(Por Manuel Tejo, de la agencia DIB).- A veces, un olor desagradable invade distintos barrios periféricos y hasta llega a sentirse en el centro de la ciudad, aunque eso no es lo peor. En Pergamino, hay vecinos con agroquímicos en sangre y otros enfermos de cáncer que alertan sobre las fumigaciones. También, abejas que mueren en el aire y mucho temor a tomar agua.
Un reciente fallo judicial dio cuenta sobre la presencia de al menos 18 agrotóxicos en el agua de tres barrios de Pergamino (Villa Alicia, Luar Kayard y La Guarida) y determinó que en esos lugares no es apta para el consumo. La medida puso en agenda una problemática que distintas organizaciones vienen denunciando desde hace tiempo en el núcleo sojero: los efectos de las fumigaciones del agro en el medio ambiente y en la salud de las personas.
«La situación en muchos barrios de Pergamino es de incertidumbre. Hay vecinos que se preguntan por qué hay tantos pacientes oncológicos. La gente se está sensibilizando a partir de lo del agua», le dijo a DIB Sabrina Ortiz, titular de la organización Madres de Barrios Fumigados e impulsora de la denuncia que desencadenó en la decisión judicial.
Ortiz vivió en el barrio Villa Alicia de Pergamino, en el extremo noroeste de la ciudad, hasta que una médica le dijo que se vaya «de la línea de fuego». Ella y los suyos tienen altos niveles de glifosato en sangre. «Mi nene tiene seis años y 120 veces más de lo que el cuerpo resiste; mi hija, 100 veces más, y yo, 58 veces más», detalló.
La salud de todos ellos es compleja. El niño tiene un síndrome linfoproliferativo con afectación en los ganglios y la chica hace infecciones en los huesos con producción de quistes. «Yo tuve dos ACV isquémicos. No tengo ningún factor de riesgo a nivel hematológico y cardiológico, pero un neurólogo me dijo que pudieron haber sido ocasionados por los agroquímicos porque tengo una sustancia que es neurotóxica, que se llama lambda-cialotrina», explicó Ortiz.
Relevamiento para el «espanto»
En el sur de Pergamino se encuentra Santa Julia, un barrio de clase media desde donde se viene advirtiendo el aumento de casos de cáncer. Alejandra Bianco, una vecina más del lugar, hizo un relevamiento en la zona que da resultados alarmantes: en una cantidad de casas similar a la de dos manzanas, halló 56 personas que padecen enfermedades oncológicas, lupus o artritis reumatoide.
«Los resultados son espantosos. Hay mucho cáncer de riñón, de páncreas, de mama, de tiroides y leucemia. Fue un censo que se hizo salpicado y me llamó la atención el número alto en tan poco espacio que llegué a cubrir», le dijo a DIB.
Bianco empezó a investigar luego de que un médico le dijera que era «muy extraño» que en su casa hubiera tres enfermos. Es que, uno de sus hijos tiene púrpura trombocitopénica idiopática, una enfermedad hemorrágica autoinmune; el otro fue diagnosticado con cáncer de tiroides, y su pareja con un tumor en el páncreas con metástasis en el hígado.
En Santa Julia sospechan que las patologías pueden estar relacionadas a transformadores eléctricos o a la aplicación de agroquímicos. «Tenemos campos cerca y cuando el viento viene para el lado de la ciudad el olor es espantoso», contó Bianco.
Veneno en el aire
Si bien la fumigación afecta más explícitamente a los barrios de la periferia, los químicos «pueden permanecer en el aire por varias horas y ser transportados a lugares que no son específicamente donde se aplica», le explicaron a DIB desde la «Asamblea por la Vida, la Salud y Ambiente», otra organización vecinal de la ciudad.
En este marco, detallaron que en los pueblos rurales del distrito es más común sentir el olor, pero que en algunas ocasiones ha llegado hasta el centro de la localidad cabecera. «También hay que considerar que los nuevos productos son formulados para tener poco aroma. Por eso, que no se sienta olor no implica que no estén», agregaron.
Las abejas también son víctimas
Leonardo Arizmendi se hizo apicultor en el año 1994, cuando tenía 13 años. Desde entonces, vio dos veces vio como casi el total de sus abejas morían. Explica que la primera fue en el año 2004, frente a silos que la productora de agroquímicos Monsanto tiene en la ruta 188. En ese caso, sospecha que los insectos fueron afectados por un polvillo, pero no por pesticidas.
Hace dos años, en otra zona, sus abejas sí fueron fumigadas y de cincuenta colmenas que tenía le quedaron once y en estado crítico. El INTA de Castelar realizó análisis sobre los insectos, la miel y el polen. Los resultados: contenían cuatro agroquímicos, uno de los cuales no estaba ni habilitado para aplicar sobre campo abierto.
«Los insecticidas te merman la población y te bajan el rendimiento, pero los herbicidas traen mayores inconvenientes. Las empresas quieren tener todo ?limpio? y para ellos lo que no es soja o maíz es un problema», le contó a esta agencia Arizmendi, quien ahora experimenta métodos naturales para no usar productos químicos en la producción de miel.
Un fallo para tres barrios
El fallo que determinó la no aptitud para el consumo del agua en tres barrios fue dictado por el Juzgado Federal Nº 2 de San Nicolás, a cargo de Carlos Villafuerte Ruzo, y ratificado por la Corte Suprema.
La decisión del magistrado estuvo motivada por estudios del INTA Balcarce y del Intec-Conicet que daban cuenta de la alta toxicidad de muestras de agua tomadas tanto en pozos de viviendas como en la red en distintas zonas de los barrios mencionados.
No obstante, desde el Municipio (a cargo de Javier Martínez) pidieron un nuevo análisis a la Autoridad del Agua bonaerense que, por el contrario, concluyó en que el agua era apta para el consumo, ya que sostuvo que los agrotóxicos hallados estaban por debajo de los parámetros que se consideran riesgosos para la salud.
A raíz de estos resultados dispares fue que se encomendó un nuevo estudio al equipo de Toxicología de la Corte Suprema de la Nación, que ratificó la decisión de Villafuerte Ruzo. En el fallo se exhortó también al Municipio a que garantice agua potable a los barrios en cuestión y se prohibió la aplicación de agroquímicos hasta 600 metros más allá de las zonas afectadas. La ordenanza vigente local habla de 100 metros.