Coronavirus, la tercera guerra mundial llegó y ya nada será igual

(Por Victor Calvigioni) El mundo ya no  será igual. En la historia de la humanidad habrá un antes y después de la pandemia del coronavirus. La tercera guerra mundial tantas veces pregonada por medio de armamento atómico, hizo explosión   de la mano de un virus que ni siquiera los científicos pueden observar.

Las proyecciones pesimistas indican un número de muertos será similar a las dos grandes tragedias de la humanidad. Ya no hay ciudades atemorizadas por los bombardeos cuya carga destrozaba sueños.

En este presente de grandes preguntas y pocas respuestas, los humanos se encierran en sus casas y tratan que el invasor invisible no le lleve lo más preciado que tiene. La vida. Sus armas son  simples. Lavandina y  alcohol.

En otro sentido, las grandes potencias ya no tienen los radares que capten misiles, ni espías que “soplen” donde está el enemigo. Sus líderes enferman, y también muestran temor a lo desconocido.

En consonancia a esta nueva tragedia los países están abarrotados  de papeles que simulan ser dinero y que  valen millones de dólares, y  en un “mundo real” solo servirían para empapelar las paredes de las grandes instituciones financieras.

El sentido común de los poderosos pareció perderse. Si hasta el viejo prestamista de cada pueblo diría sin ponerse colorado que esos “ostentosos” y temibles  valores al cobro son   cheques sin fondos que los Estados no podrán pagar, honrando sus escandalosas deudas.

Pero no todo está perdido.  Si lo miramos con optimismo tal vez la economía mundial  este “receteando” su propia computadora. La pregunta sería ¿Que hacemos después de la gran pandemia?.  Será como en cada guerra mundial que dio paso a un nuevo orden económico. Solo se deberá tener en cuenta que  esta vez no debe haber  perdedores ni ganadores.

Los niveles de endeudamiento actuales de los países solo nos muestran un futuro de hambre y exclusión del sistema para la mayoría de los seres humanos.

Tal vez la luz de esperanza sea el viejo “Padre Nuestro” en el presente transformado en algo más acorde al capitalismo salvaje que nos llevó a esta situación.

La vieja oración  puede ser la única salida a esta  crisis del coronavirus que  transforma  profundamente a los países con costos inéditos  sociales y económicos.

“Padre nuestro que estás en el Cielo, / santificado sea tu nombre, / venga a nosotros tu Reino, / hágase tu voluntad en la Tierra como en el Cielo, / danos hoy nuestro pan de cada día,  perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores”.

Solo este mundo puede ser “vivible” sin excluidos del sistema. El próximo virus podría tener más  morbilidad y mortalidad y ya no habrá más tiempo.

Los grandes centros del Poder en su paranoia de riqueza deben saber  que lo único que no se compra es tiempo…ni con esos papeles que valen miles de millones de dólares.