El calvario que vivieron cuatro hermanos que fueron abusados, hostigados psicológicamente y violentados durante años por su propio padre comenzó a ventilarse en el juicio oral y público que se desarrolla en Casilda contra Oscar Pardini, el hombre acusado de cometer esos hechos aberrantes.
El caso que recaló en la esfera judicial en 2017 tuvo como disparador una situación registrada en una escuela local que alentó sospechas de que una alumna podría ser víctima de violencia intrafamiliar, lo que motivó la intervención de un equipo interdisciplinaria que, tal vez nunca imaginó, terminaría siendo la llave para abrir la puerta de una historia tan truculenta como oculta.
Admisión del aberrante hecho
Sucede que al entrevistar a la jovencita junto a su madre ésta terminó admitiendo que su hija fue fruto —como luego se comprobó a instancias de un estudio genético de ADN— de una violación que ella sufrió de su progenitor al que pocos días después, por sugerencia de los profesionales intervinientes, denunció ante Fiscalía.
Y la misma acción penal impulsaron luego tres de sus hermanos —dos mujeres y un varón— que también padecieron una traumática experiencia en la casa familiar donde convivieron en medio de horrorosos episodios, que finalmente se atrevieron a contar.
Pero esa valiente actitud asumida hace más de dos años, y que permitió avanzar en la investigación que culminó en el juicio, cuyo veredicto se conocerá en unos 10 días, aún no logró remediar la carga emocional del sometimiento padecido.
Daño emocional y temor
Y es tal el daño que las víctimas pidieron declarar sin la presencia de su padre en el recinto, lo que fue aceptado por el Tribunal que preside el juez Carlos Pareto acompañado de sus pares Juan José Tutau e Ignacio Vacca.
Ante una sala colmada atestiguaron sin ocultar la angustia que se tradujo en lágrimas que hasta interrumpieron, por momentos, sus crudos y contundentes relatos contra el imputado que fue alojado en otro espacio para que sus hijos declarasen sin lidiar con la incomodidad de tenerlo cerca.
Los testimonios no sólo apuntaron a describir situaciones oscuras sino a poner en evidencia la extraña personalidad del acusado que socialmente mostrada un perfil diferente al que tenía en su hogar donde abusaba de sus hijos, lo que al parecer no era ignorado por su esposa cuyo comportamiento indiferente fue reprochado por una de sus hijas cuando declaró.
Doble personalidad
Pardini parecía tener una vida normal al ser un hombre de trabajo y por su fuerte vinculación con la iglesia católica donde incluso fue ministro de la eucaristía y aún muchos lo recuerdan por personificar a Jesucristo en las procesiones de Vía Crusis.
«Para la iglesia de Casilda venía Dios, Jesús, Oscar Pardini y San Pedro», indicó en su testimonial una tía de las víctimas al trazar la impronta religiosa del incriminado como un rasgo distintivo de cara a la sociedad.
Piden 33 años de condena
No obstante dentro de su casa «era un monstruo» como ya fue descripto en lo que va del juicio donde los fiscales de la causa, Marianela Luna y Emiliano Ehret, pidieron, en coincidencia con la querella, 33 años de condena para el acusado al que achacan una serie de delitos contra la integridad sexual de cuatro hijos cuando eran menores de edad, entre otros ilícitos.
«Fue un depravado que en su casa mostraba su verdadera cara», dijo el abogado de las víctimas, Roberto Casadei, quien además expresó al Tribunal que está juzgando «el delito más aberrante del cual Casilda tenga memoria» al tiempo que abogó por una sentencia que satisfaga las expectativas de la sociedad.
En tal sentido invito a los jueces a plantearse como interrogantes «por qué un hijo denunciaría a su propio padre de estos horrorosos hechos» y «qué respuestas debe darle el Estado a las víctimas».
En tanto la defensa ejercida por los abogados del servicio público, Evangelina Bonacalza y Fernando Ritondale, insistieron con el planteo de prescripción de los hechos denunciados a fin de lograr un sobreseimiento, algo que ya fue argumentado, sin éxito, antes de que la causa llegue a juicio.
Aunque se trata de una instancia diferente cabe recordar, como ya dio cuenta La Capital, que el año pasado la Cámara de Apelaciones de Rosario ratificó un fallo en primera instancia rechazando esa misma petición al considerar que los hechos investigados fueron «permanentes y continuados» y no prescriben de la acción penal.
Miedo del padre
«Cuando vivía con ellos hubo momentos donde dormía con un ojo abierto porque tenía miedo que me mate», dijo su único hijo varón para describir el temor que infundía su padre de quien aseguró «no guarda rencor», aunque dijo que «se haga cargo de lo que hizo».
Ayer, entre otros testigos, declaró la víctima que fue violada y quedó embarazada de la nena que dio a luz ya hace 19 años y cuyo estudio genético comprobó la paternidad del acusado que por años la consideró su nieta. Fue contundente al declarar y dejar al desnudo los ultrajes que sufrió del padre al que también culpó de golpear a su madre y sus hermanos.
La sensación que provocó entre los concurrentes al juicio los desgarradores testimonios vertidos contrastó con la imagen inmutable del imputado que lejos estuvo de mostrar gestos de angustia o arrepentimiento sino más abstraerse como si no estuviera en el banquillo a la espera de una sentencia.
«Para la iglesia de Casilda venía Dios, Jesús, Pardini y San Pedro», dijo en la testimonial una tía de las víctimas (La Capital)