El informe de la Universidad Católica Argentina (UCA), titulada: “La privación más urgente en la infancia: déficit alimentario y protección social” indagó acerca de las dificultades de lo que llama “el acceso a la alimentación en las infancias”.
En el Conurbano Bonaerense se registra la proporción más elevada de niños/as alcanzados por algún tipo de asistencia alimentaria (42,2%).
La menor proporción se registra en la Ciudad de Buenos Aires (24,7%). En las grandes áreas metropolitanas y en el resto urbano del Interior alrededor de un tercio de los niños/as recibe algún tipo de asistencia alimentaria (32,8% y 31,6%, respectivamente).
En cuanto a la protección social mediante algún tipo de programa, por ejemplo, la Asignación Universal por Hijo (AUH), “los mayores niveles de cobertura se verifican en el Conurbano Bonaerense (43%) y en las grandes áreas metropolitanas del Interior del país (42,6%)”.
Algunas conclusiones del trabajo realizado por el informe de la UCA advierte que “el problema de la inseguridad alimentaria no es un fenómeno nuevo pero que se ha agravado de modo significativo en el último período interanual 2017-2018”. Esta observación se traduce en el siguiente número: “la proporción de niños/as y adolescentes en hogares que experimentan inseguridad alimentaria pasó de 21,7 al 29,3 por ciento”. Otro dato contundente: el porcentaje de menores que experimentaron “hambre” durante los últimos doce meses, esto es, “inseguridad alimentaria severa”, pasó de 9,6% a 13%.
El informe también indica que en el último año “se mantuvo estable” la proporción de chicos que reciben asistencia alimentaria en comedores escolares y no escolares o que viven en hogares que reciben “caja o bolsón de alimentos”: de 36,1% se pasó al 36,6%.
En cuanto a la proporción de niños y niñas cubiertos por “algún mecanismo de protección y asistencia social” pasó del 38,7% a 40%.
El informe de la UCA observa que la inseguridad alimentaria afecta “de modo particular a los niños y niñas en los hogares de estrato trabajador marginal”. Desde 2014 este fenómeno viene creciendo “y se profundiza entre 2017 y 2018”, al punto que se “extiende a las infancias del estrato obrero integrado y medio no profesional”.
Así, el informe dice que en 2018 “el 53,3% de los niños/as y adolescentes del estrato trabajador marginal experimentaron inseguridad alimentaria”. El crecimiento interanual fue del 6,5%.
“Entre 2017 y 2018 la proporción de niños/as en hogares con inseguridad alimentaria total (definida como “la reducción involuntaria de la porción de comida”) se incrementó en todas las regiones urbanas del país”, se afirma. En el Conurbano Bonaerense, un 35,8% de los chicos viven “en hogares en los que se redujo la dieta por razones económicas”, mientras que “en otras áreas metropolitanas” (las grandes ciudades del interior) esta proporción es del 27,8%, mientras que en “resto urbano del interior” es del 22,3. En la Ciudad de Buenos Aires es del 11,1%.
En la categoría “inseguridad alimentaria severa” figuran los chicos que “han experimentado alguna situación de ‘hambre’ en los últimos 12 meses”. El informe aclara que ese nivel “severo” no es “sinónimo de malnutrición”. Así, en 2018, el 25,4% de la infancia del “estrato trabajador marginal” experimentó “inseguridad alimentaria severa”. Esto representó un incremento interanual de 5%.
En el “estrato obrero integrado”, el porcentaje asciende al 11,8%, con un crecimiento del 4% respecto a 2017.
Respecto a la “asistencia alimentaria directa” (comedores escolares o comunitarios, públicos y privados), el trabajo indica que si bien “desde 2013, en promedio, un tercio de la infancia es asistida por alguna ayuda alimentaria directa”, durante los últimos tres años “dicha cobertura se incrementó de modo significativo”.
Así, “en 2018 la mitad de los niños/as del estrato marginal (49%) y casi 4 de cada 10 de los del estrato obrero integrado (37,4%) accedían a algún mecanismo de asistencia alimentaria”. (InfoGEI)