Todo empezó en junio de 2017 por el posteo de una joven que escribió en Facebook por el Día del Padre. “Hoy para todos es un día especial…todos tenemos padres… yo solo puedo decir ¡Feliz Día del Padre… a todos los que no son como el mío¡”.
Así salió a la luz la dramática historia de cuatro hermanos de la ciudad de Casilda que fueron abusados durante años por su papá y que esta semana llegó a juicio.
Después de pasar 777 días detenido, Oscar Pardini se sentó en el banquillo de los acusados para responder ante la Justicia por los delitos de abuso sexual con acceso carnal, abuso ultrajante y abuso gravemente ultrajante cometidos contra 3 de sus propios hijos. Además, fue acusado de ser el padre de su nieta, producto de una violación contra su hija mayor.
Los testimonios en el debate describieron a “un monstruo” dentro de su casa que tenía “dos caras”. Es que hasta el momento de su detención, Pardini era un hombre respetado entre sus vecinos y devoto de la Fe católica, que fue incluso ministro de la eucaristía y que solía personificar a Jesucristo en las procesiones de Vía Crucis.
“Para la iglesia de Casilda venía Dios, Jesús, Oscar Pardini y San Pedro”, declaró una tía de las víctimas al hablar del perfil religioso del imputado, según el portal porteño www.tn.com.ar.
Pardini nunca reconoció los abusos. De hecho, cuando lo detuvieron habló de un “circo armado” y afirmó ante los medios: “Niego absolutamente todo lo que están diciendo. Mis hijos son incapaces de decir lo que ustedes están diciendo”.
Pero lo que fue realmente insólito, fue su argumento para despegarse de la paternidad de su nieta. Cuando la hija mayor del acusado quedó embarazada a sus 17 años, tanto Pardini como su esposa dijeron que la joven había ido a un boliche en donde había tomado un trago y que alguien había mezclado espermas con la bebida.
En algún punto entendió que su versión era poco creíble y contraatacó con otra: dijo que su hija había quedado embarazada por meterse en una pileta que tenía semen en el agua.
Ni la pileta con semen ni la bebida con espermas convencieron a nadie. Así, la fiscalía y la querella pidieron 33 años de condena para el acusado por abusar de sus hijos cuando estos eran menores de edad. El relato de las víctimas, en la primera audiencia del juicio que se inició esta semana, fue contundente.
“Hubo momentos de mi vida, cuando vivía con ellos, que dormía con un ojo abierto porque tenía miedo que me mate”, relató el único hijo varón del acusado.
No solo las violaciones eran algo cotidiano para ellos, sino también la violencia. Antes de pasar a un cuarto intermedio, el joven afirmó: “Yo no soy quien para dictar una sentencia, ni guardo rencor, pero que se haga cargo de lo que hizo”.
El defensor
“Fue un depravado que en su casa mostraba su verdadera cara”, dijo, por su parte, el abogado de las víctimas, Roberto Casadei, quien además expresó al Tribunal que está juzgando “el delito más aberrante del cual Casilda tenga memoria”, al tiempo que abogó por una sentencia que satisfaga las expectativas de la sociedad.
En tal sentido invito a los jueces a plantearse como interrogantes “por qué un hijo denunciaría a su propio padre de estos horrorosos hechos” y “qué respuestas debe darle el Estado a las víctimas”.
En tanto la defensa de Pardini, ejercida por los abogados del servicio público, Evangelina Bonacalza y Fernando Ritondale, insistieron con el planteo de prescripción de los hechos denunciados a fin de lograr un sobreseimiento, algo que ya fue argumentado, sin éxito, antes de que la causa llegue a juicio.
Aunque se trata de una instancia diferente cabe recordar que el año pasado la Cámara de Apelaciones de Rosario ratificó un fallo en primera instancia rechazando esa misma petición al considerar que los hechos investigados fueron “permanentes y continuados” y no prescriben de la acción penal.
Historias increíbles
Aparentaban ser la familia ideal, la familia perfecta… Todos los domingos en misa, rezando, comulgando, recibiendo a Dios en cuerpo y alma.
Los pesebres vivientes de Navidad en el barrio contaban con su denodada participación, donde Oscar muchas veces hacía el papel de “Jesús”. Mientras que en su casa, según relataron sus propias hijas, Oscar fue siempre muy violento tanto con su esposa como con sus hijas e hijos; después de “molerlas” a golpes las escupía estando ellas ya en el suelo.
Los golpes no fueron la única forma de expresar la violencia del padre de familia que se mostraba sumiso y ejemplar de la puerta hacia afuera. La peor pesadilla para sus propias hijas comenzó cuando el sujeto que se suponía debía cuidarlas, protegerlas.
Otro de los puntos es un detalle no menor que relatan algunos allegados a la familia y tiene que ver con la característica constructiva del baño de la casa donde el acusado vivía junto a su mujer y sus hijos hasta algunos años atrás.
El baño, de la vivienda de calle Saavedra 2266, contaba con una puerta de vidrio transparente que no permitía privacidad a la hora de ingresar. Cuando algunos de los integrantes del núcleo familiar, ya algo más grandes de edad, quisieron revertir esa situación colgando toallas sobre la puerta para impedir ser visto fueron golpeados por el padre de familia, quien incluso los amenazó con arrancar la puerta (de vidrio transparente).
Los relatos expresan que la historia de abusos sexuales se continuó repitiendo dentro de la casa de los Pardini, incluso una vez nacida la hija de su hija, donde el padre siguió violándola y a su vez moliéndola a golpes.
“Todo sucedía de noche, mientras dormíamos se nos tiraba encima, nos tapaba la boca”, manifestaban unos de los pasajes de las declaraciones expuestas en la audiencia pública.(EL CIUDADANO)