(Victor Calvigioni) El diario Primera Plana indica que el 27 de octubre de este año comienza el juicio por la Verdad contra los secuestradores de María Cristina Lanzilloto y Benjamin Santillan. El Faro tratara de brindar una síntesis de la causa judicial. El juicio estará relacionado con el secuestro de la pareja en Pergamino y el Centro de detención denominado “Pozo de Quilmes” donde estuvo detenido y herido Santillan. Este periodista debió declarar en el primer juicio y tuvo un duro enfrentamiento con el abogado defensor de los represores.
Recordemos que es la causa judicial de mayor importancia y corresponde al secuestro, tortura y posterior desaparición de Benjamin Santillán y María Cristina de Lanzilloto, ocurrido en la ciudad de Pergamino con la participación de colonenses.
La denuncia se inicia el 20 de marzo de 1984, por Benjamín Santillán, padre de la víctima y fue presentada en el Batallón de Ingenieros de Combate 141 de Santiago del Estero, relatando el secuestro de Carlos Benjamin Santillán, nacido en 1945, y María Cristina Lanzilloto de Santillán, nacida en 1947, quienes fueron secuestrados el 17 de noviembre de 1976, por fuerzas operativas del Ejercito y de la Policía Bonaerense en la calle Rivadavia 954 de Pergamino.
En la causa judicial se argumenta que el 18 de abril de 1977, se presentó un habeas corpus en el Juzgado de Instrucción Nº 31 a cargo de Eduardo Valdominos y que fue contestado negativamente. En junio de 1977, por orden del Ministro de Gobierno bonaerense, el Juez en lo Penal Nº 2 de San Nicolás inicio un sumario administrativo y que luego fue archivado.
En 1983 se reitera el pedido antes el Juez de San Nicolás Oscar Vergara y el padre de Santillan en ese momento denuncia el propio secuestro llevado adelante por encapuchados en la casa de la calle Rivadavia y que además fue torturado durante tres días en la sede policial de Pergamino. Con Pablo Díaz
En el largo expediente, el Juez de San Nicolás, Luis Hilario Milesi, el 1º de marzo de 1985, toma declaración a Luis Guillermo Garay, detenido y liberado y en su relato indica que mientras estuvo en la Unidad Penal Nº 9 de La Plata, tuvo conocimiento de otro detenido de nombre Pablo Díaz Caracoche (raptado en la denominada Noche de los Lápices) que había estado secuestrado ilegalmente en la Cárcel Clandestina de Quilmes y allí a fines de 1976 y mediados de 1977, estuvo en la misma condiciones Carlos Benjamin Santillán, el cual estaba bien individualizado por autoridades del lugar, y era sometido a un trato riguroso, encontrándose herido. El relato concuerda con el secuestro y tiroteo en su casa de Pergamino. Pablo Díaz Carcoche fue legalizado y pasado al penal de La Plata, y en el Pabellón Nº2, en rueda de presos, manifestó lo relatado, donde también se encontraban entre los presos Luis Garay.
En fojas 366, el 12 de enero de 1989, Carlos Santillán, pide al magistrado que se restituya la vivienda de Rivadavia 954 de la ciudad de Pergamino a los dos hijos de Santillan-Lanzilloto. En este sentido, 25 años después de aquel requerimiento la casa no fue restituida. Carlos Enrique Rocca En fojas 1443, se pide al Registro Nacional de Personas el domicilio de Carlos Enrique Rocca, dando la contestación la ciudad de Colón. En fojas 1456, obran las actuaciones policiales donde cuenta la detención de Rocca en Colón ocurrida en el 2007. En fojas 1479, Carlos Enrique Rocca se abstiene de prestar declaración.
En las siguientes páginas del expediente, se lo declara prima facie responsable del delito de privación de la libertad, agravada por mediar violencia, de Carlos Benjamin Santillan, María Cristina Lanzilloto de San- tillan, Maria Lucila Santillan, Jorge Francisco Santillan, Benjamin Santillan, Marta Beatriz San Martín y Pedro José Petro, y además de usurpar el inmueble de Calle Rivadavia 984 de Pergamino, y se lo embarga hasta cubrir la suma de cinco millones de pesos la que se fija para garantizar el pago de las costas. El embargo es solidario con los demás acusados. También se lo acusa de haber privado de la libertad en forma ilegítima a Benjamin Santillán. El hecho tuvo comienzo de ejecución en enero de 1977 en Pergamino y el final de ejecución el mismo mes y año en Arrecifes.
