A finales de la década de los noventa y comienzo del nuevo siglo, el ilícito que encabezaba la inseguridad en nuestra ciudad era el hurto de bicicletas y motos.
En un solo año se llevaron cuatrocientas bicicletas y en tres años se apoderaron de trescientas motos.
El ex concejal, Ricardo Raineri, atento a lo que estaba pasando, y no se reflejaban en las estadísticas policiales, presentó una seria denuncia judicial. El edil en el año 2000, señaló que existía en la Comisaría de Colón, un cuaderno de tapas azules, donde los oficiales de guardia escribían los datos del denunciante y el medio de transporte hurtado o robado. Una fórmula para bajar la estadística policial. En forma posterior, la ex concejal justicialista, Silvia Dángelis, presentó un proyecto de ordenanza que fue aprobado y nunca llevado a la práctica, donde se creaba un registro oficial de bicicletas y que sería similar a un patentamiento del medio de transporte. El argumento era la cantidad de robos y hurtos de bicicletas que existían.
En la actualidad el ilícito no toma dimensiones preocupantes pero comienza a visualizarse. La prevención para los usuarios de este medio de locomoción tan de moda (por el costo de los combustibles) será asegurar los rodados cuando estén estacionados en la vía pública.
El último caso
Ricardo Molina denunció que dejó estacionada su bicicleta, rodado 26, color negro y autores desconocidos se la llevaro.