De cara a la reinstauración de una política energética genuinamente democrática, debemos reconocer como punto de partida que una vasta porción de la ciudadanía razona la energía desde una concepción netamente neoliberal. Aquí uno de los grandes logros culturales del macrismo, señala un estudio del Observatorio de la Energía, Tecnología e Infraestructura para el Desarrollo (OETEC).
Se requiere pues, un trabajo fuerte y serio en este sentido, comenzando por lo básico y que es elaborar una definición de energía (y nuevos indicadores) a imagen y semejanza de la defensa y consolidación de los derechos del pueblo argentino, así como los de un aparato productivo e industrial moderno y competitivo.
Es que la salud energética de una Nación, no es la salud de su balanza comercial ni la de su capacidad exportadora, sino la salud energética de su pueblo. Pues bien, así de empobrecido y enfermo lo ha dejado Cambiemos.
Para funcionar, el país necesita hoy la misma cantidad de energía eléctrica que en 2014. La generación no sólo se desplomó 8,9% en el primer trimestre de 2019, sino que es 5,3% menor a la de igual período de 2015.
Consumo residencial
El consumo residencial de electricidad cayó en primer trimestre de 2019 respecto de 2018, en 18 provincias de las 22 interconectadas al SADI (81%).
Consumo que se hunde más allá de 2015, teniendo en cuenta que los hogares argentinos demandaron un 6,4% menos de electricidad entre enero y marzo de 2019 en relación al mismo período del año anterior, constituyendo la peor caída desde 2013 como mínimo. Respecto de 2015, la caída fue de -2,7%.
Consumo industrial
El consumo industrial de electricidad cayó en 2019 respecto de 2018, primer trimestre, en 19 provincias de las 22 interconectadas al SADI (86%). Cabe recordar que la demanda de electricidad del sector industrial y de grandes comercios termina 2018 registrando una caída del 1,3% interanual. La diferencia respecto de 2015 es de -4%, mientras que de -3% en relación a 2013.
Según el trabajo del OETEC, la demanda industrial y de grandes comercios se vino abajo 8,5% interanualmente en 2019, acumulado a marzo, siendo la peor caída desde 2013. Respecto de 2015 fue -8,6% menor, y -6% menor a 2013, es decir, seis años atrás.
Consumo de naftas y gasoil
El consumo de naftas y gasoil se desplomó 4,6% interanualmente en el acumulado a marzo, a nivel mercado interno, constituyendo la peor caída al menos desde 2010, y retrocedió prácticamente a los niveles de 2016.
En cuanto a la elaboración de nafta y gasoil, la caída fue del 7,4% en el primer trimestre de 2019, siendo la peor caída desde 2014, y de -1,5% por debajo de los niveles de 2015.
Refinación de petróleo
El procesamiento de crudo total se desplomó 5% en el primer trimestre de 2019. Se trata de la peor caída desde 2009. La magnitud de la caída es tan drástica que, hoy por hoy, el parque de refinación procesa cantidades semejantes de crudo a las del período 1995-1997.
Consumo de gas
En 2018, el gas demandado por hogares argentinos (entregado por las licenciatarias de distribución) se estancó respecto de 2017 (0,1%). En su comparación con 2015, la caída fue del 6%.
En dicho período, unos 8,4 millones de usuarios residenciales consumieron 6% menos de gas que en 2015 y menos gas que en 2012. Los volúmenes entregados por las licenciatarias de distribución en el tercer año de gestión neoliberal para esta categoría de usuarios son similares a los de 2011.
Expansión de la red
Asimismo, la expansión de la red de gas domiciliaria, entre 2016-2018, la red de gas domiciliaria registró el segundo menor crecimiento después del de 2001-2003. En relación al mismo período inmediato anterior (2013-2015), la caída fue del -32%.
En tres años de gestión de Cambiemos, se incorporaron 152.678 usuarios residenciales menos que en los tres últimos años del segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner. Al contrastar 2016-2018 con los anteriores períodos kirchneristas los valores son: -44% sobre 2010-2012; -48% sobre 2007-2009 y -38% sobre 2004-2006 (primeros tres años genuinos de Néstor Kirchner).
Exportaciones de gas
Gracias al buscado desplome del consumo doméstico, sobran gas y petróleo, durante la gestión de Macri, se retomaron masivamente las exportaciones de gas natural, en detrimento del mercado interno y la seguridad energética nacional. Igual para el caso del petróleo liviano, cuyas exportaciones comenzar este segundo semestre.
Mientras la expansión de la red de gas domiciliaria retrocede a valores de casi dos décadas atrás, la infraestructura gasífera y petrolera que avanza y se inaugura es toda con destino exportador, tal y como sucedió en los noventa. Ejemplo de ello los denominados Gasoducto Vaca Muerta y el oleoducto Loma Campana-Lago Pellegrini, ambos para evacuar el excedente de recursos no convencionales de Vaca Muerta en una Argentina desmantelada.
Conclusiones
«La prestación de servicios de energía adecuada y confiable a un precio asequible, de una manera segura y ambientalmente benigna, y de conformidad con las necesidades del desarrollo económico y social, es un elemento esencial del desarrollo sustentable. La energía es vital para erradicar la pobreza, mejorar el bienestar humano y elevar el nivel de vida».
Esta última definición, absolutamente desconocida, por cierto, pertenece nada más ni nada menos que al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y al Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas -ONU/DAES, y fue la adoptada por el Plan Energético Nacional lanzado en 2004 por Néstor Kirchner, profundizada por Cristina Fernández e implementado exitosamente por el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios desde entonces y hasta 2015.
A aquella política, con sus defectos y virtudes, le faltó su sustento cultural. La estafa del tarifazo neoliberal (1) nos brinda una inmejorable oportunidad para avanzar en esta dirección, al mostrar en carne viva lo que sucede cuando la energía se abandona como derecho social y pasa a ser una mercancía más. (InfoGEI)