En fojas 1191, declara Mario Ariel Díaz (hijo de la ex pareja de Rocca), actual morador junto a su madre y sus hermanos y sostuvo «que según tiene conocimiento en su casa convivió su madre con una persona, que era policía de nombre Carlos Rocca..que su madre posee un permiso por tiempo indeterminado de ocupación de la vivienda otorgado por el Poder Judicial, es así que ya hace 30 años que su madre vive en dicha vivienda…refiere que por comentarios sabe que en la casa donde actualmente mora, hubo un tiroteo en la vereda y que se produjo entre la policía y la persona que habitaba en ese momento la misma, que la policía estaba esperando la llegada de esa persona».
Los acusados Manuel Saint Amant fue jefe del Batallón de Combate de Ingenieros 101 y del Área Militar 132 (partidos de San Nicolás, Ramallo, San Pedro, Baradero, Arrecifes, Capitán Sarmiento, San Antonio de Areco, Colón y Pergamino) con sede en San Nicolás; y Norberto Ferrero era el jefe del Batallón de Combate de Ingenieros 101 y del Área Militar 132, dependiente de la Subzona 13 con sede en Junín y dependiente a su vez de la Zona 1.
Los imputados son los tenientes coroneles Manuel Fernando Saint Amant y Norberto Ricardo Ferrero, el comodoro Juan Antonio Benvenutto y el mayor Antonio Bossie. Por parte de la Policía Bonaerense, los acusados son el oficial inspector Edgardo Antonio Mastrandrea; el suboficial Daniel Fernando Quintana; los agentes Julio Alberto Almada, Luis Alberto Sinigaglia, Miguel Ángel Lucero y Carlos Enrique Rocca; los ex subcomisarios Guillermo Miguel Adrover y Arnaldo Nasiff Bolmeni; el comisario Clemen tino Rojas (recordada actuación en Colón) y los oficiales Juan Alberto González y Roberto Horacio Guerrina. (prestaron servicio en Colón)
Final de la Historia
El final de la historia La historia se cerró treinta años después, cuando los restos de María Cristina Lanzilloto fueron reconocidos por el Equipo Argentino de Antropología Forense y entregados a sus familiares en Santiago del Estero. El hallazgo del cuerpo fue posible merced a una orden judicial que permitió la excavación en un cementerio de Avellaneda -partido de Buenos Aires- donde los militares habían enterrado a 336 personas; entre los cuales estaba Lanzilloto.
María Cristina había nacido el 22 de abril de 1947 en La Rioja. Allí vivió, estudió y se recibió de maestra. En 1965, decidió viajar a Tucumán, donde cursó la carrera de Escribanía. Durante esos años, María Cristina conoció a Carlos Benjamín Santillán, un joven bandeño que también estudiaba en la universidad. En 1974 se casaron. Tras la boda, el matrimonio decidió viajar a Pergamino Buenos Aires. La casa estaba situada en Rivadavia 954. Allí vivían junto a María Lucila (nacida el 6 de junio de 1974) y Jorge Francisco Santillán (nacido el 3 de junio de 1975), sus dos pequeños hijos. Un operativo conjunto del Ejercito y Policías Bonaerenses los raptó.
Los dos hijos menores -solamente tenían uno y dos años- y fueron abandonados en la parroquia Cristo Rey del barrio de Fisherton de Rosario. En el lugar los cobijó una vecina que los crió unos meses y luego al encontrar los abuelos se los entregó. En la actualidad es la madrina de los chicos. Los pequeños fueron criados por el abuelo Benjamín Santillán, en La Banda (Santiago del Estero).
El cuerpo de Carlos Santillán fue identificado en un cementerio de Avellaneda, en Buenos Aires. Sus datos genéticos fueron cotejados con familiares. Después de 34 años Carlos Benjamín Santillán pudo regresar a su ciudad natal, La Banda. Lo hizo en una tarde gris, en manos de sus hijos María Lucila y Jorge Francisco, quienes trajeron sus restos desde la Capital Federal para ser sepultados cerca de sus seres queridos. Emocionado, Jorge apenas dejó escapar algunas palabras, al finalizar la ceremonia realizada en un cementerio privado ubicado sobre ruta 51 cuando ya caía la tarde. «Hoy he podido cerrar una etapa de mi vida. Es una etapa que se ha cerrado en nuestra historia y ahora tenemos que continuar la vida»,