La aparición de pumas en territorios periurbanos de la provincia de Buenos Aires se ha ido incrementando en los últimos años. Los especialistas vinculan el fenómeno a la prohibición de la caza y a las modificaciones sufridas en el medioambiente. En tanto, la noticia es evaluada de manera positiva en términos de conservación de la fauna, pero también causa alerta y temor.
El avistaje más inmediato de un puma en una ciudad de la provincia tuvo lugar en Punta Alta (Coronel Rosales), en los primeros días de agosto: fue registrado por una cámara del centro de monitoreo municipal en las inmediaciones del cementerio local. El caso se suma a otro apuntado en julio, cuando un animal de las mismas características fue visto en las afueras de Bahía Blanca.
Otra razón que sugieren los especialistas es la prohibición de su matanza, ya que se trata de una especie protegida por la ley provincial Nº 11.723. «En La Pampa está permitida la caza y tal vez por eso se vienen desplazando a Buenos Aires. Quizá, también, siguiendo al jabalí que es una de las presas preferidas del puma», agregó la funcionaria bonaerense.
Los casos se repiten a lo largo y ancho de la provincia. En abril de este año, un puma apareció en las inmediaciones de un barrio cerrado de la localidad de Brandsen, a pocos metros de la ruta 215 y cerca de La Plata. El felino logró ser rescatado y trasladado a la Estación de Cría de Animales Silvestres (ECAS) de Berazategui. En los últimos meses, además, se hicieron públicas cazas ilegales de ejemplares en los distritos bonaerenses de General Pinto y Madariaga, y en la zona de Junín y Rojas. En 2018, en San Cayetano, productores alertaron sobre la matanza de terneros por parte de pumas; y en Carlos Tejedor uno fue atropellado en un camino rural, cerca de la localidad de Carurú.
Un puma dando vuelta cerca de Colón
En abril de 2002 en plena madrugada (alrededor de las 4:00 de la mañana), la Comisaría Tercera de Pergamino recibió el llamado de Juan Carlos Olguín, Chacabuco 1257, del barrio Acevedo, quien en una vivienda en construcción ubicada en frente de su casa había hallado a un puma de buen tamaño, color marrón (aunque algunos testigos dijeron que podría ser una leona). Constituido en el lugar personal policial constató la presencia del felino, que luego huyó por avenida Vélez Sársfield, llegando hasta los galpones del ferrocarril Nuevo Central Argentino, para ingresar en la planta de H. A. Coltrinari y Cía.
La Policía logró acorralar al animal en el lugar y luego se hizo contacto con el Dr. Daniel Sosa de la Dirección de Bromatología de Colón para tratar de lograr asesoramiento de cómo atrapar el animal.
El médico colonense contestó que no se contaban con dardosos para adormecerlo y las veces que se escapó un animal en nuestra ciudad fue atrapada con lazos y ayuda de los Bomberos Voluntarios.
El animal salvaje sin que se hubiera logrado este propósito, tal vez asustado por la presencia de efectivos, vecinos y curiosos, el felino se escabulló por el predio del ferrocarril sin que se haya dado con su escondite. Posteriormente se recibió la información de que al amanecer el animal había sido avistado por avenida Drago.
Pasaron tres años y se informó que un puma fue avistado en cercanías de Juncal. Nunca se atrapó.
Siguiendo la historia en Colón hubo avistamientos en la zona de calle 34 de lo que parecía un puma y en el barrio nacional. El hecho aconteció en el 2008. Nuca más fue observado
Alimento y refugio
Durante varias décadas se creyó que el puma estaba casi extinto en la provincia de Buenos Aires. En 2015, una investigación dio cuenta de más de 100 reportes sobre avistajes, y en los últimos años otros tantos han sido noticia.
Protocolo para apariciones
En la noche del 15 de julio pasado, un puma fue visto por vecinos en el barrio El Nacional de Bahía Blanca, en la periferia de la ciudad del sur bonaerense. El ejemplar, una hembra adulta, merodeaba por la zona y hasta pudo ser fotografiado sobre una medianera antes de que lograran atraparlo.
Tras un llamado al 911, llegaron al lugar agentes policiales y luego referentes de Veterinaria y Zoonosis de la municipalidad local. «Primero se mantuvo la vigilancia esperando que regresara por sus propios medios al área natural que comenzaba a unos 300 metros», le contó a DIB el titular de la dependencia comunal Pablo Vidal.
La estrategia inicial en estos casos siempre es mantener una guardia discreta para que el animal esté tranquilo. En este caso, quizá por la cantidad de gente que se había reunido en las inmediaciones, el puma no se retiró sino que se metió adentro del quincho de una casa. «Finalmente tomamos la decisión de sedarlo y trasladarlo a un punto alejado, equidistante entre las ciudades de la zona», agregó Vidal.
El que se siguió en Bahía Blanca es el protocolo adecuado. Cuando los animales están heridos, también se los seda y luego se los traslada a un centro de rescate o a un zoológico en el que puedan atender sus necesidades.(Datos DIB)