PAGINA PRINCIPAL TAPA PAPEL CONSULTAR ARCHIVOS POR FECHA AVISOS FUNEBRES CONTACTESE

Enviar Artículo a un amigo  
Imprimir Artículo IMPRIMIR ESTE ARTICULO

26/02/2004
King Kong

El laberinto de la muerte


El itinerario que cumplió Espindola antes de su muerte. Las preguntas y los misterios insondables de un crimen que no debe quedar impune.


La muerte de Enrique Espíndola, alias «King Kong» ocurrida el domingo 7 de diciembre de 2003, sigue siendo un misterio insondable para los investigadores del caso. El hombre que apretó el gatillo de la escopeta calibre 16, apuntando fríamente a la cabeza es una figura difícil de distinguir.


La clave del asesinato parece estar en las últimas horas de la víctima y el recorrido que terminó en la puerta de su casa con más de treinta perdigones en su cabeza. En el barrio 9 de julio nadie quiere hablar y el miedo se habría apoderado de los potenciales testigos.


Según trascendió, Espíndola el sábado 6 de diciembre, habría estado en un bar de calle 53 y 20. En el salón y copa de vino de por medio habría discutido con tres personas. La pelea habría sido de tono subido. El motivo se ignora, aunque los rumores indican que la clave de la muerte de Espíndola estaría encerrada en las palabras altisonantes y las personas que participaron.


Los rumores indican que la pequeña reyerta se habría dado debido a que Espíndola (un hombre que era considerado un pesado para pelear), habría protegido a un quintero, haciéndole devolver varios lechones que le habían hurtado.


Los autores del hecho le habrían recriminado fuertemente esta actitud en el bar y este habría sido el motivo del cruce de palabras amenazas de por medio.

El itinerario


King Kong a las 20.30 salió del bar de 53 y 20 y se habría dirigido a su casa ubicada en 21 y 60. En pocos minutos se baño y se cambió de ropa. El motivo era llegar temprano al festejo de un bautismo que se iba a realizar en la vivienda de Lázaro Roldán.


Las versiones indican que siendo las 21.15, se lo ve pasar por calle 58 y 21, poco después habría ingresado a la casa de su amigo donde se quedaría hasta las 23.15.
Antes de retirarse de los festejos bautismales, Espíndola le requiere al propietario que le preste un casette del conjunto Iboti y lo deposita en el bolsillo de la camisa.


Siendo las 23.25, habría ingresado a la casa de José Fernández, ubicada en 58 entre 20 y 21, donde en un equipo musical escucha el casette.
En el vivienda habría permanecido dialogando con José y Beto Fernández hasta aproximadamente las 0.40 del domingo 7 de diciembre.

El misterio


El misterio tiene varios capítulos. Enrique Espíndola camina a su vivienda. Los ojos en la noche son miles y están detrás de una puerta apenas entreabierta o la cortina de una ventana . Las versiones indican que un hombre mayor desvelado por el calor habría observado al ex policía cuando transitaba por calle 58 entre 20 y 21. Los ojos escudriñadores habrían visto al hombre discutir con una mujer que lloraba y se tapaba la cara.


Una fuente indicó que la mujer sería una prostituta que se hacia llamar Silvia o Pilar y que provenía de un cabaret que estaría situado en el sur de Santa Fe.
La mujer habría parado en un bar de las cercanías y el propietario del mismo le habría pedido a King Kong que la alojara en su casa porque no tenía donde dormir.


Espíndola habría aceptado el requerimiento y la mujer habría estado en la casa de 21 y 60, alrededor de cuatro días. El pacto habría sido dar alojamiento a cambio de la limpieza de la casa y la preparación del almuerzo y la cena.El misterio es porque habrían discutido la trabajadora sexual y King Kong.


La versión indica que la prostituta de 1,60 de estatura, regordeta, morocha y de pelo largo (sería oriunda de San Nicolás). Luego de la muerte de Espíndola se habría teñido el pelo de castaño y se además lo habría recortado para que apenas le tapara las orejas. La joven en nuestra ciudad habría atraído a un nutrido grupo de hombres que se la disputaban en discusiones y peleas. La pregunta es: ¿La mafia de la prostitución viajó a Colón a rescatar a la mujer o hubo celos entre hombres que desembocaron en el asesinato?


El dinero


El viernes 5 de diciembre, Enrique Espíndola llegó a la Municipalidad a cobrar los 200 pesos que se le pagaba por cuidar la retroexcavadora que la comuna dejaba en el terreno de 21 y 60.


Una versión indica que lo vieron manejar luego del pago entre 500 y 600 pesos. Al momento de morir en la camisa que llevaba se habrían encontrado 35 pesos, los cigarrillos, el encendedor y el casette del conjunto Iboti.


Entre el viernes y el momento de su muerte, Espíndola no habría realizado gran movimiento de dinero. Según se pudo averiguar había gastado entre 40 y 60 pesos en comestibles (fideos, aceite etc). La interrogante sería ¿Donde quedó el resto del dinero?


Una versión indica que un testigo desde calle 58 y difusamente habría visto a mitad de la mañana del domingo a una persona acercarse a la casa, agacharse donde habría estado el cadáver y luego salir rápidamente del lugar.


¿Quién era el sujeto que llegó a la casa y se retiro? ¿Se llevó el dinero...?


El bastón


Enrique Espíndola había sido operado de la cadera en el Hospital Municipal y caminaba con dificultad. El enfermo para subsanar el problema usaba dos bastones.


Según una fuente uno de ellos era de hierro y el segundo de madera. En la noche del asesinato Espíndola habría usado el bastón de madera. El mismo habría quedado tirado cerca de su cuerpo. Los peritos no lo retiraron para los respectivos estudios. El implemento tiene algunas marcas (como rayas) y estaría en poder de un familiar.


La incógnita es si King kong observó a su matador e intento defenderse con este elemento.


El aviso


Las versiones indican que a las 11 de la mañana del domingo 7 de diciembre la mitad del barrio 9 de Julio sabía que Espíndola había sido asesinado. Según se pudo saber, una persona de apellido Ibarra habría llegado en horas cercanas al mediodía al bar de 53 y 20 .


En cercanías de ese lugar se habría enterado de la muerte de su amigo y se dirigió a la Cooperativa Fúnebre . Al llegar a 48 y 22, y mirar los carteles de avisos fúnebres colocados al ingreso de las salas velatorias se dio cuenta que no había ningún muerto de apellido Espíndola por lo que se dirigió a la casa de 21 y 60.


Ibarra al llegar se encontró con el cadáver en la puerta de entrada en medio de un charco de sangre. El hombre bastante asustado concurrió a la Comisaría dando aviso de este modo del asesinato.


La cuestión es ¿Como muchas personas sabían de la muerte de Espíndola al mediodía del domingo, si recién la denuncia se habría presentado dos horas después? El único detenido es una persona de apellido Fernández que el fiscal Guillermo Villalba lo proceso por falso testimonio.


En la noche del velatorio de Espíndola el ahora encarcelado siendo las dos de la mañana le gritaba a los familiares ¡Yo se quien lo hizo y lo que digo lo voy a sostener mañana!. El tiempo pasó y nadie sostiene sus dichos, mientras muchos que pueden desentrañar el misterio callan.


VOLVER A PAGINA ANTERIOR




Home | Tapa | Archivos | Fúnebres | Consultas
© Semanario Colón Doce - Todos los Derechos Reservados