Un informe interdisciplinario retrata las carencias del país, la Provincia y los municipios en agua potable y cloacas. El drama del Conurbano. La minuciosa radiografía, distrito por distrito publicado por La Tecla
La falta de cobertura universal de agua, cloaca y tratamiento de aguas residuales provoca que 1,6 millones de personas en el mundo mueran cada año de enfermedades diarreicas (incluido el cólera), y el 90% de esas personas son menores de 5 años, principalmente de países en desarrollo.
El desalentador panorama, trazado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2011, pone el ojo en el drama en el que viven sumergidos millones de personas, y que en nuestro país impacta sobre la calidad de vida actual y futura de buena parte de la población.
Conscientes de la gravedad del problema en Argentina, organizaciones civiles, investigadores y empresas unieron esfuerzos para crear un mapa interactivo, que brinda datos e indicadores esta-dísticos sobre la realidad del país, la provincia de Buenos Aires y los municipios.
La herramienta, denominada Programa del Agua, fue creada por la iniciativa SedCero, las fundaciones Plurales y Avina y los institutos Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y de Estudios sobre Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Quilmes.
El relevamiento muestra cifras espeluznantes, que deberían avergonzar a una clase política que, sin distinción de pelaje y color, se ha desentendido del drama que significa para millones de personas no tener agua saliendo de una canilla y una evacuación sanitaria para sus desechos fecales.
En números (al 31-12-2016): el 45% de los habitantes del territorio bonaerense no accede al servicio de desagües cloacales. Además, 239.000 hogares tienen serios problemas de saneamiento (carecen de cloacas, pozo ciego y cámara séptica). Si se toma solamente la conexión a red cloacal, están privados de ese servicio 7,6 millones de personas. Brutal. Desolador.
Las cifras sobre acceso a la red de agua potable en la provincia de Buenos Aires no son más alentadoras: solo el 71% de los hogares cuenta con ese servicio (o sea, 3 de cada 10 no cuentan con agua potable en las canillas de su casa), mientras que un 22% accede al líquido vital desde una perforación en el terreno.
“Buenos Aires no está tan mal si se la compara con otras provincias”, aseguró a La Tecla el investigador de la Universidad Nacional de Quilmes y miembro del programa SedCero, Lucas Becerra.
El docente explicó que en el Conurbano se combinan “falta de acceso a los servicios y alta densidad de población”, y añadió que “ha habido en los últimos 10 años un crecimiento de las ciudades, como Pilar o Escobar”.
Becerra explicó que “hay un problema que la política pública no logra solucionar: que la velocidad de ampliación de la red no alcanza la velocidad de crecimiento de la población”. Agregó que hay “un problema de planificación urbana y regional”.
El investigador elogió la decisión provincial de darle a la empresa Aysa la gestión de aguas y cloacas de varios puntos del Conurbano, con la idea de “crecer a medida que va saturando departamentos al estilo de la vieja Obras Sanitarias, que fue la que mejor funcionó, porque tenía recursos para hacer obras”.
Becerra juzgó que “los municipios del interior de la Provincia están mucho me-jor que los del Conurbano. Y eso es porque hay una relación mucho más cercana en-tre el usuario y el prestador del servicio. Las políticas las define la Provincia, pero la gestión cotidiana del recurso es más accesible cuando está en manos de cooperativas. Y ahí, el intendente juega otro rol, como arreglar un caño maestro cuando se pincha o tener un programa de administración del recurso hídrico”.
En cuanto al perfil de los municipios con mayores carencias aclaró que “no es una cuestión vinculada a pobreza o falta de recursos económicos, ya que distritos con sectores de alto poder adquisitivo, como Pilar, tienen un 80 por ciento de sus habitantes sin cloacas”. También advirtió sobre el uso de los datos, aclarando que “para el Indec cuenta igual que tengas agua en tu casa a que tengas que caminar diez cuadras, con un balde sucio, para ir a una canilla comunitaria; a ambas situaciones las considera acceso a red”.
“Igual que cuando dicen que un mu-nicipio tiene equis por ciento de cobertura de cloacas: una cosa es tener la conexión a mi casa, y otra, que el caño me pase por el frente. Teniendo en cuenta que la conexión la paga el frentista y no existe financiación para hacerla, esto complica a los de menos recursos, que a veces no la instalan”, dijo Becerra.