El Carnaval de Lincoln dejó una postal de la susceptibilidad que viven algunos productores agropecuarios. Durante el desfile tradicional de carrozas, una de ellas generó una fuerte polémica: a bordo de una cosechadora, un enorme muñeco de Chucky, célebre protagonista de una saga de films de terror, apuñalaba a un cultivo de maíz. El parabrisas de la cosechadora presentaba una mirada amenazante, mientras en la parte trasera de la unidad iba colgada de un brazo la novia del protagonista del film.
La carroza, de muy buena factura técnica, llevaba al frente un cartel con una tipografía en color rojo, similar a la utilizada para promocionar películas de miedo, que rezaba “Asesinos Cereales”. Estas dos palabras fueron suficientes para desatar una pequeña tormenta entre productores agropecuarios, que se sintieron heridos en su honor y no podían entender cómo se autorizó tamaña afrenta contra el sector agropecuario.
En este punto, es interesante dividir las aguas. En un análisis global, el primer punto a tener en cuenta es una de las fallas más graves del sector agroindustrial, que es su falta de comunicación por fuera de su zona de confort. Esta cadena de valor cuenta con fuerte presencia en medios, pero destinados a un público vinculado al campo y cuando intenta comunicar al resto de la sociedad, en general no encuentra el modo adecuado.
Esta falla se percibe en temas sensibles para la opinión pública, como el uso de fitosanitarios o los cuestionamientos al consumo de carnes. En esta disputa, tanto grupos ambientalistas como veganos defensores de la vida animal llevan la delantera, porque entendieron como llegar a la sociedad y hacer que su mensaje permanezca.
En el resto del mundo existen muy buenos ejemplos de cómo “vender” al sector agroindustrial. En Australia, la cadena de ganados y carnes lanzó al aire un anuncio en donde un cliente ingresa a una carnicería y al momento de ser atendido pide “solo un bife”.
La respuesta del carnicero es brillante y en dos minutos le explica todo lo que existe detrás de ese alimento que llega al plato. En el comercial participan reconocidas figuras de ese país y es un excelente ejemplo de como una cadena, exhibiendo sus fortalezas, debe ser conocida por toda la sociedad.
En las redes sociales y grupos de whatsapp, los agricultores y ganaderos se rasgaban las vestiduras y reaccionaron indignados ante lo que interpretaron como un ataque a su modo de vida. La molestia se amplificó también al razonar que Lincoln es una localidad cuya economía se basa en gran parte en la producción agropecuaria.
El carnaval de esta localidad es animado por el periodista César Tapia, que además trabaja en el sector agropecuario. Rápido de reflejos, pudo conversar con el creador de la carroza quien señaló que “como todos los años, he jugado con palabras de doble sentido, para que llame la atención y sea cómico”.
El cambio que generó este revuelo fue el de “seriales” por “cereales”, en donde el creador de esta carroza logró lo que buscaba: que su obra sea conocida. Esto es un llamado de atención para el sector, que más que preocuparse por este supuesto mensaje, debería financiar recursos que le permitan ser conocidos por el resto de la población que no tiene vínculos con la agroindustria.(Infocielo)