Colón: Se llevaron el asado y lo dejaron con los jugos gástricos preparados

Un conocido comerciante del Barrio Belgrano que se domicilia en un sector de calle 54 sufrió el faltante de varios kilos de asado de costilla dispuestos sobre una  parrilla que humeaba en la vereda.

El colonense sacó la parrilla construida sobre rueditas y con un trabajo de herrería que daría envidia al mejor forjador de hierro.

El devenido a asador, prendió fuego con leña y pasado un tiempo prudencial  se hicieron las brasas. Las lámparas led comenzaron a perforar la oscuridad de la noche. Las tiras de costillas cortadas gruesas se asentaron del lado del hueso.

El asador con paciencia desparramo las primeras brasas,   formando un círculo para no arrebatar la carne. La grasa comenzó a caer sobre las ascuas dando el característico  e inconfundible aroma y  sonido que todo marcha sobre ruedas.

El comerciante fue a buscar un vaso  llenado hasta el borde con un aperitivo que ayudaría   acompañar los festejos patrios y la alegría de saborear nuevamente unas apetecibles y crujientes costillas de novillito.

Sin embargo,  el silencio ganó la parrilla y al volver nuestro asador,  manos anónimas se habían alzado con los trozos del “oro rojo”. Los muchachos amigos de lo ajeno, esa noche  cantaron el Himno antes de entrarle al  acaudalado “botín”.