Junin: El trueque resurgió de la mano de la crisis económica

Cuando la crisis golpea más fuerte, empiezan a aparecer los primeros síntomas en la comunidad. Y uno de ellos es que las familias apelan al trueque para poder pasar el momento más duro, brindando a otros, elementos que no necesita, para recibir a cambio lo que requiere para vivir.

Ropa, comida, servicios y hasta electrodomésticos son los objetos de trueque más comunes, en una modalidad que había hecho furor en la anterior crisis del 2001 y resurgió en las últimas semanas en la ciudad.

De la mano de Mabel Moreno, en el barrio La Celeste, apareció el primer ‘foco’ de transacciones, donde no se usa dinero sino unos vales por “créditos” que posibilitan las negociaciones.

Según cuenta, acuciada por su situación personal y familiar, tomando mates con sus hijas la idea floreció: “¿Y si organizamos un trueque?”. Y allá fueron con la propuesta, encontrando las puertas abiertas de la sociedad de fomento del barrio que les presta el salón de Intendente de la Sota, entre Arquímedes y Ángel María de Rosa, para exponer sus productos y llegar luego a sus casas con otros más necesarios.

En diálogo con La Verdad, Mabel sintetizó el testimonio de muchas mujeres que se animan a enfrentar el difícil momento económico con imaginación y entereza. Pertenecen a los sectores sociales más castigados con la caída del peso frente al dólar, porque esto suele disparar los precios de los productos que más necesitan.

Cómo se inició

“Un día estábamos con mis hijas y hablando un poco sobre lo difícil que está la situación, surgió la posibilidad de abrir este espacio. Mucha gente como ellas manda a sus hijos al Hogar Feliz o a otro lugar, para que los chicos se aseguren una comida al día porque no llegan, pero el tema es el resto de la jornada y a la noche”.

Sobre su situación personal, explicó que “en mi casa hay ocho chicos: vivo con mi marido, mis dos hijos solteros, mi hijo casado con su esposa y tres hijos, mi hija con cinco chicos, mi papá y mi otro hijo que se separó, así que sus niños también van con frecuencia”.

Para estas veinte bocas, apenas hay una entrada económica: sólo el esposo trabaja y cobra por semana. “Por eso, decidimos hacer esto para colaborar, porque toda la economía y la sociedad está así, por lo que se puede dar una mano”, apuntó Mabel.

Con la idea ya en marcha, “vinimos a una reunión que se hizo en la sociedad de fomento por el tema de la luz y planteamos nuestra inquietud, porque en principio pensábamos hacer el trueque en mi casa. Así que una integrante de la comisión me propuso venir acá, donde hay más comodidad, con tablones, calefacción, sillas…”.

“El primer encuentro éramos tres nada más, pero después fue corriéndose la voz y cada semana somos más”, resaltó.

Cómo es el trueque

Mabel explicó también cómo es el trueque: “El procedimiento que usamos es así: cada uno trae lo que no usa más en su casa, no le gusta, ropa que le queda chica o lo que le parezca. También hay calzado, comida, pañales o cualquier otro objeto, siempre dentro de elementos de utilidad diaria”.
“No se compra con dinero, sino que tenemos papeles de crédito. Hicimos un paquete de 500, con variedades de 5, 20 y 50, que distribuyo entre las que llegan, con un valor de $ 70, y que se utilizan para ‘adquirir’ un producto que me interese”, remarcó.

Extender

Mabel fue muy clara en su análisis: “No preciso mucho salir para ver cómo está la situación, lo veo con mis hijas en mi casa y tantas criaturas, cuesta mucho llegar. En mi familia se cobra por semana y ya los jueves ya no teníamos yerba ni azúcar, así que nos vamos ayudando entre nosotros porque no llegamos”, finalizó diciendo.(InfoGEI)