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18/12/2003 |
Informe del INTA El monocultivo de soja es peligroso El estudio del INTA es lapidario. La soja pone en riesgo el futuro de la agricultura en el país. |
Colón Doce desde hace un año que viene alertando sobre los perjuicios que tendrá la falta de planificación en los suelos de la región. Al mismo tiempo que el SENASA informó que se produjo un aumento récord del 57 por ciento en las exportaciones argentinas de soja y en la cámara de Diputados de la Nación se presentó un proyecto para frenar una suba en las retenciones al producto, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) difundió un estudio en el que advierte que el proceso de monocultivo de esa legumbre -muy difundido en la provincia de Buenos Aires-, «representa una amenaza para el futuro de la agricultura argentina». Al compás del aumento de los precios internacionales, la soja se ha ido convirtiendo, desde mediados de los años ´90, en la nueva estrella de la agricultura argentina. Pero el pico de ese incremento se dio durante los primeros 10 meses de este año, cuando el país exportó casi 18 millones de toneladas del producto por un valor de 2.370 millones de dólares. Dentro de ese total, el rubro más importante fueron los porotos de soja (la especialidad con menos valor agregado), de los que se vendieron 9 millones de toneladas, un 57 por ciento más que el año pasado. Detrás se ubicó el aceite que se extrae de este cultivo, del cual se enviaron a mercados externos casi 2 millones y medio de toneladas, que reportaron 378 millones de dólares. Esos números indujeron a la extensión del monocultivo de la soja -una práctica que consiste en sembrar soja sobre soja, sin alternar el uso del suelo con otros granos o con ganadería -, en vastas zonas del país, sobre todo en el noreste y noroeste y en la región pampeana. Según Carlos Veguen, presidente del INTA, el uso incontrolado de esta práctica, no sólo produce «desertificación y pérdida de nu-trientes» del suelo, sino que tiene consecuencias sociales como el «despoblamiento del medio rural por falta de oportunidades de trabajo», ya que se trata de una práctica que «requiere poca cantidad de mano de obra». En la provincia de Buenos Aires, el monocultivo se asentó en el norte y centro del territorio. Según el ingeniero Carlos Seni-gaglese, encargado de investigación del INTA Central-, el proceso afectó sobre todo «a la zona de la pampa ondulada, en partidos desde San Nicolás, Villegas o Trenque Lauuqen hasta Junín y también más al sur, en la llamada pampa arenosa, que incluye partidos como 9 de Julio o Chivilcoy». Para el experto, el límite de la zona de monocultivo está hoy «a la altura de Azul, más al sur esta práctica no constituye un problema». Pero en la zona afectada, un área que cálculos no oficiales ubican en torno a los 2 millones y medio de hectáreas el monocultivo, está hipotecando el futuro del agro. Es que, según explicó Senigaglese, «el monocultivo afecta la calidad de la tierra, ya que aumenta la extracción de dos nutrientes claves: el fósforo y el azufre». Otra de las consecuencias negativas es la fuerte erosión de la tierra, ya que «como es una forma de cultivo que deja poco rastrojo de superficie facilita la erosión hídrica», por la cual el agua de las lluvias literalmente «se lleva» la mejor tierra de los campos. Pero eso no es todo, Senigaglese explicó que el monocultivo «aumenta también el riego de aumento de las enfermedades de la soja, sobre todo las que afectan a la raíz y las hojas, con lo que, a la larga va a caer el rendimiento de este tipo de oleaginosa». En Balcarce, y la zona del sudeste bonaerense, también se registra un crecimiento sustentado en las características que presenta este cultivo: no exige una tecnología muy afinada y es sencillo de producir. Sin embargo, no es dable hablar de «sustitución, sino de una alternativa de producción interesante», como lo expresa el ingeniero agrónomo José Luis Bodega, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Es que el cultivo de soja, en el sur de la provincia de Buenos Aires, incrementó la superficie, pero aún dista mucho de tomar la forma de un monocultivo. Según explicó Bodega, el procedimiento que se sigue es alternar el trigo, o también la cebada o colza, que se cosechan a mediados de diciembre, con la soja, que «se coloca como si fuera un cultivo de segunda». «En la medida que se respete una secuencia de rotación de cultivos, la soja no hace peligrar el medio ambiente», sostuvo el ingeniero. En ese marco, el experto recordó que «nada asegura que los precios internacionales se mantengan como hasta ahora», por lo que las previsiones que recomendó están destinadas, dijo, a «evitar deterioros de la producción que, de seguirse con ese esquema, serán inevitables a mediano plazo» Retenciones en la mira La contundencia de las cifras de exportación y el mantenimiento de los precios internacionales en torno los 600 dólares por tonelada -en la primera semana de este mes alcanzó los 635 pesos, explican, según el gobierno, el aumento de la recaudación impositiva: en octubre, 800 de los 6.200 millones de pesos de recaudación provinieron de retenciones. Pero la idea es ir más allá: el diputado Mario Cafiero presentó un proyecto para subir un 30 por ciento las retenciones a la oleaginosa y un 35 a sus derivados. Según el legislador, también debería establecerse «la total eliminación de estas retenciones» -a las que calificó de arbitrarias y discrecionales-, sobre todo teniendo en cuenta que «las perspectivas climáticas para el próximo año no son buena e indican una campaña que no supere los 70 millones de toneladas en todo el año».
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