamos despacio: el pico fuerte dicen que va a ser en mayo y si aflojamos las riendas ahora…”, opinó el intendente de Pila, Gustavo Walker.
En ese distrito los controles son estrictos desde el primer día: a las 14:30 suena una sirena y ya ninguna persona no exceptuada puede andar por la calle. Los comercios (a excepción de las farmacias) cierran y solo por la tarde-noche se habilita el delivery. A las 21 horas se cierran los accesos a la ciudad, y todos los vehículos que ingresan pasan por una cabina de sanitización.
Algunos intendentes se enojaron tras la publicación de un informe (publicado por DIB la semana pasada), que mostraba a sus distritos entre los más “incumplidores” de la cuarentena. Ante ello, en algunos casos extremaron los controles tras advertir que los vecinos “salen mucho”.
Chivilcoy es otra de las comunas que optó por reforzar los controles. El intendente Guillermo Britos dispuso que a partir de este martes sea obligatorio el uso de “tapabocas” para todas las personas que circulan en la calle. Además, se restringió la apertura de comercio hasta las 17 hs. y solo se dejaron dos accesos abiertos. En paralelo, se ordenó un aislamiento de 14 días para los vecinos de la ciudad que regresen de zonas donde haya circulación del virus.
Prefiero críticas de muchos pero no la muerte de un solo chivilcoyano. Si lo podemos evitar, y ojalá así sea, tenemos que extremar los esfuerzos, no nos queda otra”, indicó el jefe comunal.
La misma medida tomó el intendente interino de General Las Heras, Marcelo Sartori, que ordenó la apertura comercial de aquellos negocios exceptuados solo en el horario de 7 a 16. “Después de esa hora no queda nadie en la calle”, indicó a DIB.
Sobre las razones de amplificar las medidas de control, señaló que “en los últimos siete días el vecino se relajó un poco y salimos a corregir eso abriendo los comercios de corrido”.
No a la flexibilización
La mayoría de los jefes comunales teme que si se flexibiza la cuarentena en momentos en que aumente la circulación del virus se tire por la borda el esfuerzo de casi un mes de confinamiento. Además, creen que si comienzan a aparecer casos en sus distritos serán los primeros señalados por la situación.
El intendente de General Viamonte, Franco Flexas, puso en palabras esa sensación: “Después de haber hecho este esfuerzo en todos lados, los intendentes vamos a pagar todos los costos: desde el parate económico hasta si se produce un caso. Ya que se hizo este esfuerzo, tirarlo ahora sería contraproducente”.
En el mismo sentido, su par de Colón, Ricardo Casi, afirmó que “por ahora no nos movemos una coma del DNU (que habilitó la cuarentena obligatoria) hasta el 26 de abril. No hay que bajar la guardia ni aflojar”.
En tanto, Sartori añadió que “debemos seguir así porque si ampliás esa gama de comercios o industrias se va a ser difícil de controlar y tiraríamos todos el sacrificio por la borda”.
Protocolos para todo
En búsqueda de extremar los recaudos, las comunas fueron estableciendo protocolos especiales para cada una de las actividades exceptuadas. Por ejemplo, para la recepción de mercaderías en almacenes y supermercados se pide que los proveedores dejen los productos en la vereda y que el comerciante los ingrese después, sin tener contacto y tras sanitizar las cajas. En algunas localidades, además, se lleva un pormenorizado registro de quienes ingresan desde otros destinos, para saber, en caso de que luego se informe sobre un caso positivo, con qué vecinos tuvo contacto.
Por ahora, solo se registraron algunas flexibilizaciones en el personal de mantenimiento y parquizadores, ante la persistencia del brote de dengue, y de albañiles, principalmente abocados a obras públicas municipales. (DIB)