Colón: Cinco muertes que no debieron ocurrir

Un hombre mató a su ex pareja (estaba separado hace dos años), a su hija de dos años, al hijo de  su ex pareja de doce años, y a un amigo que se encontraba en la cocina comedor de la casa.

HP

El drama comenzó a desarrollarse a media mañana.  Una de las víctimas, Ramón Lagneaux (45) de profesión pintor, estaba trabajando en la Cooperativa Fúnebre  de calle 48 y 22, y decidió llegarse a la casa de Delia Guerrero (35) años,  ubicada en el Barrio Procasa, en  calle 54 entre 25 y 26. Las siete cuadras que los separaban las realizó  en una camioneta Chevrolet  S10 y  estacionó a pocos metros del frente de la vivienda. Los vidrios de las puertas quedaron bajos,  la radio encendida y sintonizada en una emisora local.

Apenas minutos más tarde habría llegado Leonardo Ayala. El viaje desde su vivienda a la casa de su ex pareja lo habría realizado en un remis. En la cocina comedor se encontraba una menor de dos años (hija del homicida), un adolescente de 12 años, Lagneaux y la mujer.

Según los testigos que oyeron los disparos eran las 9.30 de la mañana. Leonardo Ayala habría tenido una corta discusión y tomó una pistola 9 milímetro que llevaba entre sus ropas y comenzó a disparar a mansalva. Por los casquillos encontrados por lo menos hubo ocho disparos a corta distancia. En un radio de pocos metros quedaron los cuerpos de los menores que se encontraban debajo de la mesa (seguramente tratando de escapar) Lagneux  y    Guerrero.

En medio de una escena fantasmagórica, Ayala tomó la decisión de suicidarse. Una vecina escucho los disparos, pero creyó que se trataban de pirotecnia.

En la mesa quedó un equipo de mate. El drama comenzó a descubrirse pasado el mediodía. El Comisario Inspector,  Pablo Callejas, avisado de un posible drama  forzó la puerta de ingreso y se encontró con los cinco cadáveres. Acto seguido selló la escena y dio aviso a la Fiscalía Descentralizada a cargo de Magdalena Brant.

Cabe destacar que dos menores hijos de la mujer, y su actual pareja de profesión albañil se encontraban en la escuela y se enteraron del drama a través de familiares que en todo momento trataron de contenerlos.

El jueves nadie pensaba en la ciudad en semejante tragedia. Los dos hombres habían comenzado la mañana  trabajando. El distribuidor de lácteos de “La Serenisima” pasada las seis de la mañana  se dirigió a un conocido supermercado. La recorrida  habría terminado a las nueve de la mañana luego de llevar la mercadería a una decena de almacenes.

Por último, se debe recordar, que Ayala tenía un perímetro dispuesto por la Justicia por un posible abuso sexual contra su hija.

Pasado el mediodía la Fiscalía Descentralizada ordenó un allanamiento en una casa quinta de calle 37 entre 17 y 19, donde se domiciliaba Ayala.

Según una fuente los policías habrían encontrado audios y escritos donde el homicida habría avisado de lo que horas después iba a ocurrir.