El Expediente judicial: Entre fiolos, caídas y esclavitud sexual

(Victor Calvigioni) Pasado, presente y futuro se unen en la trata de personas que no debe ser ignorado. La problemática debe ser combatida antes que se torne inmanejable.

La prostitución sigue siendo en algunas provincias-incluso cerca de nuestra ciudad- un gran negocio.

La actualidad colonense hunde largas raíces en el pasado y hasta un caso de homicidio se debería a la trata de personas. La búsqueda de la verdad y la justicia por parte del Estado debe ser permanente y los que lucran con este delito deben ser castigados con todo el peso de la ley.

 

Recuerdos del pasado

 

En Colón a comienzos de siglo la casa de tolerancia «legal» se encontraba en calle 54.

 

En busca de esa época pasada «revolviendo» la historia a través de testigos se recuerda el paso en la década del treinta de «modernos vehículos», color negro por calle 22 (que solo tenía iluminación hasta calle 52) con varias mujeres en su interior vestidas con coloridas ropas.

 

En nuestra ciudad la temible organización «Zwi Migdal» todos los meses rotaban a sus «pupilas» y para ello utilizaba a fornidos guardaespaldas armados. En la memoria de muchos todavía quedó la figura de algunas de esas alternadoras. La más famosa era apodada «Rulito». La mujer tuvo su reinado en la primer parte del siglo XX. La trabajadora sexual según nuestros datos era de ascendencia polaca.

 

Por otro lado, también quedaron retenidos los nombres de algunas regentas como fueron Ana y Luisa. Estás mujeres eran las «madamas» encargadas de mantener la disciplina entre el plantel de alternadoras, tratando además de hacer buenas relaciones públicas con los visitantes. Las trabajadoras eran manejadas con rigor y muchas de ellas eran tratadas como esclavas.

 

Silvia era la clave

 

El relato de una prostituta de nombre Silvia supuestamente escondida por Espindola en su casa para «hacerle el favor a un amigo» es aterrador. En su declaración ante la Justicia argumentó «me llevaron a presenciar el crimen de King Kong». Y agregó: «la cuatro x cuatro, color blanca la manejaba un individuo que se llamaba Felipe». Las versiones indican que la muerte del colonense se debió a un ajuste de cuentas de la «mafia de la prostitución»

 

Los fiolos y las caídas

 

El caso del homicidio de «King Kong» Espinosa tiene ribetes dramáticos. Prostitución, fiolos, esclavitud y mujeres escapadas de los próstibulos se juntan en una historia sin resolución. La camioneta y un individuo identificado como Felipe (presunto ejecuntante) se lo buscó en el norte de Buenos Aires y el sur de Santa Fe. El que sería autor intelectual del asesinato se evaporó . ¿La prostituta mintió, divagó? ¿Inventó la historia?. Las posibilidades son muchas. En el trato de personas los «capos» utilizan nombres de guerra y los sicarios siempre vienen de las grandes ciudades. Las prostitutas son manejadas con «mano de hierro» y no se toleran «traiciones». Se debe recordar que en un allanamiento en «Oasis» (cabaret entre Colón y Wheelwright) fueron encontradas 12 mujeres trabajando. Sin embargo se presume que el número llegaría a 60 entre las radicadas en ciudades aledañas.

 

En ese entonces (año 2004) la mujer habría estado desde hacía varias semanas «trabajando» en los barrios periféricos e incluso habría parado «cerca» del honguito de la plaza San Martín. La versión indicaba que Silvia era una escapada de un prostibulo santafesino. En la jerga de los «tratantes» a este tipo de mujeres se la llama «caída». Se manifestaba que meses atrás de la muerte de Espíndola y del mismo burdel se habían escapado dos chicas paraguayas. Los rumores indicaban que habían estado alquilando una vivienda en el barrio Barracas en cercanías de las calles 23 y 38. La «organización» las seguía. Las mujeres se habían mudado a otro barrio y luego terminaron por irse de la ciudad.  La historia diría que a las dos mujeres muy jóvenes (una teñida de pelirrojo y otra morocha) habrían conseguido en «una noche de burdel» la protección de dos colonenses.

 

En este contexto -según las versiones- Silvia habría sido la tercer mujer que escapó de las casas de servicios sexuales santafesinas y el humor de la organización que las regenteaba para los colonenses no habría sido el mejor. Incluso en esa época se señalaba que sicarios de la mafia habrían estado previamente en nuestra ciudad para dar una «lección» a los que osaron llevárselas y pagarles luego un alquiler.

 

Los estudiosos del tema aducirían que en la provincia de Santa Fe existen cientos de burdeles instalados en las ciudades del interior y que los dueños de los locales sólo ganan un pequeño porcentaje. La gran porción se la llevaría la organización que con mano de hierro maneja los destinos de las mujeres y que cada un mes las rota por distintos locales para que no intimen con sus clientes y se terminen escapando. En muchos casos estas chicas son menores.

 

Un rapto y Silvia

 

Por último y para agregar más misterios a esta situación. Podemos decir que años después ocurrió un caso donde Juan Rios Alias el «Herniado» o «El Pampeano» (luego detenido por armar una línea de drogas en Colón y otro pueblo cerca de Rufino) había raptado a una joven y el propio intendente Ricardo Casi, se presentó a realizar la denuncia con la madre en Pergamino. En uno de los allanamientos en una casa en cercanía de 54 y 9, apareció en escena Silvia.

 

Se debe agregar que Juan Ríos tenía trato con los «fiolos» que manejaban la prostitución santafesina.

 

Los códigos de las mafias

 

En Córdoba se considera a Río Cuarto como la Capital Nacional de la prostitución, incluso hay pueblos cercanos como «Las Perdices» donde existen decenas de burdeles. Años atrás dio a conocer una profunda investigación policial llevada a cabo Rosario y donde por escuchas telefónicas se involucraban en ese oficio dos estudiantes de Pergamino.

 

También se realizó una investigación sobre la prostitución infantil y público «cuando desapareció un adolescente (Fernanda Aguirre) en Entre Ríos que llevó a la pesquisa hasta Río Cuarto: todos en esa ciudad saben donde paran las prostitutas de 15 a 16 años y la policía cada tanto se las lleva en redadas espectaculares, pero el negocio sigue. La prostitución se parece a la servidumbre. Las chicas no se pueden ir porque no tienen dinero y están bajo control».

 

Una prostituta declaró » En el cabaret no te dan la plata que vos tenés en caja, la plata que vos hayas hecho. Y te viven controlando las 24 horas» y agrega «entre los clientes hay políticos, jueces, abogados, médicos y curas. La justicia parece mirar para otro lado».  En el lugar había un salón grande donde trabajás, y atrás estaban las piezas donde parás con el cliente y donde vivís. La dueña nos cerraba la puerta con llave y la habría cuando había que ir a trabajar».

 

El relato continua » Como a mí me tenían secuestrada, y no quería trabajar, me acuerdo que era pleno invierno y la mujer me ponía en el patio con una bolsa de hielo en la mano y me dejaba ahí». La mujer solo tiene 16 años y es un engranaje en una maquinaria que se extiende a lo largo y a lo ancho del país y que a veces la traición se paga con la muerte. La trabajadora sexual cuenta que estuvo en La Rioja, General Villegas, Venado Tuerto y La Pampa. Una historia casi similar a las prostitutas que habrían escapado del infierno y habrían estado en nuestra ciudad.